Recursos para dejar de sentirte utilizado

Cuándo y cómo se ha originado la situación de sentirte utilizado

Las personas que tienen la tendencia a comportamientos que les lleva a sentirse utilizadas, como complacer en exceso a los demás o ser codependientes, suele tener su origen en la infancia.

En las familias narcisistas/disfuncionales, es muy frecuente que uno o ambos padres utilicen a los niños para satisfacer sus propias necesidades y atiendan escasamente o nada en absoluto las necesidades de sus hijos. Estas necesidades pueden ser de atención, contacto, de hacer tareas domésticas o recados, de triangular con el hijo o la hija cuando hay un conflicto entre ellos,…

Estas personas llegan a la edad adulta con una tendencia muy pasiva en sus relaciones, sobreadaptándose a las otras personas o intentando complacerlas todo lo que pueden. Simplemente confunden estos comportamientos con el amor porque es lo que han vivido en la familia con sus padres narcisistas.

Estos comportamientos son muy nocivos, ya que llevan a generar resentimiento por no sentirse cuidados, generan dependencia emocional (si te complazco, no me abandonarás) y llevan a una vida muy pobre emocionalmente, donde no hay espacios para cubrir sus necesidades o deseos.

Es importante salir de estos patrones para poder tener una vida más satisfactoria y plena. ¿Pero cómo?

Si te sientes identificado con la situación descrita, más abajo te damos las claves para empezar a salir de las situaciones en las que te sientes utilizado, dar la importancia que se merecen a tus necesidades y empezar a vivir relaciones más equilibradas, en las que no te cosifiques a ti mismo y te consideres como un igual a las personas con las que te relacionas.

Recursos para salir de la situación de sentirte utilizado

Si biensentirse utilizado es en realidad una interpretación de un evento externo en lugar de un sentimiento real, es una experiencia que muchos de nosotros reconocemos:

  • ¿Quizás tienes un amigo que siempre te deja pagar la cuenta o que siempre habla de sí mismo?
  • Quieren que vengas a su rescate, pero ¿están ocupados cuando necesitas algo?
  • ¿Rara vez te dan las gracias y regularmente te piden favores?
  • ¿Te sientes resentido con ellos porque se descuidan tus emociones y necesidades?

Cuando pensamos que estamos siendo utilizados, generalmente se debe a que hemos caído en un estado de sumisión o falta de poder. Nos sentimos impotentes para enfrentarnos al mundo exterior, como si algo en la situación excediera nuestra capacidad para hacer frente, redirigir o reafirmarnos.

Sentirse utilizado es un síntoma clásico de complacer a las personas, y de codependencia y, a veces, proviene de un profundo deseo de ser cuidado.

A menudo es tu niño interior en tu cuerpo adulto el que se siente utilizado:

  • Piensa que eres incapaz de protegerle de la explotación de los demás.
  • Le preocupa que su bienestar quede a merced de los caprichos y deseos de los demás.
  • Tiene miedo de decir que no.
  • Tiene miedo de las reacciones de la gente hacia él.
  • Se siente seguro siendo un objeto para servir las necesidades de los demás.

Normalmente, cuando nos sentimos utilizados, hay al menos una parte dentro de nosotros que se opone o se rebela contra esto.

Sin embargo, si esas objeciones se enfocan en el mundo externo, en lo que hacen los demás, echándoles la culpa de lo que nos ocurre, nos quedaremos sin poder y atrapados en una situación indeseada.

Disminuye la velocidad de tus acciones y observa tus comportamientos que salen en” piloto automático”

Cada vez que te sientas utilizado, observa tu comportamiento y en qué estás contribuyendo tú o alimentando la situación para sentirte así. Tal vez tienes un patrón de satisfacer las necesidades de los demás por encima de las tuyas.

Puedes hacerte las siguientes preguntas:

  • ¿Estás diciendo que sí cuando prefieres decir que no?
  • ¿Tiene dificultades para pedir lo que quieres?
  • ¿Tienes la expectativa de que las otras personas adivinen lo que quieres?
  • ¿Estás de alguna manera reproduciendo viejos patrones en los que crees que la única forma en que puedes tener conexión, pertenencia o amor es siendo útil a los demás?
  • ¿Alguna parte de ti quiere ser un objeto para ser usado, mientras que otra parte se siente resentida por esto?
  • ¿Te sientes bien cuando complaces a otras personas?
  • ¿Tienes la idea (consciente o inconsciente) de que las necesidades de las otras personas son más importantes que las tuyas?

Conecta con lo que es importante para TI

Aquí es donde tener un conocimiento sólido de tus sentimientos y necesidades es muy útil, algo a lo que un acompañamiento por una terapeuta Gestalt te puede ayudar mucho.

Tómate un tiempo para entender la interpretación de que estás siendo utilizado, preguntándote si te estás sintiendo…

¿Triste? ¿Solitario? ¿Frustrado? ¿Indignado? ¿Herido? ¿Con miedo?

A continuación, conecta tus sentimientos con lo que es importante para ti: ¿quieres más… confianza? ¿Consideración? ¿Apreciación? ¿Reciprocidad?

¿Estás enfadado con la otra persona y te cuesta encontrar la manera de hablar de eso de una manera amable y directa?

¿Te sientes miedoso o incómodo, anhelando más transparencia, información o consideración?

Cómo te sientes importa.

Lo que necesitas importa.

Cuando tus necesidades no son importantes para ti, es probable que las otras personas tampoco las tengan en cuenta.

Practica decir que no y decir que sí

  • Date el permiso para decir que no.
  • Date el  permiso para pedir lo que quieres.
  • Date el permiso para satisfacer las necesidades de la otra persona, pero bajo tur propios términos y no los de ella.
  • Date permiso para hacer lo que otros quieren y no recibir nada a cambio si eso satisface tus propias necesidades de contribución y alegría.

El punto de este último paso es ponerte en contacto con la gama de opciones disponibles para ti, y que vuelvas a ser selectivo, creativo y empoderado, con independencia de lo que decidas hacer.

Ahora me gustaría saber sobre ti:

¿Cuándo te sientes o te has sentido más utilizado?

¿Qué te ha ayudado a cambiar la dinámica de tu propia vida?

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10 Señales de que estás siendo utilizada

Si has crecido en una familia narcisista/disfuncional es muy probable que hayas normalizado ser utilizada y creer que eso es amor. Por esto, de adulta es muy común acabar en relaciones donde esta dinámica de ser utilizada se sigue dando. Sin embargo, a pesar de haberlo normalizado, puedes sentir que “algo está mal” aunque no puedas identificar de qué se trata. Si crees que puedes estar siendo utilizada por un amigo, pareja o familiar, te mostramos cuál es el impacto emocional de ser utilizada y te mostramos 10 señales a las que puedes estar atenta.

Los narcisistas son personas con un rasgo depredador y una tendencia muy acusada a utilizar y aprovecharse de los demás. No es imprescindible ser narcisista para aprovecharte de alguien pero un narcisista sí que hace esto siempre, antes o después, de una manera o de otra.

El impacto de ser utilizada

Tendemos a suponer que conocemos a personas cercanas a nosotros, como familiares, parejas y amigos. Entonces, darte cuenta de que estás siendo utilizado por una de estas personas puede ser un gran shock, porque la idea está muy alejada de lo que habíamos creído que era la relación.

La dinámica de ser utilizada de una forma regular puede desencadenar en temas de salud mental o emocional, como ansiedad o depresión. Y es que no es para menos: ser utilizada supone ser cosificada por otra persona, que sólo está interesada en lo que le damos en lugar de en quiénes somos o nuestra simple compañía.

