¿Eres un Esclavo de tus Emociones? 6 claves para surfear la Ola de tus Emociones

Última actualización: 9 enero, 2022

gestión emociones

Todas las niñas adultas de familias disfuncionales (muchas de ellas con uno de los padres narcisista y el otro codependiente o ambos narcisistas u otro desorden de la personalidad recogido en el Grupo B del DSM) tienen problemas con sus emociones. Viven en una montaña rusa emocional, en la que se sienten abrumadas y fuera de control con respecto a sus propias emociones. Tienen muchos altibajos en su ánimo, arranques de ira, depresión leve crónica (llamada distimia), ciclotimia,… en los casos más graves pueden dar lugar a un desorden bipolar.

La razón de esto es que en su infancia las emociones eran algo prohibido, que tenían que esconder, que acababan reprimiendo y que podía salir a modo de volcán cuando se sentían sobrebordados. Escuchaban en su familia narcisista disfuncional con frecuencia frases como “Y ahora por qué lloras” “ Aquí sólo me enfado yo” o “A ver si te quito esa sonrisa de una bofetada”. Se les enseñó que mostrar emociones era “de débiles”, por lo que crecieron considerándolas como algo “malo” que era mejor que escondiesen. Muchos aprendieron a comportarse como robots, fingiendo no sentir.

“Y ahora por qué lloras” “ Aquí sólo me enfado yo” “A ver si te quito esa sonrisa de una bofetada”

Todos los seres humanos tenemos sentimientos y emociones y es mostrándolos y gestionándolos, abrazando esa parte vulnerable, la de la niña interior, como vivimos una vida sana y plena. La ironía es que lo que precisamente nos hace más fuertes es mostrar nuestra vulnerabilidad.

La sociedad tampoco ayuda con este tema. Sigue habiendo los estereotipos de que un hombre que llora es un “débil” y una mujer que se enfada es una “bruja”. Se condenan las emociones por géneros. También por colectivos, como si un jefe o una jefa no pudieran estar nunca alegres.

6 Claves para una mejor Gestión de tus Emociones

  1. Valida tus Emociones

    Cuando te des cuenta de que estás surfeando la ola de la emoción, es importante que no la ignores. Las emociones pueden ser muy parecidas a niños díscolos que buscan atención. Una vez que las validamos, les permitimos ser vistas y que tengan voz, cumplen su misión y se van. Sentir nuestras emociones es una parte importante de la vida. Es lo que hacemos con ellas lo que puede crear problemas.

    Por ejemplo, es posible que si te sientes aburrido, triste o solo, y comas más para que la comida te reconforte. Esto normalmente no termina bien. Quizás en unas semana de este comportamiento, además de sentirte culpable, ganes peso y con ello baje tu autoestima.  O a lo mejor te da por comprar ropa porque en el momento en el que compras algo, esto te hace sentir mejor, pero esto es algo sólo momentáneo, y además de todo el dinero que te puedas llegar a gastar en una “solución temporal”, el problema de fondo, lo que evitas sentir, seguirá ahí.

    La clave es rendirte ante tus emociones. No me refiero a rendirte en el sentido de sentirte derrotado sino en el sentido de soltar, dejar de controlar y aceptar tus emociones. Sentir es un paso fundamental en tu proceso de recuperación.

  2. Sé consciente de tus propios Detonantes

    Si te das cuenta de que tienes problemas con ciertas emociones, como la rabia o el miedo, intenta hacerte consciente de cuáles son las circunstancias que las activan. Es más que probable que encuentres uno o más patrones.

    Por ejemplo, si alguien se mete contigo, quizás tengas la tendencia a enfadarte y reaccionar frente a esa persona porque te vienen pensamientos del tipo “Tú te crees que soy imbécil”. Esto en realidad es falta de autoestima proyectada en la otra persona. La rabia con la que reacciones, quizás haga que la otra persona reaccione también. Y así la rabia escala y se vuelve algo displacentero y peligroso.

