La Codependencia está basada en Hechos Falsos

La Codependencia está basada en Hechos Falsos

La codependencia se basa en una mentira. Sus síntomas se desarrollan para hacer frente a la creencia profunda, pero falsa y dolorosa: “No soy digna de amor y respeto“. En la tabla a la izquierda, los síntomas centrales de la codependencia están en rojo, pero casi todos los síntomas de la codependencia giran en torno a vergüenza. Todo este sistema funciona por debajo de nuestra conciencia, y hasta que lo hagamos consciente y lo sintamos, estamos atrapados bajo su influencia.

“No soy digna de amor y respeto“.

Síntomas de la Codependencia

Si quieres saber cómo dejar de ser dependiente emocional, es importante que te des cuenta de que los síntomas de codependencia son causados por la vergüenza, son defensas para no sentirla. La mayoría de las codependientes crecen avergonzadas de sus verdaderos sentimientos, deseos y necesidades porque en su infancia no tuvieron una buena recogida por parte de sus padres, que en lugar de darle un espacio de respeto y dignificar esto, las avergonzaban, dándoles el mensaje de que “Lo que sientes es malo” o “Tus necesidades son erróneas” o “No tienes derecho a tener deseos”. Como adultas, los niegan, los devalúan y  no los expresan para evitar detonar esos sentimientos de vergüenza.

“Lo que sientes es malo”, “Tus necesidades son erróneas”, “No tienes derecho a tener deseos”.

Muchos codependientes no pueden identificarlos en absoluto, y, de forma automática, les dan prioridad a los de las personas con las que se relacionan frente a los propios. Esto conduce a la ansiedad, la depresión, las obsesiones y el comportamiento adictivo. Por debajo, lo que suele haber son sentimientos muy intensos de dolor y de rabia no reconocidos ni gestionados. Especialmente durante las primeras fases de una relación, ya sea de pareja, amistad, de trabajo,.. se sobreadaptan a la otra persona y complacen para ser queridos y aceptados. Una vez la relación se estabiliza, a menudo sienten decepción y resentimiento porque se dan cuenta de que la relación está desequilibrada. Dan de más y, en muchas ocasiones, se sienten asfixiados por la otra persona.

Si quieres averiguar cómo dejar de ser dependiente emocional, es importante que te des cuenta de si este tipo de dinámicas tóxicas se dan en tus relaciones con los demás: amistades, parejas, en el entorno de trabajo, familiares,…

La Vergüenza

La vergüenza es un sentimiento que si es muy intenso y se prolonga demasiado en el tiempo, conduce a pensamientos autodestructivos y autoevaluaciones negativas, lo que da lugar a una baja autoestima. La autoestima se refiere a cómo pensamos y nos sentimos acerca de nosotros mismos. Cuando tenemos vergüenza tóxica y cometemos un error, ya sea real o imaginario, nuestros sentimientos de culpa son exagerados e irracionales. Si creemos que no somos dignos de amor, debemos controlar lo que mostramos a los demás. No comunicamos lo que sentimos ni expresamos nuestras necesidades y deseos. En cambio, tenemos expectativas ocultas y manipulamos, insinuamos o nos volvemos pasivo-agresivos. ESCONDEMOS QUIÉNES SOMOS. La autenticidad se ve comprometida y la comunicación se vuelve disfuncional.

Cuando no podemos ser reales, las relaciones y, en especial, las de intimidad, se resienten. Si no podemos comunicarnos de forma efectiva y asertiva, esto es un campo minado para que surjan conflictos y se den malentendidos. Si ambas partes se comportan así, en poco tiempo, la relación se deteriora y es fácil que ambas partes crean que en realidad no conocían a la otra persona.

La “vergüenza de la ansiedad”, el miedo a ser juzgado o rechazado, persigue a los codependientes. Para hacer frente y obtener lo que necesitan y quieren, SIN DARSE CUENTA, intentan manipular y controlar a los demás. Se convierten en dependientes emocionales que dependen de que otra persona les quiera o simplemente esté con ellos para sentirse seguros o mejor consigo mismos. Esta es su dependencia. Su estado de ánimo y felicidad dependen de los de otra persona, y su autoestima depende de la aceptación de otras personas. Por eso creen que tienen que manejar o controlar los sentimientos y el comportamiento de otras personas. Agradar a las personas y dar son formas de hacerlo, al igual que crear drama, amenazar y demandar.