Esta situación también puede volverte autovigilante y afectar a tu confianza para percibir a los demás. Puedes llegar a pensar que se han aprovechado de ti porque ‘no lo vi venir y debería haberlo visto’, y luego concluir que no puedes confiar en tu propio juicio al entablas relaciones. En algunos casos, esto puede conducir al aislamiento emocional. 

10 Señales de que estás siendo utilizada

Entonces, ¿cómo sabes exactamente si estás siendo utilizada? Las señales pueden ser más o menos sutiles, por lo que es importante estar familiarizada con ellas

La relación se siente desequilibrada

Una relación afectuosa es un espacio en el que ambas partes aportan a nivel emocional, financiero, psicológico, físico,… Puedes sospechar que estás siendo utilizada si la otra persona siempre parece tomar más de lo que da y que cuando da algo se siente como si te estuviera haciendo un favor.

Límites unidireccionales

Cuando sientes que los límites parecen funcionar en una sola dirección en la relación. Por ejemplo, la otra persona no revela mucho sobre sus parejas románticas anteriores, pero espera saber todo sobre las tuyas; no tiene problemas para decirte que no pero cuando eres tú la que dice que no, intenta convencerte o está muy cómoda yendo mucho a tu casa pero tú aún no has visto la suya.

Presume de ti

Los verdaderos amigos o parejas te apreciarán lo suficiente como para contar tus alabanzas frente a los demás y resultará algo genuino. Sin embargo, es posible que los narcisistas sólo presuman sobre ti cuando les conviene. Por ejemplo, podría ser una pareja que te invita a cenas del trabajo porque sabe que impresionará a sus compañeros, pero las actividades estrictamente entre él y tú son pocas.

No escucha

Todos podemos estar distraídos de vez en cuando o demasiado absortos en nuestros propios problemas, pero en una relación verdadera e igualitaria siempre hacemos todo lo posible prestar atención a la otra persona. Con los narcisistas, puedes sentir que no están realmente “presentes” cuando estáis juntos. Esto ocurre cuando hablas de algo y, en lugar de dar un feedback, cambian de conversación, cuando la conversación gira la mayor parte del tiempo en torno a ello o cuando no se interesan por temas que ya has comentado que son importantes para ti, como una entrevista de trabajo, un examen o una cita en el médico. 

Te sientes mal diciendo que no

Los narcisistas son manipuladores emocionales que te harán sentir incómoda o culpable diciendo que no a algo que quieren conseguir. Por ejemplo, tu pareja te pide dinero y cuando le dices que no, responde con “Pues no sé cómo voy a llegar a final de mes…”

Los favores se cobran

Los narcisistas suelen ofrecer favores que, antes o después te echarán en cara para poder generar una dinámica en la relación de “me debes”. Por ejemplo, un amigo te recomienda para un puesto de trabajo que finalmente consigues y cada vez que te pide algo te recuerda que “Si no fuera por mí, aún estarías buscando trabajo”. 

Da las cosas por sentado

Los narcisistas suelen dar por sentada la relación, ya que no muestran gratitud. Hay una constante sensación de que “lo tienes que hacer por mí”.

Nunca se disculpa

Su comportamiento te causa dolor y, sin embargo, el narcisista nunca se disculpa. Si te sientes herida, te dará el mensaje directo o indirecto de que es culpa tuya.

Hay una falta de compromiso

Pueden utilizar excusas para no ir a planes ya acordados, cambiarlos en el último momento, llegar media hora tarde,… Y también hay una falta de compromiso a gran escala. De algún modo, no te sientes segura en la relación, tienes la sensación de que el narcisista la pone en duda de forma constnte, o se puede ir en cualquier momento.

Algo no se siente bien

Hay una sensación general, que es más bien instintiva de que “algo no está bien” o, por ejemplo, es frecuente que después de los encuentros con esta persona estés triste o con energía muy baja. Estos son indicadores de tu cuerpo de que estás siendo utilizada. 

Conclusiones finales sobre sentirte utilizada

Si has llegado hasta este artículo, es muy probable que estés en una relación en la que te estés sintiendo utilizada. Descubrirlo es muy importante pero también lo es que no se quede ahí. Para dejar de ser utilizada es necesario hacer cambios dentro de ti, aumentar tu autoestima y experimentar relaciones equilibradas, algo a lo que la terapia Gestalt te puede ayudar.

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Recursos para gestionar tus detonantes emocionales (Parte II)

En el artículo pasado hablamos sobre los detonantes emocionales y en éste vamos a comentar los recursos con los que puedes contar para aprender a gestionarlos.

Los recursos cambian de persona a persona, al igual que los detonantes emocionales. De lo que se trata es de averiguar cuáles son las situaciones que te detonan y cuáles son tus respuestas automáticas para ir reconociendo los recursos que te pueden servir.

Recursos para gestionar tus detonantes emocionales

1. Empieza a darte cuenta de cuáles son tus detonantes, nómbralos y haz una lista con ellos. Tus detonantes emocionales pueden ser personas, frases concretas, lugares, una forma determinada de mirar,… Conocer tus detonantes te prepara para ellos. Entonces es más fácil empezar a responder de una forma consciente que reaccionar de una forma automática.

2. Pon conciencia en la transferencia. Un detonante es una reacción a una situación presente, que se parece, en mayor o menor medida, a una situación del pasado que ha sido traumática para nosotros. Reconocer la situación original ayuda a empezar a procesar la situación actual de otra manera. Por ejemplo, tu padre cuando se enfadaba contigo de niña, te gritaba, y ahora tienes un jefe que, cuando te grita, te devuelve a esas escenas de infancia que vives con mucha intensidad.

3. Reconoce y trabaja la escena original. Reparar la escena original es clave para poder gestionar mejor los detonantes. El trabajo de la escena original tiene que ver con el contacto con tu niña interior y se puede hacer con técnicas terapéuticas como la Gestalt. Cuanto más reparada esté la escena original, menos posibilidades habrá de que una situación del presente, aunque se le parezca, origine un detonante emocional. Centrarte en ti y en sanar la herida original, te hará menos reactiva a los comportamientos de los demás.

3. Presta atención a las señales de tu cuerpo que te hiperactivan. Con cada detonante, hay señales corporales, que son indicadores de la hiperactivación de tu sistema nervioso: puede ser que se te tense la mandíbula, que se acelere tu respiración o los latidos de tu corazón, que empieces a sudar, que se te erice la piel,… Si prestas atención a tu hiperactivación, podrás empezar a adquirir recursos que te anclen al momento presente y que te ayuden a desescalar. Algunos de estos recursos pueden ser salir a caminar, poner conciencia en tu respiración para ralentizarla, tocar una superficie suave, como una manta, lavarte la cara con agua fría, decirte una frase como “Aquí estoy segura” o “Todo va a estar bien”.

4. Hazte cargo de tu niña interior. La parte de ti que se activa es la de la niña interior, por lo que hacerte cargo de ella y estar en contacto es de mucha ayuda para gestionar el detonante. Puedes preguntarte: ¿Qué es lo que necesita mi niña en este momento? Si la respuesta es seguridad, le puedes decir: “Yo te protejo”, si la respuesta es validación, le puedes decir: “Está bien que seas como eres”, si la respuesta es soledad, le puedes decir: “Yo estoy contigo”.

