
Los apegos emocionales muy fuertes se desarrollan a partir de dos características específicas de las relaciones abusivas:
- la necesidad de control de una de las personas a la otra
- el tratamiento intermitente bueno-malo
Si te encuentras atrapada en una relación tóxica y no sabes qué hacer, los siguientes pasos prácticos te ayudarán a separarte de un vínculo traumático.
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- Comprométete a vivir en la realidad a toda costa. Haz un compromiso contigo misma para no engañarte y pensar que tu relación por arte de magia mejorará y se volverá saludable. Para vivir una vida sana, debes ser honesta contigo acerca de cuánto de compulsivas y obsesivas son tus conductas con respecto a la relación, y cómo de abusiva es en realidad la persona tóxica. Te puedes decir a ti misma: “Estoy comprometida a vivir en la verdad”.
- Sé amable y compasivo contigo mismo. No puedes sanarte sin tener una voz interior compasiva y alentar el diálogo interno. No necesitas más abusos en tu vida, por parte de otras personas o de ti mismo. Adquiere el compromiso de cuidar de ti mismo.
- Haz una lista de todas las conductas autodestructivas específicas que repites una y otra vez, que son patrones poco saludables en tu vida, y comprométete a abstenerte de estas conductas. Algunas de estas conductas pueden ser:
- No quererte o querer más a la otra persona que a ti misma
- Abandonarte para salvar a la otra persona
- Justificar, excusar o minimizar cualquier abuso de esa persona hacia ti
- Creer que si consigues que la otra persona cambie, serás feliz
- Olvidarte de tus necesidades, tus deseos, tus proyectos o tus sueños y priorizar los de la otra persona
- Creer que sin la otra persona “no eres nada”
- Permitir que la otra persona te trate mal, te insulte, te pegue, te empuje, te llame nombres
- Permitir que la otra persona te deje de hablar por completo durante días o semanas, considerándolo un comportamiento “aceptable”
- Escribe una autobiografía sobre tu relación tóxica. Escribe en tercera persona sobre ti mismo: “Pablo quería mucho a su novia. A veces lo trataba mal, lo hacía de menos o lo insultaba. Él lo pasaba mal pero aguantaba porque pensaba que eso era el amor, aguantar” A veces pensaba en dejarla pero al final no lo hacía porque le daba mucho miedo encontrarse solo”. Lee tu historia en voz alta a alguien en quien confíes para que la valide, un amigo o un(a) terapeuta.
- Haz una lista de los comportamientos que ya no practicarás o que ya no te dejarás hacer. Se trata de lineas rojas. Ejemplos de estos comportamientos pueden ser:
- Faltar al respeto o que te falten a él durante una discusión
- Disculpar frases hirientes, motes, insultos o amenazas
- Permitir que te digan constantemente lo que tienes que hacer, cómo tienes que pensar o lo que te tienes que poner para vestirte
- Que no respeten tus gustos, tu criterio sobre algo o tu opinión
- Que te hagan sentir incompetente, incapaz, defectuoso o tonto
- Que controlen todo lo que hagas
- Buscar una validación constante en la otra persona
- Obsesionarte con la relación
- Abandonarte a ti para salvar a la otra persona
- Hazte algunas preguntas:
¿Es la persona con la que estoy “honorable”? O, ¿es él/ella una “situación imposible”?
¿Qué tipo de comportamientos quiero en una relación?
¿De qué maneras estoy devaluado en esta relación, por la otra persona y por mí mismo?
¿Cuándo reacciono demasiado y cuándo reacciono de manera muy negativa en esta relación?
¿Para qué permito ciertos comportamientos por parte de la otra persona?
¿La relación tiene una trayectoria lineal o es más bien como un bucle?
¿Hay una coherencia entre lo que dice y lo que hace la otra persona? ¿Y en mí?
¿Cómo me siento físicamente cuando tengo cerca esa persona? ¿Estoy relajada o en tensión?
¿Soy yo misma cuando estoy con esa persona o más bien actúo como si estuviese “pisando huevos” todo el tiempo?
- Deja de intentar tener la “charla” o escribir una carta o mensajes a la persona que abusa para que comprenda tu punto de vista y finalmente se resuelva el “problema”. El “problema” es en realidad toda la relación. La otra persona no va a cambiar, la primera fase de idealización era una fantasía. La promesa de un cambio, que esa persona sabe que no va a hacer, es lo que te mantiene enganchada. Tu necesidad de “arreglar”, “ayudar” y/o “salvar” a esa persona es tóxico para ti y lo que te conviene es soltarla y aceptar.
Los vínculos basados en el trauma son muy potentes. Tienen de fondo a un niño cuya necesidad de amor incondicional no sólo no fue cubierta sino que también fue abandonado, rechazado, abusado, negado y/o maltratado por su padre/madre narcisista/disfuncional. Ese niño sigue proyectando a sus padres en parejas que se parecen a ellos y que los tratan igual de mal. Esta necesidad de infancia no cubierta lleva a una repetición-compulsión en una relación tras otra.
Ahora la buena noticia. Esto lo puedes cambiar. Encontrar relaciones de apoyo y sanas es la base de la recuperación. En términos de neurociencia, la sanación implica cambiar la forma en que nuestros cerebros hacen conexiones. Si bien nuestros viejos hábitos existen en una “autopista” neuronal de conductas profundamente arraigadas y habituales, nuestros nuevos comportamientos serán difíciles de adquirir y requerirán de mucha práctica porque estamos forjando nuevas “carreteras”, nuevas vías neuronales en nuestro cerebro. Se trata de reeducar al cerebro, que ya va en automático con el abuso, para que reaprenda qué es el amor, qué es un vínculo sano, quién es un lugar seguro, e identifique dónde está el peligro.
Asegúrate de encontrar otras relaciones saludables para empezar a cambiar.
Únete a un grupo terapéutico y/o busca un(a) terapeuta en quien puedas confiar.
El primer paso es el más difícil, de ahí en adelante sólo irás a mejor.
Fuente: https://pro.psychcentral.com
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