
La Ansiedad y la Depresión
Es muy frecuente que las personas que experimentan ansiedad, también experimenten depresión a lo largo de su vida, y viceversa. En realidad, ambas son las dos caras de la misma moneda. La ansiedad es como tener el botón en “on” del organismo activado todo el tiempo, hay una prevalencia del sistema simpático del cuerpo, que se encarga de la activación. La depresión consiste en tener el botón de “off” del organismo activado todo el tiempo, hay una prevalencia del sistema parasimpático del cuerpo, encargado del descanso.
Aunque cada una de ellas tiene sus propios síntomas muy distintivos, tienden a superponerse de muchas maneras. La más importante de ellas es la desregulación emocional.
Con la depresión, normalmente sientes que todo se ralentiza y se silencia. Tienes dolor, una capacidad disminuida para hacer cosas y no te interesan las actividades ni experiencias. En realidad, no te interesa nada de lo que ocurra en el mundo exterior. Hay una falta de esperanza total. Estás triste, no quieres levantarte, no quieres alimentarte, todo duele. Piensas: ‘¿Cómo voy a seguir? ¿Se detendrá este dolor?’
La ansiedad envía tus emociones en la dirección opuesta. Estás hiperactivada e hipervigilante. No encuentras descanso. Tu cerebro y tu cuerpo están acelerados. Es como tener el motor encendido todo el tiempo y no saber cómo apagarlo.
Los problemas de juicio y concentración se superponen tanto en la ansiedad como en la depresión.
- En ambos estados tendemos a ver la realidad de una forma distorsionada. En la depresión es como si todo fuera un desierto en el que nada nutre, acoge o consuela. En la ansiedad es como verlo todo a velocidad de vértigo, sintiendo que no es posible parar, descansar o desacelerar el ritmo, como si alguien nos persiguiera.
- La concentración también se ve muy afectada en situaciones de ansiedad y/o depresión. Hay una dificultad para vivir el momento presente y una tendencia, en el caso de la depresión a vivir emocionalmente en el pasado, y en el caso de la ansiedad, en el futuro.
Lo que suele haber debajo es un trauma no resuelto
Idealmente, cuando alguien sufre un trauma concreto, como un accidente de tráfico, debe buscar tratamiento rápidamente para que los efectos no persistan.
Pero con un trauma vivido en la infancia de una forma continuada, la cosa cambia. La persona que ha sufrido una situación así puede tardar tiempo en darse cuenta de que lo que tiene se llama trauma y que, entre los síntomas que sufre están la ansiedad y/o la depresión, que suelen formar parte de un cuadro más amplio y complejo llamado Síndrome de Estrés Post-Traumático Complejo.
Ya de adultos, estas personas es frecuente que tengan relaciones donde ese trauma se recrea, es decir, se repite en una relación (generalmente de pareja, aunque no exclusivamente, ya que también puede ser de trabajo, familia, amistad,…) lo mismo que ocurrió en la infancia. Estas personas suelen minimizar, justificar o negar lo que ocurre en su relación o lo mantienen en secreto, sin buscar ayuda.
Los supervivientes de familias disfuncionales con frecuencia encuentran sus propias formas de lidiar con esto y “tirar hacia adelante” en la vida, haciendo ver hacia los demás y hacia sí mismas que están bien cuando en realidad no lo están. Les cuesta mucho romper esa imagen de que “todo está bien” y esa fachada se convierte en quiénes son durante años.
Habitualmente, ha de ocurrirles algo en sus vidas que les abra los ojos y se den cuenta de que necesitan ayuda. Suele tratarse de una situación en la que tocan fondo, como una ruptura muy difícil con una pareja, la pérdida de un trabajo en circunstancias extrañas, una situación límite con su familia de origen,…
La Terapia puede Ayudar
A los supervivientes de familias disfuncionales a menudo se les diagnostica de ansiedad, depresión o de ambas y el diagnóstico es importante, pero lo crucial es centrarse en tratar lo que está por debajo de estas enfermedades, que son los síntomas. De lo contrario,a la larga, la enfermedad volverá a aparecer.
Como hemos comentado antes, en muchos casos, la ansiedad y la depresión a menudo están relacionadas con el trauma infantil, que incluye abuso, maltrato y/o negligencia por parte de los cuidadores.
Hablar sobre estos temas y que la persona esté dispuesta a abrirse para contar su historia no es algo fácil y cada uno ha de encontrar su momento adecuado para ello. Si quieres saber cómo superar el abuso narcisista, sólo hablando de lo que ocurrió e integrándolo de diferentes maneras, es posible dejarlo atrás. El cerebro se defiende de esto, está programado para que sobrevivamos, no para que prosperemos o florezcamos en la vida. Por eso se necesita tiempo, paciencia y el acompañamiento de una terapeuta que sepa de trauma infantil.
La Autocompasión es crucial para la Curación
La autocompasión supone ser comprensivos con nosotros mismos y con las situaciones vividas, aceptando que hicimos las cosas lo mejor que supimos/sabemos, acorde a nuestro nivel de consciencia. Sin criticarnos, juzgarnos, castigarnos ni reñirnos. Consiste en ser amables con nosotros mismos, sin importar la circunstancia o situación.
Muchas supervivientes, por lo comentado antes, tienden a ver su situación como algo permanente, que “siempre va a ser así”. Si quieres saber cómo superar el abuso narcisista, es convemiente que te des cuenta de que no podemos cambiar el pasado o lo que nos hicieron, pero podemos evolucionar y encontrar mejores formas de gestionar y afrontar las cosas y crecer.
Podemos rodearnos de personas que nos apoyen, adquirir un sentido de agencia, querernos más, validarnos a nosotras mismas, hacer elecciones más sabias en la vida y disfrutar más de la vida en general.
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