5. Practica conocer y expresar tus emociones. Las emociones son como los músculos: se desarrollan de manera saludable si se usan adecuadamente. Del mismo modo, si hemos ocultado una emoción como la ira o la tristeza durante la mayor parte de nuestras vidas, nuestra capacidad para hacer frente al sentimiento, se atrofia. Ésta es una de las razones por las que una reacción puede parecer incómoda o exagerada cuando hay un detonante. A medida que practicamos conocer y expresar nuestras emociones, es menos probable que reaccionemos de manera desproporcionada cuando sentimos algo de una forma intensa.

6. Toma un respiro. Cuando experimentamos un detonante emocional, perdemos nuestra objetividad. Podemos sentir que se nos ha quitado el aire. Esto hace que sea mucho más difícil decir lo que hay que decir, como por ejemplo, poner un límite. Si puedes, intenta alejarte por un momento para dejar que el ego se calme. Esto hace que sea más fácil comunicarte más tarde desde un lugar emocional de paz y seguridad.

7. Practica observar lo que ocurre dentro de ti con objetividad. Los detonantes emocionales, que están relacionados con la parte de la amígdala del cerebro, “apagan” la corteza prefrontal, que es la parte que nos permite reflexionar. Observar lo que te ocurre con desapego, te permite afrontar desde una objetividad y darle tiempo al cerebro para que procese la información. Para ello, practica desarrollar un observador interno que observa sin juicio. Practica respirar mientras observas sin reaccionar. El mindfulness es una práctica que te puede ayudar mucho a desarrollar estas habilidades.

8. Practica la aceptación. Por molestos y desafiantes que puedan ser los detonantes emocionales, puede ser útil recordar que son una de las formas en que el cuerpo nos señala hacia nuestra propia curación y plenitud. La práctica de aceptar lo que no podemos cambiar, por ejemplo, saber que la gente dirá o hará cosas que nos molestarán, es una forma de ser amables con nosotros mismos. No tenemos que aceptar el abuso, pero podemos aprender a tomar con calma los eventos detonantes que sucederán. Nuestra actitud de “sí” hacia ese hecho contribuye en gran medida a reducir el poder que los detonantes tienen sobre nosotros y recuperar nuestra capacidad de ser conscientes.

Conclusiones finales

Los detonantes emocionales siempre están relacionados con escenas traumáticas vividas en la infancia, donde nos sentimos indefensos y sin recursos para afrontar y gestionar determinadas situaciones. De adultos podemos, poco a poco, ir incorporando recursos como los mencionados más arriba para afrontar las situaciones presentes equipados y pudiendo reparar lo que nos ocurrió en la infancia.

Para gestionar los detonantes emocionales, es necesario el trabajo personal, ya que el mero paso del tiempo no sirve para sanarlos. El resultado del trabajo personal es muy gratificante, ya que permite vivir más en el presente, no sentirnos secuestradas en nuestros propios cuerpos y con la capacidad suficiente para afrontar las situaciones que la vida nos va poniendo delante.

El trabajo personal se puede hacer en soledad, pero esto no suele ser suficiente. Para tener resultados satisfactorios, es importante el acompañamiento de una terapeuta que sepa sobre detonantes emocionales y que te pueda acompañar y guiar de forma personalizada a encontrar e integrar los recursos que necesitas para gestionar tus detonantes emocionales de una forma eficiente y adecuada.

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Los detonantes emocionales: qué son y cómo gestionarlos (Parte I)

¿Qué es un detonante emocional?

Un detonante emocional es cualquier experiencia que desencadena una reacción emocional que es inmediata e intensa. La experiencia está ligada a otra anterior vivida, que se le parece, y que hace que el cerebro las asocie hasta el punto de pensar que se trata de la misma experiencia. Por ejemplo, un jefe que grita a una persona porque no le gusta el informe que ha hecho y que a la persona le recuerda a la experiencia de cuando su padre le gritaba de niña.

Las reacciones a los detonantes emocionales a menudo son excesivas y duran más de lo que tiene sentido para el evento. En el ejemplo anterior, la persona se congela y no puede responder a su jefe y se pasa varias horas en ese estado, sin poder expresarse y sin apenas moverse.

Esto es porque frente al evento, el sistema nervioso proporciona una respuesta automática de supervivencia: las tres posibles respuestas son las de congelación, lucha o huida. Se trata de una respuesta que no pasa por el neocórtex, la parte de racional de nuestro cerebro. En el ejemplo anterior, la respuesta de huida sería salir corriendo de la oficina y/o evitar al jefe durante horas o días y la respuesta de lucha sería gritarle al jefe de vuelta, respondiendo a una agresión con otra.

Estas respuestas primarias del sistema nervioso, además de ser abrumadoras y angustiantes, nos pueden causar problemas en el desarrollo de nuestra vida.

Cuando desarrollamos las herramientas emocionales para gestionar los detonantes emocionales, transformamos la experiencia:

Detonante→ reacción

ej: el jefe me grita -> me quedo paralizada

puede convertirse en

Detonante → reacción → recurso

ej: mi jefe me grita -> entro en un estado de congelación, pero tras unos minutos de respirar, me conecto conmigo misma en el presente y salgo del estado de congelación.

Con suficiente práctica, puede convertirse en:

Detonante → recurso

ej: el jefe me grita –> me quedo paralizada –> aprendo a conectar de nuevo conmigo misma a través de la respiración y no entro en un estado de congelación. Pasados unos minutos, le puedo decir a mi jefe que por favor no me grite.

Una vez que desarrollamos recursos internos, podemos aprender a responder en lugar de reaccionar a ciegas, lo cual trae seguridad y confianza, que poco a poco, con la práctica, van aumentando.

Cuál es el origen de los detonantes emocionales

Cuando reaccionamos de forma intensa ante un evento que no es muy significativo, es probable que el pasado esté invadiendo el presente y secuestrando nuestro sistema nervioso.

Vamos a ver algunos ejemplos de detonantes muy comunes:

  • Sentirse pequeña o invisible, como cuando estamos solos en un grupo o nos comparamos.
  • Sentirse rechazado, como cuando alguien nos deja plantados o ignora nuestras llamadas.
  • Sentir que estamos siendo controlados, como cuando alguien toma decisiones por nosotros o nos dice qué hacer o sentir.
  • Sentir que se aprovechan de nosotros, como cuando alguien no nos paga un dinero que le habíamos prestado.
  • Sentirse expuesto o vulnerable, como cuando hablamos frente a un grupo de persona o lloramos delante de alguien.
  • Sentirse sola o abandonada, como cuando una pareja no escucha lo que le decimos o no contesta a nuestros mensajes.
  • Sentirse invadido, como cuando alguien no respeta un límite que le hemos puesto o no respeta nuestro espacio físico.
  • Sentirse incómodo con lo que está sucediendo, como cuando somos testigos de que alguien está siendo lastimado o cuando las palabras o acciones de alguien no están de acuerdo con nuestros valores.
  • Sentirse amenazado, como estar en una relación de pareja donde el espacio no se siente seguro o se percibe como inestable.

Todos estos eventos ordinarios de la vida pueden recordarnos, y a menudo lo hacen, traumas de nuestro pasado.

Un trauma es un evento impactante y doloroso en el que somos impotentes ante el resultado, donde no contábamos con los recursos para gestionar lo que estaba sucediendo. Durante una experiencia traumática, a menudo nos desvinculamos de lo que sucede, nos disociamos porque la experiencia es demasiado dolorosa. Tendemos a olvidar la experiencia y relegarla al subconsciente. Más tarde, la experiencia aparece de nuevo en forma de detonante, haciendo que nos sintamos como nos sentimos entonces, demasiado abrumados por lo que sucede.

