
Primero veamos en qué consiste una madre narcisista. Imagínate una madre que parece ser la madre perfecta en público, pero que se enfada y grita a sus hijos y a su pareja en privado cuando no hacen lo que ella quiere … o una madre que deliberadamente hace que sus hijas se sientan confundidas diciéndoles que algo no ha sucedido cuando sí que ha sucedió objetivamente, invalidando su experiencia y ayudándoles a aprender que no pueden confiar en sí mismas.
¿Te sientes reflejado en estas descripciones? Ambos son ejemplos de madres que tienen rasgos narcisistas. Al igual que muchos rasgos de personalidad, el narcisismo se distribuye en un espectro, lo que significa que la mayoría de las personas se encuentran en algún lugar a lo largo del medio del espectro, mientras que sólo unas pocas llegan a los extremos. El narcisismo patológico, en forma de Trastorno Narcisista de la Personalidad es el que está en el completo extremo. En ese extremo también se encuentran los trastornos anti-sociales: los psicópatas y sociópatas.
Cómo se comporta una madre narcisista
Ser criado por una madre narcisista da lugar a la creencia de que “No soy lo suficientemente bueno”.
El reparto de roles
Las madres narcisistas tienen la fantasía de que sus hijas son extensiones de sí mismas, no personas independientes, y por ello el trato que les dará es muy peculiar. Por lo general, una o varias serán la extensión de lo que la madre narcisista considera sus cualidades y su luz, que es a al que se conoce como la niño dorada y en la otra u otras proyectará su sombra, las cosas o temas que no le gustan de sí misma, y será utilizada como descarga de las emociones que la madre narcisista no sabe gestionar: es el que se conoce como el rol del chivo expiatorio.
Una vez asignados los roles, lo cual ocurre a una edad muy temprana, los niños aprenden a encajar en los moldes que su madre narcisista ha creado para ellos, y esto puede generar ansiedad en el niño, que constantemente hace a un lado su propia personalidad para complacer a los padres. La pareja de la madre narcisista, por lo general, codependiente, seguirá el juego de al narcisista, sin tener voz ni voto en lo que ocurre en la familia. En muchas ocasiones, la madre narcisista infantiliza al codependiente y lo trata como si fuera un niño más.
El hijo de una madre narcisista, tanto el niño dorado como el chivo expiatorio, debe adherirse a la agenda de los padres para sobrevivir en un entorno muy inestable. Afirmar sus propios sentimientos o pensamientos puede llevar a problemas con los padres que pueden incluir enfados muy intensos, lágrimas o castigos. A través de esto, el niño aprende que sus sentimientos y pensamientos no son importantes, inválidos e intrascendentes, así que aprenden a reprimir sus propios sentimientos para mantener la paz en la familia.
Una madre narcisista envía el mensaje de que todo tiene un precio
Las madres narcisistas no siempre son crueles. A menudo pueden ser amables, pero esta amabilidad casi siempre viene con condiciones. El niño a menudo llegará a interiorizar que la amabilidad de su madre narcisista le lleva a sentirse en deuda con ella. Ya sea abierto o encubierto, el sentimiento “Como hago esto por ti, me debes una” siempre está ahí, a veces de una forma muy inconsciente. La bondad y el amor son muy condicionados y esta deuda emocional hará sentir al niño constantemente que el amor no es gratis y que está en deuda cuando se le trata bien. En estas familias, nada es gratis. Todo tiene un precio.
El comportamiento de una madre narcisista puede ser difícil de manejar en el mejor de los casos, por lo que para una niña puede resultar extremadamente impredecible e inquietante. Las niñas pequeños no pueden simplemente levantarse y dejar a su familia, por lo que sacrifican su propia autoestima y se culpan a sí mismas cuando reciben castigos o se las maltrata.
El hijo interioriza la creencia de que lo que pasa es culpa suya
El niño interioriza la creencia de que él es el problema: “Si fuera mejor en esto o aquello, entonces mis padres me querrían más”. La propia creencia de los padres de que son los padres perfectos sólo agrava esta creencia, ya que creen que cualquier resistencia o negatividad que experimenten por parte del niño, es culpa del niño.
El niño interioriza la creencia de que él es el problema: “Si fuera mejor en esto o aquello, entonces mis padres me querrían más”.
Una niña no tiene los recursos psicológicos para ver las cosas con objetividad y es auto-referente mientras crece. De ahí que ponga en sí misma y se culpe por el trato que le dan, en lugar de darse cuenta de que hay un miembro en la familia con una patología. Además, como su realidad es lo único que conoce, cree que todas las familias son así.
Sólo cuando se hace adulto, tiene la oportunidad de encajar las piezas del puzzle y darse cuenta de la disfuncionalidad de su familia y de que no hay nada “malo” ni de “insuficiencia” en él. Para ello, normalmente es necesaria la ayuda de una terapeuta que sepa sobre narcisismo para cambiar estas creencias. El primer paso es entenderlo cognitivamente y el segundo, más importante, integrarlo emocionalmente.
El Niño Dorado
Conviene aclarar que todo lo mencionado arriba se refiere al chivo expiatorio más que al niño dorado, que no crecerá con una sensación de insuficiencia ni de que “hace las cosas mal”, sino más bien al contrario, tendrá una sensación de omnipotencia y de que es “perfecto”. Aunque esto también tiene su precio, ya que se espera mucho de este niño, se le exige mucho y también se le condiciona el amor y no se le permiten expresar sus emociones y sentimientos con libertad. En esencia, el mensaje que se le da al chivo expiratorio es el de “lo haces mal”, “hay algo defectuoso en ti” y el mensaje que se le da al niño dorado es “lo haces bien si lo haces como yo te digo” y “eres perfecto y esto es lo que se espera de ti”. Todo ello es un escenario manipulado por la madre narcisista para cubrir sus propias necesidades y para proyectarse en sus hijos y así no tener que lidiar consigo misma.
Al final, ni el chivo expiatorio es defectuosa, ni la niña dorada perfecta. Pero muchos años de este entrenamiento les lleva a ambas a creer que ésa es la realidad. Sólo saliendo de este ambiente tóxico y con tanta manipulación es cuando podrán empezar a sanar y tener más equilibrio psicológico y emocional en sus vidas y una visión más realista de sí mismas. La niña dorada, en muchas ocasiones, no saldrá de este ambiente, que aunque le exige, le refuerza sus cualidades. El chivo expiatorio es la más proclive a distanciarse de la familia y buscar respuestas fuera de ella, en entornos diferentes.
Imagen de Unsplash.
(Continúa en el siguiente artículo)
Gracias por este articulo. Describe perfectamente lo que viven algunos niños en sus casas. Muchas veces, este tipo de padres ponen a competir los hijos para crear conflicto y que su autoestima dependa aún más de ellos… lo clásico es gritar, humillar, y hacerles sentir defectuosos a través de las críticas constantes. Decir también que estos padres no soportan las criticas ni tienen autocrítica ninguna, ya que se consideran perfectos en todo lo que hacen.
Gracias por tus palabras, Karina. Saludos!