
Las emociones básicas nos regulan en respuesta a lo que ocurre en el exterior. Hay diferencias sobre cuáles son las emociones básicas, ésta que os cuento está basada en el experto en emociones Paul Ekman, que contiene seis: alegría, tristeza, miedo, rabia, sorpresa y asco. Las seis están presentes todas las culturas del mundo y se ha demostrado que son identificables por las personas, a pesar de pertenecer a contextos socioculturales completamente diferentes. Esto sugiere que las emociones son respuestas evolucionadas más que expresiones culturales. Las niñas expresan las emociones de forma sana, tal y como las sienten, sin filtros.
Funciones de las Emociones
Miedo
La función del miedo es avisarnos de situaciones peligrosas o potencialmente peligrosas o de hacer que salgamos de ellas. Físicamente, se manifiesta con una aceleración en los latidos del corazón, una respiración más rápida (respirando únicamente desde el diafragma a la nariz en lugar desde el estómago, que es la forma de respirar más sana y natural) preparando a nuestro cuerpo para realizar la acción más adecuada, que podría llegar a ser congelarse, huir o luchar.
Rabia
La función de la rabia es motivarnos para protegernos a nosotros mismos o a nuestros seres queridos o a algo que consideremos valioso. Es una emoción displacentera que pone a todo el cuerpo en un modo de “preparado para el combate”. La rabia donde la solemos sentir es o bien en la parte superior de la espalda (como los gatos cuando se enfadan y se ponen en posición de atacar) o, cuando se trata de rabia contenida y no expresada, en la parte inferior de la mandíbula (localizada en unos músculos que se llaman maseteros).
Tristeza
La función de la tristeza es la de avisarnos de algo que nos hace daño, nos perjudica, para que nos alejemos de ello, para que aprendamos algo o para que nos despidamos de alguien (una relación que termina o el duelo por la muerte de un ser querido). La manifestación más expresiva de la tristeza son las lágrimas, es energía que busca el camino hacia fuera. Experimentarla y expresarla nos permite sanar heridas y crecer en la vida.
Asco
La función del asco es evitar que entremos en contacto o que dejemos sustancias que son tóxicas, peligrosas, infecciosas,,.. También nos avisa de personas o situaciones de las que mantenernos alejadas. Por ejemplo, el asco a veces nos avisa cuando estando o no en una relación de pareja, insisten en que tengamos sexo cuando en realidad nosotros no queremos en ese momento. Ese asco te está avisando de algo, es una emoción límite, si quieres decir “no”, dilo. Físicamente se manifiesta en la forma de hacer una mueca, arrugar la cara, sacar la lengua o escupir.
Alegría
La función de la alegría es avisarnos de que ha ocurrido algo que resalta nuestro bienestar y nuestra celebración de la vida y nos anima a que lo repitamos en el futuro. Cuando estamos contento, nos reímos, en ocasiones a carcajadas, y la postura del cuerpo se vuelve abierta y confiada.
Sorpresa
La función de la sorpresa es la de indicarnos que ha ocurrido algo inesperado para prepararnos para tratar con ello. Ese “algo que nos pasa” puede ser placentero o displacentero. Una sorpresa muy grande se puede convertir en un shock. Físicamente, se manifiesta en la forma de unos ojos muy abiertos, la mandíbula que cae y en muchas ocasiones las manos nos las llevamos a la cabeza.
Hay una tendencia a ver las emociones displacenteras como “malas”, como por ejemplo la rabia o la tristeza y a ver las placenteras como “buenas”, como la alegría. En realidad todas ellas están ahí para algo en concreto, como hemos visto y la función que cumple cada una de ellas es importante. Así, por ejemplo, es displacentero experimentar la tristeza y llorar, pero si no lo hacemos, es decir, si la ignoramos o la negamos, no por eso desaparece. Las personas que evitan experimentar la tristeza pueden acabar teniendo una depresión. Las emociones que sientes, si no las expresas, si no las sacas hacia afuera, se quedan atrapadas en tu cerebro y en tu cuerpo y se acaban manifestando de formas disfuncionales. La vida es naturalmente sana en proporcionarnos un equilibrio, es como el Yin y el Yang, no puede haber alegría sin tristeza.
Hay algunas emociones que están particularmente penadas para algunos colectivos. Así, los hombres tienen más penalizada la tristeza (“si lloras eres un débil”) y las mujeres, la rabia “mira qué fea te pones cuando te enfadas” o “pareces una loca”). Las emociones no saben de géneros y lo sano es experimentarlas y expresarlas todas.
En las sociedades occidentales actuales vivimos penalizando las emociones, en un constructo social e ideológico que las ignora y las esconde. Llorar y reír es de lo más natural que hay como seres humamos que somos. La naturaleza es sabia pero nos empeñamos en cambiarla y convertirnos en algo que en realidad no somos. Las emociones están ahí para algo, para motivar y dirigir nuestro comportamiento en la vida. Son como un mapa que nos va indicando de qué huír, a qué acercarnos, de qué protegernos o cómo disfrutar. Movernos sin ellas nos convierte en semi-autómatas que han perdido el contacto consigo mismos y que dejan de saber qué quieren o a dónde van.
Con esto no quiero decir que podamos expresar la rabia a nuestro jefe o poner cara de asco cuando alguien que no nos gusta nos invita a salir. Pero sí que hay formas sanas de hacerlo, en ambientes en los que estamos protegidos o seguros, en terapia o en casa, donde las podemos expresar con libertad. Si expresas tus emociones, te sientes seguro y sabes a dónde vas. Si no lo haces, se acabarán manifestando de forma disfuncional, harás lo que se denomina un “acting in”, hacerte a timisma lo que le quieres hacer a los demás, por ejemplo, tragándote la rabia de forma autodestructiva, o un “acting out”, haciéndole a otras personas lo que te han hecho a ti, por ejemplo, gritarle a tu hermano pequeño porque tu jefe te ha gritado a ti.
La terapia Gestalt y el psicodrama permiten expresar emociones dentro de un contexto seguro y en el que poder integrarlas para tener una vida más saludable y de bienestar emocional.
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