Poco a poco, se pueden ir descubriendo estas memorias e irlas integrando, de manera que sean procesadas realmente como algo que sucedió en el pasado. Mientras no ocurre esto, un detonante nos lanza a la memoria corporal del trauma antes de que estemos listos para afrontarlo conscientemente. Es por eso que a menudo sentimos una impotencia tan infantil.

Esto es algo que nos ocurre a todas las personas, ya que nuestro cuerpo está diseñado para sobrevivir. Dependiendo de la historia de cada persona y su infancia, tendrá más o menos detonantes emocionales con más o menos intensidad.

Si has crecido en una familia narcisista/disfuncional, es probable que tengas bastantes detonantes y que sean de una intensidad alta. Sentir muchos detonantes es algo que puede ser muy abrumador. En especial si no sabes lo que son o no puedes compartirlo con nadie. Es frecuente que los detonantes despierten sentimientos de vergüenza y pensamientos del tipo: “Hay algo que no está bien en mí” o “Estoy loca”. El acompañamiento por una terapeuta que sepa sobre detonantes emocionales puede ayudar mucho en aprender a gestionarlarlos, lo que abordaremos con profundidad en el siguiente artículo.

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El miedo al compromiso

Las personas con miedo al compromiso tienen dificultades para formar relaciones a largo plazo. El miedo al compromiso significa que aunque quieras tener y mantener una relación a largo plazo, tienes dificultades para llevarlo a la práctica.

Este miedo puede provenir de temas como tener heridas de infancia de rechazo o abandono, sentirte insegura sobre lo que puedes ofrecerle a una pareja o tener miedo de las relaciones en general según experiencias personales pasadas, como que te hayan sido infiel.

También temas relacionados con experiencias vividas en la infancia, como haber tenido padres en los que no podías confiar porque tenían un comportamiento errático o falto de coherencia o se mostraban con frialdad. Esto define el estilo de apego. Las personas con apego desorganizado o apego evitativo es muy probale que tengan miedo al compromiso. Si has crecido en una familia narcisista o disfuncional, es muy probable que tus experiencias de infancia, te hayan llevado a tener miedo al compromiso de adulta.

Todas estas diferentes experiencias y rasgos pueden influir en cómo se comporta alguien en una relación. Esto puede hacer que sea difícil notar la diferencia entre alguien que realmente no quiere comprometerse y alguien que está lidiando con otros problemas.

¿Crees que puedes ser una persona con miedo al compromiso? Más abajo te explicamos algunos de las señales más comunes del miedo al compromiso.

Señales de que tienes miedo al compromiso

Auto-sabotaje

El sabotaje de la relación es algo que puede hacerse de forma consciente o inconsciente y consiste en comportamientos como demandar demasiado a tu pareja, buscar defectos en tu pareja de forma intencionada, enfadarte con la otra persona sin un motivo justificado o buscando una excusa.

Las personas que se autosabotean tienen de fondo una narrativa de “Esto no va a funcionar”, y buscan la manera de que esta idea se haga realidad. Es lo que se conoce como profecía auto-cumplida.

Para el tema del auto-sabotaje, te puede servir preguntarte: ¿Qué historia me estoy contando acerca de esta relación?

Dificultades para hacer y mantener planes a medio y largo plazo

Cuando la relación la vives teniendo un pie dentro de la relación y el otro fuera, todo lo que no sea muy a corto plazo, te da miedo y lo ves demasiado lejano como para proyectarte en el tiempo. Ejemplos de esto pueden ser no aceptar la invitación a una boda a tres meses vista o evitar hacer planes para las vacaciones.

Miedo a la intimidad

El miedo a la intimidad supone temer que tu pareja te conozca de forma profunda. Te cuesta compartir tus pensamientos y sentimientos y por eso mantienes una distancia. Tu guardia tenderá a estar alta.

Para algunas personas esto también incluye la sexualidad. Puede haber miedo de aprender más sobre su propia sexualidad o vergüenza por compartir sus cuerpos con otra persona.

Situaciones como mostrarte vulnerable o hablar de comportamientos de tu pareja que no te gustan o te hacen daño, te causan una extrema incomodidad, hasta el punto de plantearte dejar la relación para no tener que hacerlo. O bien guardarte la información, de modo que la relación se mantiene en un plano superficial.

Dificultad para perder tu independencia

Hay muchos sentimientos positivos asociados con estar a cargo de tu propia vida y no tener que negociar con otra persona. Para algunos, el miedo a renunciar a esta capacidad de estar a cargo de su propio tiempo, espacio, dinero, amistades y toma de decisiones puede ser aterrador.

Cuestionas la relación

Tienes fuertes sentimientos hacia tu pareja, te sientes conectada y disfrutas del tiempo que pasáis juntos. Aun así, no puedes dejar de preguntarte cosas como:

  • “¿Realmente me quiere?”
  • “¿Qué pasa después?”
  • “¿Estoy preparada para esto?”
  • “¿Quiero que esto funcione?”

Es bastante normal hacerse preguntas como estas de vez en cuando, especialmente si tu pareja te importa y no quieres perderla. Sin embargo, cuestionar la relación constantemente, hasta el punto en que interfiere en la relación o te causa angustia emocional, puede sugerir miedo al compromiso.

No sentirse lo “suficientemente buena”

Haber tenido experiencias de infancia donde no te has sentido digna de amor porque éste se retiraba con mucha facilidad o porque se te daba este mensaje de forma directa o indirecta, puede hacer que de adulta, sentirte que eres suficiente para recibir el amor de otra persona, pueda resultar algo abrumador y extremadamente incómodo.

Problemas de confianza

A veces, la confianza tiene que ver con la propia persona y con lo comentado antes de no sentirse digna de amor. En otras ocasiones, se trata de la otra persona, creyendo que en cualquier momento, te van a abandonar.

Otras veces, la falta de confianza tiene que ver con una búsqueda de la perfección, buscando una pareja que sea perfecta. Por supuesto, nadie es perfecto y, en consecuencia, no te quedas con nadie el tiempo suficiente para desarrollar la relación.

También puede existir la creencia de que cualquier relación terminará y, por lo tanto, no hay necesidad de invertir en una relación cuando está destinada a no funcionar.

Otras personas pueden elegir de forma inconsciente parejas  inapropiadas o emocionalmente indisponibles para que la relación no tenga posibilidades de funcionar.

Otras señales de miedo al compromiso

  • Estás contento con la relación pero aún pasas mucho tiempo cuestionándola.
  • Tienes dificultades para visualizar el futuro de la relación.
  • Tienes dudas a la hora de definir la relación.
  • No te sientes emocionalmente comprometido o conectado.
  • Cuando sientes que la relación da un paso hacia adelante, das un paso hacia atrás, como por ejemplo, provocando un conflicto.

Cómo el miedo al compromiso daña las relaciones

En última instancia, el miedo al compromiso puede conducir a la desaparición de una relación. En algunos casos, esta desaparición puede ser prolongada y dolorosa, especialmente si una persona está tratando de hacer que la relación funcione mientras que la otra no contribuye emocionalmente.

En el camino, la persona que está tratando de comprometerse probablemente experimentará dolor, frustración, confusión, ira, vergüenza y, finalmente, apatía a medida que se rinda a mantener la relación.

La persona que tiene miedo al compromiso puede experimentar sentimientos de miedo, preocupación y estrés. Puedes sentirte frustración contigo misma por no poder progresar en la relación y sentir culpa porque puedes ver que estás haciendo daño a la otra persona. En algunos casos, una persona que tiene miedo al compromiso puede sentirse frustrada con la otra persona por tratar de hacer progresar la relación en lugar de mantener el statu quo.