Si nuestro bienestar y autoestima dependen de otra persona, tiene sentido estar muy pendientes y pensar mucho sobre sus motivos, intenciones, sentimientos y comportamiento para sentirnos seguros. Esto explica el enfoque y la obsesión de los codependientes sobre sus seres queridos.

Cuidar a los demás es otra forma de control. Si alguien depende de mí y me necesita, entonces no me rechazará ni me dejará. Además, si soy yo quien da, no me expongo, no tengo que sentirme vulnerable, es una forma de ponerse por encima de la otra persona para evitar sentimientos de vulnerabilidad. Así me siento fuerte, protector, ayudante o confidente. Tal relación desequilibrada con el tiempo, suele generar enfado y resentimiento por ambas partes.

Muchas codependientes son perfeccionistas. En su opinión, deben ser perfectas, porque la alternativa es que “quedarán mal” de alguna manera o se sentirán como un fracaso. Los errores o defectos crean una gran incomodidad debido a la vergüenza que generan. Pueden sentirse ansiosas, enfadadas o impulsadas a arreglar algo, cuando realmente lo que están tratando de arreglar sin darse cuenta es su propia sensación de insuficiencia interna. Viven con la tiranía de sus propios “debería” alimentados por la vergüenza, la ansiedad y el perfeccionismo. Cometer errores, ser humana, sentirse ordinaria, no son aceptables, son experimentados con una intensa vergüenza. Hay un rechazo de su propia naturaleza humana porque en su infancia se les exigió de forma desproporcionada perfeccionismo, muchas veces para no “molestar” a los padres o como proyecciones de sí mismos en su “mejor versión”.

Sanar la Codependencia

Si quieres saber cómo dejar de ser dependiente emocional, hay varias conductas que puedes aprender que te ayudarán a sanar la codependencia:

  • Poner límites y ser asertivo hace mucho para aumentar la autoestima y construir una autonomía personal en lugar de dependencia emocional.
  • Aceptar la imperfección, como la que tienen todas las personas y dejar de ser tan exigente con una misma. Abandonar la idea de que “tengo que ser perfecta para que me quieran”.
  • Poner el foco en quererte y cuidarte tú a ti mismo el lugar de esperar que sean otras personas las que lo hagan.
  • Cambiar la actitud de “la vida me debe algo” y con ella, sanar el resentimiento. Permitirte sentir rabia y aprender a gestionar la emoción.
  • Prestarte más atención a ti misma en lugar de a las personas que te rodean.
  • Aceptarte tal y como eres y validarte, sin buscar esa validación fuera de ti, en otras personas.

Cambiar los hábitos de toda la vida no es algo fácil ni rápido. Se requiere valor y el apoyo de una terapeuta especializada en codependencia.

Sin embargo, para una recuperación duradera, debemos deshacer verdaderamente la mentira que nos envuelve. Enfrentar y sanar el tema central de la vergüenza es necesario para un cambio duradero y para evitar la recaída en las relaciones poco saludables.

Fuente: https://www.whatiscodependency.com

¿Qué tienen en común las Narcicistas y los Codependientes? (Más de lo que te Imaginas)

¿Qué tienen en común las Narcicistas y los Codependientes? (Más de lo que te Imaginas)

Las codependientes y los narcisistas son polos opuestos para algunas cosas pero para otras, por extraño que pueda parecer, son muy similares. Los narcisistas exhiben síntomas de las codependientes como la vergüenza, la negación, el control, la dependencia emocional y la comunicación y límites disfuncionales, todo lo cual conduce a problemas de intimidad.

Eso sí. Aunque la mayoría de los narcisistas pueden clasificarse como codependientes, lo contrario no es cierto: la mayoría de las codependientes no son narcisistas. No exhiben rasgos comunes de explotación, sentirse con más derechos que los demás y la falta de empatía.

Si quieres saber cómo superar la codependencia, puedes empezar por darte cuenta de las características que tienes en común con una persona narcisista.

6 Características que tienen en común las Narcisistas y los Codependientes 

Dependencia Emocional

La codependencia supone tener un ‘Yo Perdido’. Los codependientes han perdido su conexión con su Yo Verdadero, consigo mismos. En cambio, su pensamiento y comportamiento giran en torno a una persona o sustancia. Se sobreadaptan para complacer y gustar a los demás y así sentirse queridos y aceptados. Las narcisistas también sufren de una falta de conexión con su Verdadero Yo. En su lugar, se identifican con su ‘Yo Ideal‘. Su privación interna y la falta de conexión con su yo real las hace dependientes de otras personas para su reconocimiento. En consecuencia, al igual que los codependientes, su autoimagen, pensamiento y comportamiento están orientados hacia otras personas para estabilizar y validar su autoestima y su ego frágil.

