
El “cerebro reptiliano” de un Superviviente de Abuso
Cuando se produce un trauma, nuestros mecanismos de supervivencia crean una especie de carretera de emergencia en nuestro cerebro. Nuestro “celebro reptiliano” se llama así porque lo compartimos con los reptiles. Es la primera parte del cerebro en formarse y se encarga de las cuestiones de supervivencia básica tales como el hambre, el sueño, el cobijo, defecar, … Es el que nos hace movernos de la forma más instintiva para procurarnos lo que necesitamos para sobrevivir.
En ocasiones, el “cerebro reptiliano” puede recibir un detonante que nos pone en estado de alarma o en guardia frente a un potencial peligro. Activa los mecanismos que nos llevan luchar, huir o congelarnos frente a un peligro. Se encarga de funciones como la secreción de adrenalina, el aumento de la frecuencia cardiaca y la tensión de nuestros músculos. Frente a un estímulo potencialmente peligroso, el “cerebro reptiliano” asume el control de todo el cerebro. Nos lleva por una “carretera de emergencia” neuronal para protegernos de ese peligro. Tiene una función importante.
El problema para una superviviente es que esa carretera, ese camino neuronal ha sido recorrido demasiadas veces. El “cerebro reptiliano” de una superviviente se puede activar fácilmente para volver a ingresar por esa carretera de emergencia frente a cualquier señal, real o imaginada, de nuestros sentidos que nos recuerden la amenaza original. Esto es lo que se llama un detonante. Ejemplos de detonantes para una superviviente pueden ser: alguien que grita, que las critica, que las desaprueba, que las abandona, que se ríe de ellas, que las trata mal, que se enfada, que retiene el afecto,… cualquier situación que se asocie con el viejo trauma. La reacción frente a estas situaciones es maladaptativa. Se convierten en detonantes donde el cerebro reptiliano toma el control sobre esa carretera neuronal de emergencia.
Muchas de esas situaciones que son detonantes de la alarma ya no representan un peligro real de supervivencia. Sí que lo fueron en sus momento, ya que, en muchas ocasiones, los que generaron esas situaciones fueron la familia de origen. Un padre/madre narcisista eran personas de las que dependían completamente en la infancia para sobrevivir y lo que ocurre es que el cerebro se confunde. Vive en el pasado a consecuencia de experiencias traumáticas. Una situación extrema en la que el sistema de alarma toma el control es un flashback emocional.
El “modo de emergencia” del cerebro consume mucha energía y dificulta mucho llevar una vida sana y normal. No queremos “coger esa carretera” a menos que realmente lo necesitemos. La vulnerabilidad de los supervivientes del trauma a la absorción constante por parte del cerebro reptiliano (desencadenada por la menor asociación con el trauma pasado) puede dificultar mucho las rutinas de la vida.
La Neuroplasticidad para construir “vías alternativas” a la “carretera de alarma”
¿Alguna vez has conocido a una gimnasta exitosa que no trabaja constantemente para desarrollar y mantener la flexibilidad mediante una variedad de ejercicios? Yo tampoco. Como las gimnastas, las supervivientes del trauma (muchas provenientes de familias disfuncionales/narcisistas) se benefician enormemente de los ejercicios especiales para facilitar la neuroplasticidad.
La neuroplasticidad es la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a los estímulos ambientales, lo cual logra mediante la creación de nuevas conexiones neuronales y el crecimiento de nuevas neuronas.
Los ejercicios de neuroplasticidad facilitan el movimiento más allá de la red de carreteras de emergencia al ayudar a “construir puentes” sobre él, crear rampas de salida tempranas para salir cuando se encuentran en él y desarrollar vías de respuesta alternativas y más sostenibles.
Cuanto más practicamos, menos vulnerables nos volvemos a un desencadenamiento no deseado de nuestro sistema sensorial y más rápido podemos avanzar a través de las etapas de recuperación y de sanación.
Algunas actividades de neuroplasticidad han demostrado ser efectivas en investigaciones cerebrales realizadas. Las principales actividades son la oración, la meditación, el yoga, y artes expresivas como tocar música, dibujar, mover el cuerpo y dramatizar (psicodrama).
Es fundamental entender por qué son tan pocas las actividades efectivas, ya que si no lo hacemos, podemos perder mucho tiempo, esfuerzo, dinero y esperanza en estrategias que parecen ayudar, pero que en realidad no es así.
Utilizo una metáfora de lagarto para describir el cerebro instintivo. Como un lagarto, el cerebro instintivo es rápido, voluble y poco sofisticado en la capacidad de evaluar o comunicarse. El personaje a cargo de la carretera de emergencia no responde a la razón, al análisis o a la lógica.
Las actividades que se encuentran para expandir la neuroplasticidad interactúan con el cerebro instintivo en el nivel precognitivo en el que funciona. En el tratamiento pretendemos inducir al cerebro instintivo (reptiliano) a relajar su dominio de la gestión de crisis y permitir que otras funciones cerebrales vuelvan a involucrarse, como el buen juicio, la capacidad de separar la experiencia pasada del presente, el juicio moral y la creación de significado en relación con traumas experienciales.
Ejercicios de Neuroplasticidad
Advertencia
Es necesario que una terapeuta capacitada te guíe y acompañe esta actividad. Lo que yo recomiendo por mi experiencia personal es una terapeuta que tenga formación en terapia Gestalt y/o en terapia corporal.
Toma de tierra. Usa tu imaginación para conectarte con un lo que es un “espacio seguro” para ti. Puedes utilizar una meditación guiada para que te resulte más fácil.
Expresión artística. Representa artísticamente ese espacio seguro, utilizando una hoja de papel y pinturas de colores.
Nombramiento. Ponle un nombre (una palabra) a ese lugar seguro que has escogido.
Anclaje. Párate en un lugar de una manera que sea cómoda para ti y trata de sentir dónde resuena en tu cuerpo el nombre que elegiste para “espacio seguro”. Y después:
- Realiza algunas respiraciones profundas, cierra los ojos, deja que la palabra se mueva alrededor de tu cuerpo y permite que tu cuerpo siga o responda de la forma que desee.
- Presta atención a cómo tu cuerpo desea moverse, ya sea un pequeño movimiento o un gran gesto, y responde a ese deseo de una manera que facilites que la respuesta de “congelación” desaparezca.
- Encuentra una posición en la que te sientas cómodo y experimentes una sensación de expansión. Si sientes contracción, muévete en una dirección diferente hasta que encuentres una sensación de expansión.
- Cuando sientas una expansión sensorial y la postura corporal sea cómoda, ancla la sensación de espacio seguro en tu cuerpo. Haz unas cuantas respiraciones y recuerda la sensación de expansión en tu cuerpo, tal vez imaginando que están creando una extensión que ancla esa posición corporal en todos sus sistemas (emocional, espiritual, físico).
- Cuando hayas terminado, tómate un tiempo para escribir sobre la experiencia y cómo te has sentido, prestando atención a las sensaciones corporales, imágenes, respuestas sensoriales,..
Fuente: https://pro.psychcentral.com
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