En las situaciones más destructivas e hirientes, una persona con problemas de compromiso puede sabotear la relación distanciándose por completo, pasando por oleadas de calor y frío, amenazando con rupturas, siendo infiel o creando conflictos innecesarios como forma de escapar.

Cómo empezar a trabajar y reparar el miedo al compromiso

Terapia individual

La terapia es un excelente lugar para comenzar a trabajar las posibles razones por las que el compromiso podría representar un desafío para ti.

Puede ser útil hablar con una terapeuta si alguna de los señales anteriores resuena contigo. Puede ayudarte a abordar el miedo al compromiso de una manera empática y sin juicios. Si tu miedo al compromiso te causa ansiedad u otra angustia emocional, la terapia también puede ayudar.

Compártelo con tu pareja

A veces, simplemente ponerle un nombre a tu miedo puede ayudarte a manejarlo mejor. Si te importa tu pareja pero sabes que tienes problemas con el compromiso, trata de hablar con ella. Hazle saber cómo te sientes acerca de ella y la relación y trata de decirle exactamente a qué le tienes miedo, si es posible.

Podrías decir algo como “Pasé por una mala ruptura hace unos años y me tomó mucho tiempo recuperarme. Tengo miedo de volver a pasar por eso. Me importa y me gusta a dónde va esto, pero necesito más tiempo para acostumbrarme a la idea de estar en una relación”.

Busca una pareja que pueda cubrir tus necesidades

Si sabes que necesitas tiempo para sentirte segura en una relación, puede ser útil salir con alguien que no necesite pasar todas las noches libres juntos y que no te presione para que te comprometas de inmediato.

Esto puede depender de lo que necesites exactamente de una pareja. Pero alguien que lleva un estilo de vida ocupado podría ser una buena opción si sabes que necesitas mucho espacio y tiempo a solas.

Si no disfrutas que te toquen constantemente, una pareja que sea más fría puede encajar mejor que alguien que necesita mucho afecto físico.

Practica el compromiso

Si tú y tu pareja queréis que la relación tenga éxito, pero uno o ambos tienen miedo al compromiso, puede ser útil desarrollar juntos hábitos de compromiso.

Podéis probar estos pequeños pasos hacia el compromiso:

  • Pasar la noche juntos.
  • Pasar un fin de semana juntos fuera de la ciudad.
  • Tomaros de la mano en público o con personas que conocéis.
  • Hablar sobre las cosas que os gustaría hacer juntos en una temporada diferente y observar cómo os sentís. Por ejemplo, tal vez ambos queráis hacer planes para las vacaciones del verano.
  • Presentaos mutuamente a personas de vuestro entorno, como amigos o familiares y observad cómo os sentís con la experiencia.
  • Si surgen sentimientos de miedo o ansiedad al hacer esto, crear un espacio para hablar de ello.

Conclusiones sobre el miedo al compromiso

El miedo al compromiso es un tema complicado. Una variedad de factores pueden contribuir a ello, y esos factores pueden variar de persona a persona.

Si bien los problemas de compromiso pueden dificultar las relaciones, no hacen que las relaciones íntimas a largo plazo sean imposibles. Las cosas pueden requerir un poco de trabajo personal y una comunicación honesta con tu pareja.

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La falta de validación: en qué consiste y sus consecuencias

Las voces de nuestros padres y cuidadores son las primeras que escuchamos en la infancia. Los padres nos muestran el mundo y nuestro lugar dentro de él. Nos dicen quiénes somos lo mejor que saben, es lo que se llama mirroring. De niñas, este mirroring por nuestros padres son la primera y principal referencia que tenemos a la hora de construir nuestra identidad.

Pero, ¿qué pasa cuando lo que nos dicen no es lo adecuado? ¿Qué pasa si te caes y, en lugar de tenderte la mano, te reprenden por perder el equilibrio? No todos los padres saben hacer bien su rol. Muchos padres invalidan los sentimientos de sus hijos. Algunos niños crecen creyendo que sus logros nunca son suficientes, que son invisibles, que sus emociones son algo malo.

Si has crecido en una familia disfuncional, donde ha habido abuso narcisista, maltrato y/o negligencia emocional, seguro que esto te suena.

Más abajo recogemos los testimonios reales de personas que han crecido en una familia narcisista/disfuncional y no se han sentido validadas.

25 señales de que te has sentido invalidada en tu infancia

Te han dicho que eras “demasiado emocional”

Emociones como la rabia o el llanto eran recibidas con un “Cálmate” o “Relájate”.

Buscas la validación de otras personas

Al tener falta de confianza, he tendido a buscar complacer a parejas o jefes para que me diesen un visto bueno como persona que yo no me daba a mí misma.

Tienes dificultades para mostrarte vulnerable

En mi familia mostrarse vulnerable no estaba permitido porque se consideraba “algo de débiles”. De adulta, con mis parejas, tendía mostrarme como una mujer fría y sin sentimientos, repitiendo el mismo comportamiento. Esto no me permitía conectar ni conmigo misma ni con mis parejas a un nivel más profundo, con lo que no tenía intimidad real.

Te disculpas por todo

De niño me disculpaba mucho porque el reproche y el sentimiento de culpa eran algo constante. Esto me ha llevado a disculparme demasiado de adulto, tanto que hasta lo he llegado a hacer con muebles con los que me he chocado por mi casa.

Te has sentido invisible

La gente me habla como si no hubiera hablado o inicia una conversación diferente como respuesta. Me siento ignorada de una forma constante.

Se burlaron de tus metas o proyectos

Mi familia se burlaba de mis sueños. Decían que era “imposible” o “estúpido”. Yo quería rescatar animales heridos y una vez me señalaron un animal muerto y en mi familia me dijeron: “Vete a rescatar eso, vaya carrera profesional”.

Tus padres han obviado tareas básicas

He vivido situaciones como que mis padres se olvidaran frecuentemente de irme a recoger al colegio y de dejar comida en la nevera para mi almuerzo.

Te han etiquetado mucho de “egoísta”

Mi padre narcisista me etiquetaba de “egoísta” cada vez que miraba por mi bienestar o me priorizaba. Esto me ha llevado a poner por delante las necesidades de los demás frente a las mías de adulta.

Eres una persona perfeccionista

Al crecer con mensajes de mi padre narcisista de que no era suficiente. De adulta, he tratado de compensar esto siendo una persona perfeccionista, no permitiéndome cometer errores, ni mostrarme vulnerable.

Tus padres narcisistas no querían oír hablar de tus problemas

Si compartía con mis padres narcisisitas, me decían frases como: “Pero siempre estás igual” o “Algo habrás hecho mal” , como si yo, de niño, no tuviera permiso tener dificultad con las cosas y tuviera que lidiar con las dificultades como su fuera un adulto.

Te autosaboteas

Me cuesta mucho estar cerca de las demás personas y las alejo a causa del rechazo que siento hacia mí mismo. Cuando consigo algo que es bueno para mi vida, como un trabajo deseado, acabo consiguiendo que me echen.

Tengo la idea de que el amor no es algo que se da porque sí sino que se ha de ganar

Como adulta, siento que tengo que complacer a la gente para ganarme su amor y esto me hace daño, ya que siempre antepongo las necesidades de los demás frente a las mías y a la larga siento resentimiento.

Tiendes a cuestionarte a ti mismo

Cualquier feedback que no sea positivo, me lo tomo muy en serio y tiendo a cuestionarme a mí mismo, a decirme que no soy adecuado o que soy defectuoso.

