detonantes emocionales

Los detonantes emocionales: qué son y cómo gestionarlos (Parte I)

¿Qué es un detonante emocional?

Un detonante emocional es cualquier experiencia que desencadena una reacción emocional que es inmediata e intensa. La experiencia está ligada a otra anterior vivida, que se le parece, y que hace que el cerebro las asocie hasta el punto de pensar que se trata de la misma experiencia. Por ejemplo, un jefe que grita a una persona porque no le gusta el informe que ha hecho y que a la persona le recuerda a la experiencia de cuando su padre le gritaba de niña.

Las reacciones a los detonantes emocionales a menudo son excesivas y duran más de lo que tiene sentido para el evento. En el ejemplo anterior, la persona se congela y no puede responder a su jefe y se pasa varias horas en ese estado, sin poder expresarse y sin apenas moverse.

Esto es porque frente al evento, el sistema nervioso proporciona una respuesta automática de supervivencia: las tres posibles respuestas son las de congelación, lucha o huida. Se trata de una respuesta que no pasa por el neocórtex, la parte de racional de nuestro cerebro. En el ejemplo anterior, la respuesta de huida sería salir corriendo de la oficina y/o evitar al jefe durante horas o días y la respuesta de lucha sería gritarle al jefe de vuelta, respondiendo a una agresión con otra.

Estas respuestas primarias del sistema nervioso, además de ser abrumadoras y angustiantes, nos pueden causar problemas en el desarrollo de nuestra vida.

Cuando desarrollamos las herramientas emocionales para gestionar los detonantes emocionales, transformamos la experiencia:

Detonante? reacción

ej: el jefe me grita -> me quedo paralizada

puede convertirse en

Detonante ? reacción ? recurso

ej: mi jefe me grita -> entro en un estado de congelación, pero tras unos minutos de respirar, me conecto conmigo misma en el presente y salgo del estado de congelación.

Con suficiente práctica, puede convertirse en:

Detonante ? recurso

ej: el jefe me grita –> me quedo paralizada –> aprendo a conectar de nuevo conmigo misma a través de la respiración y no entro en un estado de congelación. Pasados unos minutos, le puedo decir a mi jefe que por favor no me grite.

Una vez que desarrollamos recursos internos, podemos aprender a responder en lugar de reaccionar a ciegas, lo cual trae seguridad y confianza, que poco a poco, con la práctica, van aumentando.

Cuál es el origen de los detonantes emocionales

Cuando reaccionamos de forma intensa ante un evento que no es muy significativo, es probable que el pasado esté invadiendo el presente y secuestrando nuestro sistema nervioso.

Vamos a ver algunos ejemplos de detonantes muy comunes:

  • Sentirse pequeña o invisible, como cuando estamos solos en un grupo o nos comparamos.
  • Sentirse rechazado, como cuando alguien nos deja plantados o ignora nuestras llamadas.
  • Sentir que estamos siendo controlados, como cuando alguien toma decisiones por nosotros o nos dice qué hacer o sentir.
  • Sentir que se aprovechan de nosotros, como cuando alguien no nos paga un dinero que le habíamos prestado.
  • Sentirse expuesto o vulnerable, como cuando hablamos frente a un grupo de persona o lloramos delante de alguien.
  • Sentirse sola o abandonada, como cuando una pareja no escucha lo que le decimos o no contesta a nuestros mensajes.
  • Sentirse invadido, como cuando alguien no respeta un límite que le hemos puesto o no respeta nuestro espacio físico.
  • Sentirse incómodo con lo que está sucediendo, como cuando somos testigos de que alguien está siendo lastimado o cuando las palabras o acciones de alguien no están de acuerdo con nuestros valores.
  • Sentirse amenazado, como estar en una relación de pareja donde el espacio no se siente seguro o se percibe como inestable.

Todos estos eventos ordinarios de la vida pueden recordarnos, y a menudo lo hacen, traumas de nuestro pasado.

Un trauma es un evento impactante y doloroso en el que somos impotentes ante el resultado, donde no contábamos con los recursos para gestionar lo que estaba sucediendo. Durante una experiencia traumática, a menudo nos desvinculamos de lo que sucede, nos disociamos porque la experiencia es demasiado dolorosa. Tendemos a olvidar la experiencia y relegarla al subconsciente. Más tarde, la experiencia aparece de nuevo en forma de detonante, haciendo que nos sintamos como nos sentimos entonces, demasiado abrumados por lo que sucede.

Poco a poco, se pueden ir descubriendo estas memorias e irlas integrando, de manera que sean procesadas realmente como algo que sucedió en el pasado. Mientras no ocurre esto, un detonante nos lanza a la memoria corporal del trauma antes de que estemos listos para afrontarlo conscientemente. Es por eso que a menudo sentimos una impotencia tan infantil.

Esto es algo que nos ocurre a todas las personas, ya que nuestro cuerpo está diseñado para sobrevivir. Dependiendo de la historia de cada persona y su infancia, tendrá más o menos detonantes emocionales con más o menos intensidad.

Si has crecido en una familia narcisista/disfuncional, es probable que tengas bastantes detonantes y que sean de una intensidad alta. Sentir muchos detonantes es algo que puede ser muy abrumador. En especial si no sabes lo que son o no puedes compartirlo con nadie. Es frecuente que los detonantes despierten sentimientos de vergüenza y pensamientos del tipo: “Hay algo que no está bien en mí” o “Estoy loca”. El acompañamiento por una terapeuta que sepa sobre detonantes emocionales puede ayudar mucho en aprender a gestionarlarlos, lo que abordaremos con profundidad en el siguiente artículo.

Imagen de Matthew Ball en Unsplash.