
El yoga está recomendado por muchos expertos en trauma para supervivientes de abuso emocional, psicológico, físico y/o sexual.
Equilibra el sistema nervioso, dando más espacio al sistema parasimpático, el que se encarga del reposo del cuerpo. Muchos supervivientes sufren de hipervigilancia por tener el sistema simpático hiperactivado, por eso tienen tendencia a la ansiedad.
El yoga aporta relajación, equilibrio, flexibilidad, fuerza y te permite respirar más profundamente.
Pero… ¿qué es en realidad el yoga?
Podemos hablar sobre los Sutras, los textos védicos, la historia del linaje.
O podemos hablar de las poses aparentemente inalcanzables, y tal vez absurdas.
La mano que probablemente nunca llegará al pie en esa posición.
Respirar hasta la barriga. Sólo eso.
La vida no puede ser así de simple.
Te pones sobre el mat.
El lenguaje es extraño.
La apertura es incómoda.
Quieres correr.
Pero, en cambio, respiras.
Respiras sin prisa, te concentras en tu respiración.
Puedes luchar contra la respiración.
O puedes abrazar la respiración.
De cualquier manera, algo ha cambiado.
Comienzas el trabajo.
Duele. Te quieres ir. Pero te quedas.
Oyes al/a la profesor(a). Parece que se le hace súper fácil.
Te cae mal.
Llegas al final de la clase.
De repente, estás flotando en una nube.
Vuelves a un mundo que parece ligeramente diferente.
No estás seguro de porqué.
Diez minutos después, vuelves a ti.
Te dices a ti misma que quizás lo dejas.
Pero no lo haces.
Tienes muchas horas de sudor, dolor, desaliento, odio, limitaciones, aburrimiento e inquietud.
Aparecen durante años.
Y no quieres. Pero lo haces.
Al final, tal vez, finalmente empiezas a conseguirlo.
Crees. Confías.
Las posturas se vuelven más tangibles y posibles.
Hay grandes saltos hacia adelante y una caída suave.
La fuerza y la flexibilidad finalmente han llegado, y estás orgullosa de ti,
¡Finalmente todo ha valido la pena!
Pero no. Eres sólo un principiante.
Entonces, el secreto comienza a desarrollarse en pequeños y fugaces destellos.
Los momentos “ajá” comienzan a suceder un poco más a menudo.
Y luego, con suerte, finalmente comienza a amanecer sobre ti.
Te das cuenta de que todos los progresos no han sido por intentarlo.
Se trataba de dejar ir. ¿Cómo dejas ir? No tengo ni idea.
Pero sucede, y tú lo haces.
Despacio.
Y no todo a la vez, pero con suerte, finalmente te das cuenta.
El yoga realmente era todo, no la respiración, sino la quietud entre esas respiraciones.
Ese lugar mágico donde el tiempo se detiene.
Incluso esos segundos breves, y tal vez minutos, fue donde sucedió toda la sanación.
Donde sucedió todo el crecimiento.
Todo lo que tenías que hacer todo el tiempo era dejar de intentarlo.
Para simplemente estar quieto.
Maldición.
Quería decírtelo al principio.
Pero no me hubieras creído.
Si quieres empezar a practicar yoga en tu casa, puedes hacerlo con este canal de Kassandra. Las clases son en inglés.
En su libro “El Cuerpo Lleva la Cuenta” Bessel Van Der Kolk recomienda el yoga entre otras muchas actividades físicas que las supervivientes pueden practicar para sanar, como Pilates, qi gong, aikido, tai chi,..
0 comentarios