Buscas el afecto de desconocidos

Tenía tantas ganas de que me escucharan que cuando era niña, que le contaba mi vida entera a extraños.

Sientes la necesidad de justificarte frente a los demás

Desde que tengo memoria, he tenido la costumbre de sobreexplicar las cosas, como si estuviera en el banquillo de los acusados. Ahora sé que desarrollé ese hábito en respuesta a las frecuentes críticas de mi familia narcisista.

Te has sentido poco o nada deseada

De niña, mis padres me repitieron mucho el mensaje de que habrían preferido un niño en lugar de una niña. Esto ha marcado mis relaciones adultas, con la tendencia a sentirme poco deseada en las relaciones.

Entre los miembros de tu familia había favoritos

Mi padre narcisista no tenía ningún problema en mostrar abiertamente que prefería a mi hermana antes que a mí. Esto ha impactado profundamente mi relación con los hombres, tendiendo a verlos como una potencial amenaza para mi autoestima en lugar de como personas con las que tener un vínculo nutriente y de amor.

Te menospreciaban o humillaban constantemente

Mi madre narcisista decía frases como “A ver dónde te vamos a colocar a ti” implicando que nadie me iba a querer, mientras mi padre y mi hermana se reían del comentario.

Tus padres no te apoyaban ni estaban presentes en los momentos importantes para ti

Mis padres nunca vinieron a un partido de fútbol o voleibol porque eran “demasiado aburridos”. Más tarde, eso se convirtió en no reconocer mis méritos ni felicitarme por nada que haya conseguido en la vida.

La amabilidad de la gente te sorprende

El hecho de que mis amigos me pregunten cómo estoy o de que mi pareja me anime a que no sea tan dura conmigo misma es algo que me sigue resultando raro, ya que en mi familia narcisista no existía la amabilidad.

Si tus necesidades emocionales no fueron satisfechas cuando eras niño, no fue culpa tuya y no estás solo. Mereces amabilidad y sentirte apoyada por personas cercanas a ti.

Si te has sentido identificado al leer este artículo, la ayuda profesional de una terapeuta que entienda de falta de validación y familias disfuncionales, puede ayudarte en tu recuperación.

Es importante sanar y reparar las heridas de infancia para poder vivir como adultos de una forma más sana y satisfactoria.

Imagen de Sasha Freemind en Unsplash

Por qué es difícil romper la relación con un narcisista

Cuando nos enamoramos, es natural apegarse y formar un vínculo afectivo. Por ello, si decidimos dejarlo o nos dejan, se pasan momentos duros, donde se suelen vivir las fases del duelo. Sin embargo, cuando este vínculo es con un narcisista (entendiendo el término como una persona con Trastorno Narcisista de la Personalidad), no es fácil romperlo a pesar de que en la relación haya abuso y/o maltrato.

Aunque no estés a gusto en la relación, suele haber muchas resistencias o un bloqueo a la hora de romper el vínculo. Pero, ¿por qué es así?

Normalmente, el vínculo con una narcisista empieza de una forma muy intensa. Estas personas pueden ser extremadamente encantadoras, interesantes y estimulantes. Inicialmente, pueden tratarte con amabilidad y calidez, darte mucha atención y hacer lo que se conoce como el bombardeo de amor o love bombing.

Esto genera una dependencia de forma rápida y una gran necesidad de su atención y validación. Una vez que la narcisista crea que estás enganchado y se sienta segura, suele haber un cambio en su comportamiento, de forma progresiva o bien de una forma más abrupta. Su actitud encantadora desaparece y es reemplazada o entremezclada con diversos grados de frialdad, crítica, exigencias y abuso narcisista.

A partir de entonces, es probable que empieces a esforzarte por complacer y tratar de volver al estado inicial de la relación. Mientras tanto, tu autoestima se ve dañada a diario. Es muy posible que te engañe y manipule y comiences a dudar de tu percepción de la realidad.

Lo más importante a tener en cuenta que la narcisista es una persona a la que sólo le importa otra persona: ella misma y que no tiene empatía ni moral. Procura satisfacer sus necesidades emocionales por todos los medios necesarios, incluso a costa de hacer mucho daño a las personas cercanas, en especial sus parejas.

Con el tiempo, intentas evitar el conflicto y te vuelves más sumiso. A medida que crecen la negación y la disonancia cognitiva, haces y permites comportamientos que no hubieras imaginado cuando la conociste.

Las investigaciones confirman que es común que las víctimas se apeguen a su abusador, particularmente cuando hay refuerzo intermitente. El refuerzo intermitente consiste en tener gestos amables o amorosos de forma puntual para que la víctima se mantenga en el vínculo, esforzándose para que estos gestos aumenten, aunque esto es algo que no se da. Es como dar migas del pastel dando a entender que si complaces y te “portas bien”, el pastel llegará. Esto es lo que la narcisista insinúa o comunica de una forma indirecta, pero es sólo una estrategia, ya que en realidad su única pretensión es mantener sus necesidades emocionales cubiertas y dar lo menos posible a cambio.

Estas necesidades emocionales no sólo consisten en recibir atención, cuidados, cariño, halagos,.. sino que también suele utilizar a su pareja para descargar su rabia o frustraciones, o para proyectar aspectos de sí misma negados o rechazados. Un ejemplo de una proyección es decirle a su pareja: “Eres demasiado perfeccionista en todo lo que haces” cuando en realidad la narcisista es igual de perfeccionista o incluso más.

Esto se convierte en lo que se conoce como vínculo traumático o trauma bond, donde en la dinámica de la relación se suele repite un patrón que experimentaste con un padre o madre narcisista, abusivo o emocionalmente no disponible.

El vínculo traumático supone tener sentimientos ambivalentes, de amor/odio por tu pareja, justificando su abuso o maltrato y experimentando muchas dificultades para dejar la relación. La pérdida de la conexión emocional con la pareja se puede vivir como peor que el abuso, ya que en muchos casos supone tocar la herida de abandono vivida en la infancia con el padre o madre y en realidad es ese niño/niña interior el que mantiene el vínculo, sintiendo que dejarlo es equivalente a morirse, a no sobrevivir.

Además, toda la liberación de hormonas que se da debido a los altibajos y la inestabilidad de la relación se puede volver adictiva y confundir la intensidad con el amor. Esa liberación de hormonas que combina oxitocina y dopamina cuando estás contento con cortisol y adrenalina cuando se siente la relación amenazada, también se produjo en la infancia y la tendencia es a repetirlo. Se confunden la intensidad con el amor y el estrés con la pasión. Hay dificultades para ver el vínculo como lo que es: un lugar inestable y no seguro, donde no hay confianza, ni apertura ni cuidados.

La dependencia también es un factor determinante para tener dificultades para dejar la relación. Normalmente, las personas que escogen de forma inconsciente a una pareja narcisista, tienen carencias de amor propio, seguridad, de auto-validación. Cuando hay esta carencia, la tendencia es a buscar que alguien cubra esta necesidad desde fuera. Y esto es algo que el narcisista hace muy bien al principio, dando a su pareja ese cariño, validación,… lo que sea que se dé cuenta que necesita. Pero sólo para retirarlo de forma progresiva y sustituirlo por comportamientos abusivos.

En definitiva, la combinación de estos factores más el hecho de que el narcisista suele resistirse a que su pareja deje la relación, teniendo comportamientos como el hoovering, hace que romper sea muy difícil. Normalmente son necearios varios intentos antes de dejar la relación de forma definitiva y en ese proceso, renunciar a la liberación de hormonas comentada más arriba, supone pasar por una etapa de “mono”, de forma similar al de una persona que está dejando una sustancia adictiva.

