
*Nota: A lo largo de este artículo hablaré de”niña buena” y “madre narcisista” pero todo ello es también aplicable para “niño bueno” y “padre narcisista”.
Cómo se forma el Rol de la Niña Buena
Con la necesidad de conectarse con la madre, la niña mira a los ojos de su madre y necesita verse reflejada en ella. ¿Qué pasa si, en cambio, la mirada de la niña se encuentra con un vacío emocional? Las luces están apagadas. No hay nadie en casa.
¿Qué pasa si el tanque emocional de mamá está perpetuamente bajo y tiene poco o nada para darle a su hija?
Si la madre no recibió el amor y la afirmación que necesitaba cuando era ella una niña, entonces su hija, en el papel de la ”niña buena” aprende rápidamente que las necesidades de su madre, y no las suyas, son las que están en el centro de la relación.
El vacío que siente la madre por dentro puede amenazar con tragarse tanto a la madre como a la hija. Simplemente no hay suficiente nutrición emocional. Y como un balde con un eterno agujero, los sentimientos de la madre, que utiliza una defensa narcisista, necesitan una recarga exterior constante. En respuesta, la hija aprende a dejar sus propias necesidades en un segundo plano mientras trabaja para llenar el vacío de la madre.
Así, muchas niñas a las que se les ha dado el rol de “niña buena” aprenden que tener contenta a mamá es necesario para su propia supervivencia emocional. Con este fin, la “niña buena” logra subvertir / reprimir / negar sus propias necesidades para atender a las de su madre.
La “niña buena” aprende, en un juego de castigos y recompensas y una dinámica dictatorial, sea explícita o implícita, a:
- Dar una buena imagen para la madre: El comportamiento, la apariencia y los logros de la “niña buena” deben reflejarse bien en mamá.
- Fingir que todo está bien para tener contenta/no preocupar a la madre: La “niña buena” actúa siempre de forma alegre, entusiasta y tiene una cara positiva para no abrumar a la madre. El mal humor, los contratiempos y las luchas deben ser negados y/o escondidos.
- Estar siempre disponible para la madre. La niña adopta una actitud complaciente hacia la madre, estando disponible para ella y sus necesidades 24/7. Se revierten los roles y la niña aprende que en su relación con la madre la protagonista es esta última y que su papel es el de comparsa.
El precio a pagar por ser la “Niña Buena”
En el curso de su desarrollo, la “niña buena”, sintonizada con las necesidades de su madre y desconectada de las propias, aprende a enterrarlas por el bien de la madre. Sin embargo, estas necesidades y sentimientos no desaparecen por el mero hecho de ignorarlas. Cuando surgen estas necesidades reprimidas, la “niña buena” puede sentirse como una farsa. Se vuelve “buena” a expensas de ser real.
Esto es, puede darse cuenta de que en realidad está representando un personaje que es el que complace a la madre pero que está reprimiendo otras partes de sí misma, como ser mala, sexual, seductora, maleducada, rebelde,… que forman parte de la experiencia humana. Ahí es cuando puede empezar a desidentificarse con el rol de la “niña buena”.
Cuando la “niña buena” de la madre que ha optado por una defensa narcisista, necesita apoyo de la madre con respecto a una pérdida, una decepción o cualquier otra situación con la que tenga una dificultad en la vida, y empiece a demandar este apoyo, es posible que descubra que la madre tiene poco que dar.
La madre no es mala, aunque sus acciones pueden ser destructivas para la hija. En pocas palabras, una madre que está herida de manera narcisista, está consumida por preservar y reponer su empobrecido sentido de sí misma. Su tanque emocional está vacío. Cuando la madre experimenta inseguridades profundas, su crianza puede verse leve o profundamente afectada. La defensa narcisista significa que mamá siempre está en una búsqueda incesante de los suministros emocionales que no recibió durante los momentos cruciales de su propio desarrollo.
Además, la madre puede sentir la necesidad de disfrazar su necesidad, lo que puede resultar en la negación, en estar a la defensiva y en la manipulación de su hija.
Debido a que la “niña buena” está desconectada de su Verdadero Yo y que su sentido de sí misma se basa en hacer feliz a otra persona, corre el riesgo de tener codependencia en sus relaciones. Y como está acostumbrada a hacer de la felicidad de otra persona la base de sus sentimientos de autoestima, puede experimentar dificultades en quererse a sí misma con independencia de los vínculos que hay en su vida.
Así es como “ser buena” para mamá no es necesariamente bueno para la hija.
Cómo Sanar el Rol de la Niña Buena
Sin embargo, la sanación es posible. Éstos son algunos de los pasos para llegar a ella:
- La “niña buena” puede empezar a ampliar la visión de sí misma para poder abrazar las partes de sí misma que han sido juzgadas como “malas” por ser rechazadas por la madre. Estas partes varían de persona a persona. En general, son todo lo que no tiene que ver con una “niña buena”, como la maldad, la rebeldía, la traición, la seducción, la diversión, la fantasía,…
- La “niña buena” puede empezar a desarrollar comportamientos y actitudes no permitidos en la infancia por la madre con una defensa narcisista , como decir que no, poner límites, ser asertiva, mostrarse vulnerable o hablar de temas en su vida que la enfadan, preocupan,…
- Aceptar su propia imperfección y soltar la exigencia de ser una perfecta “niña buena”.
- Comenzar a identificar sus propias necesidades y aprender a priorizarlas frente a las necesidades de los demás, incluida la madre.
- Permitirse soltar las expectativas que tiene la madre frente a quién es ella y su comportamiento e indagar en quién es realmente, definiéndose desde sí misma sin el espejo de la madre, sino buscando espejos más objetivos, como el de una terapeuta.
Es posible que, si has sido una “niña buena” en tu familia, te encuentres con la oposición de algunos miembros o de tu propia madre cuando quieras salir del rol. Al final, se trata de tu vida y de cómo quieres vivirla. Nadie tendría que dirigirla hasta el punto de negarte ciertas partes naturales y fundamentales de ti. Ni siquiera tu madre.
Fuente: https://goodtherapy.org
Imagen de Limor Zellermayer en Unsplash
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