    Recuerda siempre que la emoción es la consecuencia de un pensamiento. Si ves que experimentas emociones fuertes, ayuda examinar cuáles son los pensamientos que te llevaron a ellas. Ahora pregúntate:

    ¿Mis pensamientos están basados en la verdad o en mi percepción de la verdad? ¿Hay algún detonante relacionado con mi pasado que me hace entrar en la emoción?

  3. Escribe sobre tus Emociones

    Escribir sobre tus emociones te dará más consciencia sobre ellas y te ayudará a ver cuáles son los pensamientos que te han llevado a ellas.

    Si te sientes dominado por tus emociones le puedes preguntar al diario: ¿por qué me siento tan abrumado hoy? Así, puedes recorrer la sucesión de pensamientos que te han llevado ahí.

    Como superviviente de una familia disfuncional, has pasado mucho tiempo ignorándolas, suprimiéndolas, escondiéndolas,… Verlas plasmadas en un papel te ayudará a apropiarte de ellas, como algo natural que forma parte de ti.

  4. Asume tu Responsabilidad

    Es cierto que las palabras y las acciones de otras personas nos afectan, pero es necesario que tomemos la responsabilidad por las emociones que sentimos en relación a esas palabras y acciones.

    Muchas niñas adultas fueron obligadas a adoptar rol  del chivo expiatorio en su familia narcisista. Esto les llevó a adoptar de forma inconsciente el papel de víctima de sus propias vidas, sintiéndose sin el poder y control de tomar las riendas de su propia vida. Este patrón neurótico lleva a no responsabilizarte de nada, tampoco de tus propias emociones.

    No podemos controlar lo que los demás nos dicen o nos hacen pero sí podemos decidir de forma consciente el impacto que tienen esas palabras y acciones sobre nuestras emociones.

    Del mismo modo, muchas supervivientes tienen el “síndrome del Mesías”, adoptan el papel neurótico del salvador porque en su infancia eran obligadas a representarlo para su padre, su madre o ambos.

    Esto les lleva, en su etapa adulta, a tener parejas que quieran que ejerzan el papel de “el salvador” con ellas. Esto lleva a que la superviviente asuma la responsabilidad por las emociones de su pareja. Tú no eres responsable de las emociones de nadie, igual que nadie lo es de las tuyas.

    Si alguien hace algo que te molesta o te hace daño, exprésalo de forma asertiva, por ejemplo “me enfada que siempre llegues tarde”, ya que los demás no son videntes que tengan que adivinar tus pensamientos. Una vez expresado, la otra persona puede decidir qué hacer. La responsable de esa rabia y su gestión eres tú misma.

  5. Toma un poco de Distancia

    Cuando estás muy conectado con una emoción displacentera que te vuelve reactivo, es importante que, si puedes, te distancies de la persona o la situación frente a la que estás reaccionando.

    Intenta no actuar bajo el efecto de emociones intensas. Espera hasta que estés tranquilo y tengas tiempo para reflexionar tranquilamente. Sólo entonces, actúa.

    ¿Cuántas veces has tomado una decisión bajo los efectos de una emoción intensa y después has pensado que no era la mejor opción? ¿Por ejemplo, dejar a tu pareja llevado por la rabia?

  6. Crea tu propio Mantra

    Cuando te sientas abrumada por una emoción y creas que vas a perder el control sobre una determinada situación y no puedas tomar distancia, por ejemplo, en el trabajo, crea tu propio manta para retomar el control.

    Por ejemplo, si tienes tendencia a sentir rabia y puedes perder el control con ella,  cuando sientas que puedes empezar a perder el control, respira de forma profunda y repítete a ti misma “respira, tranquila” mientras haces varias respiraciones profundas.

Se trata de que seas consciente de cuáles son las emociones que te hacen más reactiva y que tengas tu estrategia para gestionarlas en lugar de que ellas te controlen a ti. Las emociones están a tu servicio, no tú al servicio de ellas.

Cuanto más construyas tu conciencia sobre tus emociones y averigües cuáles son tus detonantes, te volverás muy sabio sobre cuándo tus emociones te están sirviendo bien y cuándo es necesario que seas tú el que tome el control sobre ellas.

Fuente: tinybuddha.com

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