Pero es posible dejar este tipo de relaciones y la recompensa es grande: te recuperas a ti misma y también te puede servir para averiguar qué aspectos necesitas trabajar en ti, como la autoestima, para que tus siguientes relaciones de pareja sean más sanas y donde ya no haya “agujeros emocionales” por los que un narcisista pueda colarse. Para esto, es recomendable hacer terapia con una terapeuta que tenga conocimiento sobre relaciones narcisistas y/o abusivas.

Imagen de Hanna Postova en Unsplash.

Las ideaciones suicidas: en qué consisten y cómo gestionarlas

Este artículo está dedicado a explicar qué son las ideaciones suicidas, para qué las has creado y cómo puedes empezar a gestionarlas.

A pesar de que las ideaciones suicidas pueden tener varios orígenes, en este artículo nos centraremos en las que tienen su raíz en el maltrato en la infancia. Una situación familiar donde el padre o la madre tiene Trastorno Naricisista de la Personalidad o algún otro trastorno reconocido en el grupo B del DSM-V o tiene una adicción, reconocida o no, o ha sufrido maltrato en su infancia, es my probable que maltrate a alguno o todos sus hijos.

Qué son las ideaciones suicidas

Las ideaciones suicidas supone tener pensamientos recurrentes acerca de matarte. Los pensamientos pueden o no incluir un plan para morir por suicidio.

No todas las personas con ideaciones suicidas las llevan a cabo. Pero si tú o un ser querido las tiene, es conveniente buscar ayuda profesional. En última instancia, las ideaciones suicidas son un síntoma al que es necesario mirar y averiguar para qué está ahí.

Situaciones vitales que causan las ideaciones suicidas

  • Afecciones de salud mental como ansiedad, depresión o el Trastorno de Estrés Post-traumático Complejo, entre otros.  
  • Dolor intenso y continuo que se siente como insoportable.
  • Mucho estrés que se percibe como imposible de manejar.
  • Antecedentes familiares de suicidio.
  • Situaciones en la infancia de abuso o maltrato.
  • Una tragedia o muerte reciente de un ser querido que se vive como insuperable.

Sentimientos internos que pueden detonar las ideaciones suicidas

  • Si estás afrontando una situación que sientes es difícil o imposible de superar.
  • Falta de esperanza en el futuro.
  • Sentimientos muy intenos y constantes de impotencia y/o vacío.
  • Victimizarte, consciente o inconscientemente, de forma constante.
  • Sentir que eres una carga para tus seres queridos.
  • Dolor frecuente e intenso emocional y/o físico.

Comportamientos frecuentes de las personas con ideaciones suicidas

  • Consumir de forma habitual mucho alcohol o drogas.
  • Actuar de forma agresiva.
  • No tener apenas contacto con familiares y/o amigos.
  • Tener cambios de humor intensos.
  • Comportarse de forma muy imprudente o impulsiva, como conducir a demasiada velocidad.
  • Comprar un arma.
  • Guardar o acumular pastillas.
  • Dar o regalar objetos de valor propios.
  • Enviar mensajes de despedida a amigos y familiares o en las redes sociales.
  • Buscar oline formas de suicidarse.
  • Hacer testamento o poner sus asuntos económicos en orden.

Tipos de ideaciones suicidas

Pensamientos suicidas activos. Esto sucede cuando no sólo tienes pensamientos suicidas, sino que también tienes la intención de suicidarte. Esto incluye tener planes o un método para llevarlo a cabo, como por ejemplo, planear tomarte dos frascos de pastillas en un momento concreto cuando sabes que nadie te va a ver ni lo va a interrumpir.

Pensamientos suicidas pasivos. Esta situación ocurre cuando tienes pensamientos de suicidio, como: “Desearía poder irme a dormir y no despertarme”, pero no tienes una intención real de hacerte daño o planeas suicidarte.

Cómo tratarlas

Tu terapeuta te puede ayudar a tratar un plan de seguridad específico para ti. Este plan puede incluir ayudarte a:

  • Detectar detonantes que desencadenan pensamientos negativos o suicidas, como ciertas imágenes, situaciones, lugares, estados de ánimo o el contacto con algunas personas.
  • Buscar formas saludables de desescalar el estrés con técnicas de relajación como la meditación o darte un baño con sales o con ejercicio, como practicar yoga o dar un paseo por la naturaleza.
  • Identificar a seres queridos y profesionales a los que puedes acudir para obtener apoyo en un momento de crisis.
  • Regalar a tus sentidos con experiencias sensoriales que te conecten con el momento presente y con la vida, como por ejemplo, taparte con una manta suave, encender una vela de vainilla o comer algo rico.
  • Hablar sobre tus ideaciones suicidas con tu terapeuta o una persona en la que confíes es algo suele ayudar mucho. Pensar en suicidarte es una carga muy pesada que, al compartirla, la puedes aligerar.

Las ideaciones suicidas y el trauma

Si has crecido en una familia disfuncional y has sufrido maltrato o abuso en la infancia, hay una probabilidad alta de que desarrolles ideaciones suicidas como una defensa frente a una situación que para un niño o niña resulta demasiado abrumadora.

En última instancia, las ideaciones suicidas se pueden percibir como una salida a un sufrimiento grande frente al que en la infancia, siendo completamente dependiente de tus padres, no puedes hacer nada.

Una vez la defensa se instala ahí, saldrá como un automático para protegerte aunque seas una adulta y algunas situaciones que afrontes, aunque se parezcan, no sean la misma.

El suicidio sigue siendo un tema tabú y hablar sobre las ideaciones suicidas con una terapeuta puede dar lugar a sentimientos de vergüenza, culpa, angustia,… pero es necesario expresarlo. Toda acción empieza con una idea y compartir esta idea, puede empezar a aliviar la carga y el sufrimiento que llevas dentro.

En última instancia, una persona que decide suicidarse y lo lleva a cabo, se ha convertido en la víctima y la agresora de sí misma, perpetuando dentro de sí misma una dinámica normalmente vivida con su familia de origen y después repetida en una relación de pareja, de amistad, de trabajo,…

Por ello, es importante que puedas ver y explorar esas dos partes que hay dentro de ti para poder trabajarlas y recolocarlas. Esto es algo a lo que la terapia Gestalt te puede ayudar.

Qué hacer en los momentos en que aparecen

Esto no sirve como sustitutivo a buscar ayuda profesional, ya que las ideaciones suicidas es un tema que necesita que explores y trabajes dentro de ti de forma profunda. Sin embargo, esto quizá te pueda ayudar para empezar a lidiar con ellas de otra manera.

Cuando tengas ideaciones suicidas, simplemente observa tus pensamientos sin tomártelos muy en serio ni creértelos. Date cuenta de qué te estás defendiendo o protegiendo: ¿qué es lo que sientes? ¿Angustia, tristeza, abatimiento, desesperación? ¿En qué lugar de tu cuerpo sientes estas u otras emociones? ¿En el pecho, el estómago,..? Ponte una mano en esa zona del cuerpo y respira eso que sientes. Sigue observando las ideaciones suicidas como lo que son, sólo pensamientos. Vuelve a tu cuerpo y sigue respirando lo que sientes durante unos minutos. ¿Ha cambiado algo? ¿Cuál es la intensidad de tus emociones y de tus pensamientos ahora?

Si practicas esto cada vez que tengas ideaciones suicidas, poco a poco, irán remitiendo en frecuencia y en intensidad.

Tú eres la dueña de tu vida y la que decide qué haces con ella. ¿Acabar con ella es realmente lo que quieres? ¿Qué es lo que hay debajo en realidad? ¿Qué es lo que necesitas cambiar en ti? Afrontar las ideaciones suicidas te devuelve algo muy importante como persona: la dignidad.

Si tú o un ser querido tuyo tiene ideaciones suicidas, pide ayuda. Se trata de un tema que se puede afrontar y, con el tiempo, cambiar, pero es probable que necesites que alguien te acompañe en esa tarea. Pedir ayuda para afrontarlo ya es de por sí reparador, ya que supone empezar a responsabilizarte de tu vida.

Si tienes una crisis, puedes llamar al teléfono de la esperanza en el 717 003 717, que es gratuito y funciona 24 horas los 365 días del año.

Imagen de Joshua Rawson-Harris en Unsplash.

Qué hace a una persona habilitadora del abuso

En qué consiste la habilitación del abuso

En muchos casos, una persona habilitadora del abuso no se da cuenta de que lo es, ya que habilitar comienza como un esfuerzo por apoyar a un ser querido que está pasando por un momento difícil.

La habilitación puede consistir o bien en apoyar comportamientos no sanos que no tienen un efecto directo sobre el facilitador, por ejemplo, esconder que un ser querido es adicto al alcohol, o bien que sí tienen un efecto directo, por ejemplo, una mujer que permite que su marido sea psicológica y emocionalmente abusivo con ella.

En este artículo nos vamos a centrar más en el segundo que en el primero.

En ese sentido, la habilitación es un patrón de comportamiento, a menudo adoptado por las víctimas de abuso o maltrato, que busca evitar la confrontación y el conflicto aceptando, justificando, minimizando, negando, racionalizando,… el abuso sin cuestionarlo ni establecer límites. Con esta dinámica, el narcisista que realiza el abuso, tiene el “permiso” del habilitador para continuar con este patrón de comportamiento.

En un esfuerzo por tratar de aplacar a la narcisista abusadora, la habilitadora le da lo que quiere para “mantener la paz”. La idea es que los esfuerzos por confrontar o establecer límites frente a un comportamiento inaceptable a menudo resultan en una escalada inmediata del conflicto, por lo tanto, es más fácil aceptar lo que quiere la narcisista abusadora.

Consecuencias de la habilitación del abuso

Si bien la habilitación no elimina por completo los episodios de abuso, sí reduce la frecuencia general y/o la intensidad del conflicto y establece un statu quo donde los roles del abusador y la víctima en la relación están claramente definidos.

Pero esto tiene un precio. Si bien habilitar suprime los conflictos a corto plazo, conlleva reforzar y prolongar una dinámica de control y poder que es disfuncional en una relación donde una de las personaa es libre de ejercer comportamientos abusivos para obtener lo que quiere. Los habilitadores, a menudo sin darse cuenta, se convierten en cómplices de su propia trampa, lo que les dificulta aún más romper con el ciclo de abuso.

Si la persona que facilita el abuso en algún momento decide poner límites, se encuentra con una fuerte resistencia por parte de la persona narcisista abusadora en forma de ataques de rabia, chantaje emocional, gaslighting o luz de gas, amenazas, acusaciones falsas,…

Qué siente una persona habilitadora del abuso

Las personas habilitadoras del abuso a menudo se sienten frustradas y atrapadas, porque tienen que reprimir sus emociones y aguantar comportamientos muy dañinos para evitar todavía más abuso.

Como consecuencia de mantenerse en una situación tan dañina a nivel emocional, las personas facilitadoras del abuso es muy probable que desarrollen ansiedad, depresión, abuso de sustancias, estallidos de ira, enfermedades autoinmunes,… Las personas habilitadoras a veces se convierten en abusadoras secundarias de niños, familiares, conocidos o compañeros de trabajo a quienes pueden considerar como “más débiles”.

¿Qué causa el comportamiento habilitador?

El comportamiento de una persona habilitadora del abuso a menudo no es intencional y surge del deseo de ayudar. De hecho, muchas personas que habilitan a otros ni siquiera se dan cuenta de lo que están haciendo. Los comportamientos habilitadores suelen estar asociados con patrones codependientes.

La codependencia suele estar vinculada con experiencias pasadas y relaciones tempranas. Algunos factores contribuyentes pueden incluir:

  • Historial de negligencia o abuso
  • Uno de tus padres ha sido habilitador del otro
  • Cuidadores sobreprotectores
  • Inversión de los roles en tu familia de origen, de modo que en la infancia has tenido que ejercer de padre o madre de tus padres
  • Tus necesidades han sido ignoradas de forma persistente en tu infancia

Las personas codependientes no se sienten con poder personal, por lo que la habilitación de los comportamientos de otra las hace sentir con un cierto poder. Lo que ocurre es que este sentimiento de poder no es real, sino que se trata de dependencia emocional y a menudo genera resentimiento, ya que la persona codependiente que habilita no siente que su comportamiento esté siendo reconocido o agradecido.

Ejemplos de comportamientos de una persona habilitadora del abuso

  • Una mujer que inventa excusas para los ataques de rabia violentos de su marido.
  • Una empleada que justifica la explotación por parte de su jefe.
  • Aceptar las consecuencias negativas de las malas decisiones de otra persona.
  • Pagar las deudas de otra persona.
  • Esconder las botellas de un ser querido que es adicto al alcohol para que el entorno no descubra la adicción.

Qué no hacer frente al abuso

Si estás habilitando comportamientos de abuso por parte de otra persona, esto es muy dañino para ti a nivel emocional. Esto es lo que puedes empezar a hacer para romper con el patrón de abuso:

  • No guardes silencio. Habla con personas de confianza sobre ello. Una terapeuta que entiende sobre abuso puede ser un buen comienzo si no quieres/puedes contarlo a nadie de tu entorno.
  • No descargues tu rabia hacia niños u otras personas que consideres “más débiles” que tú.
  • No protejas a alguien de las consecuencias de su propio comportamiento.
  • No te engañes pensando que puedes “soportarlo” o que eres lo suficientemente fuerte como para absorber el dolor de otra persona. Quizás sí puedas hacerlo pero no es tu responsabilidad y tiene un coste muy alto para tu salud y tu bienestar emocional.
  • No intentes asumir el rol del salvador o una persona que puede arreglar el comportamiento de una persona narcisista abusadora.
  • No asumas que debido a que tus hijos sólo están siendo testigos de lo que está pasando, eso no les hará daño.
  • No te digas a ti misma que debido a que el abuso es intermitente u ocasional, no es grave.
  • No asumas que debido a que la persona abusadora es amigable y amable la mayor parte del tiempo, no califica su abuso como “real”.

Qué hacer para dejar de ser una persona habilitadora del abuso

  • Obtén ayuda. Habla con alguien que entienda por lo que estás pasando.
  • Infórmate para determinar qué comportamientos son abusivos y cuáles no.
  • Trabaja para establecer límites personales y aprender a decir que no.
  • Trabaja en tu autoestima para sentirte digna y merecedora de un buen trato por parte de todas las personas que te rodean.

Los comportamientos de la persona habilitadora del abuso pueden tener motivaciones muy nobles, como el de ayudar a otra persona, o muy prácticas, como la de evitar que el abuso escale. Sin embargo, a la larga, sólo perpetúan comportamientos que son dañinos para ambas personas que intervienen. Si quieres salir del ciclo de abuso y vivir una vida de bienestar, es necesario nombrarlo y afrontarlo.

Imagen de Rémi Walle en Unsplash