Irónicamente, a pesar de la alta autoestima declarada, las narcisistas anhelan el reconocimiento de los demás y tienen una necesidad insaciable de ser admiradas, para obtener su suministro narcisista. Esto los hace tan dependientes del reconocimiento de los demás como un adicto una sustancia. Una narcisista grita: “Mírame y escúchame”, pero muchas de ellas no quieren más que eso, por lo que prefieren tener vínculos con personas pasivas, que no participen mucho en la conversación ni les contradigan. Utilizan a las demás personas como espejos de sí mismas.

Vergüenza

La vergüenza está en el núcleo de la codependencia y la adicción. Proviene de crecer en una familia disfuncional. La autoestima inflada de las narcisistas se confunde comúnmente con el amor propio. Sin embargo, la exageración y la arrogancia simplemente alivian la vergüenza inconsciente e interiorizada, que también es común entre las codependientes.

Los niños desarrollan diferentes formas de lidiar con la ansiedad, la inseguridad, la vergüenza y la hostilidad que experimentan al haber crecido en familias disfuncionales. La vergüenza interiorizada puede resultar a pesar de las buenas intenciones de los padres y la falta de abuso manifiesto.

Para sentirse seguras, algunas niñas adoptan patrones de afrontamiento que dan lugar a un Yo Ideal, desde donde buscan reconocimiento, dominio y poder sobre los demás. Buscan poder y control de su entorno para satisfacer sus necesidades. Su búsqueda de prestigio, superioridad y poder les ayuda a evitar sentirse inferiores, vulnerables, necesitadas e indefensas a toda costa. Ésta es una estrategia que suelen adoptar tanto narcisistas como codependientes. Creen que si muestran una imagen de perfección, los demás les querrán.

Es justo al contrario. Cuanto una persona más persigue su Yo Ideal, más se aleja de su Yo Real, lo que sólo aumenta su inseguridad, su falso yo y su sentido de la vergüenza.

Negación

La negación es un síntoma central de la codependencia. Las codependientes generalmente niegan su codependencia y, a menudo, sus sentimientos y necesidades.

Del mismo modo, los narcisistas niegan sus sentimientos, particularmente aquellos que expresan vulnerabilidad. Muchos no admitirán sentimientos de insuficiencia, incluso ni para sí mismos. Desconocen y, a menudo, proyectan en los demás sentimientos que consideran “débiles”, como el anhelo, la tristeza, la soledad, la impotencia, la culpa,.. La rabia los hace sentir poderosos. La rabia, la arrogancia, la envidia y el desprecio son defensas de la vergüenza subyacente.

Las codependientes niegan sus necesidades, especialmente las necesidades emocionales, que fueron descuidadas o que les hicieron sentir vergüenza al demandarlas en sus familias disfuncionales de origen. Muchas codependientes actúan de manera autosuficiente y ponen rápidamente a otros en primer lugar. Otras codependientes exigen a las personas que satisfagan sus necesidades.

Aunque los narcisistas no suelen priorizar las necesidades de los demás, algunos en realidad complacen a las personas y pueden ser muy generosos. Además de asegurar el apego de aquellos de quienes dependen, a menudo su motivo es el reconocimiento o sentirse superior o grandioso en virtud del hecho de que pueden ayudar a las personas que consideran inferiores. Al igual que muchos codependientes, pueden sentirse explotados y resentidos hacia las personas a las que ayudan.

Muchos narcisistas se esconden detrás de una fachada de autosuficiencia y distanciamiento cuando se trata de necesidades de cercanía emocional, apoyo, aflicción, cuidado e intimidad. Su búsqueda de poder los protege de experimentar la humillación de sentirse débiles, tristes, asustados o querer o necesitar a alguien, en última instancia, para evitar el rechazo y el sentimiento de vergüenza. Sólo la “amenaza” del abandono revela lo dependientes que son en realidad.

Comunicación Disfuncional

Generalmente, tanto como las codependientes como las narcisistas carecen de habilidades de asertividad. Su comunicación a menudo consiste en críticas, demandas, etiquetado y otras formas de abuso verbal.

Por otro lado, algunos también intelectualizan, se ofuscan y son indirectos. Les resulta difícil identificar y expresar claramente sus sentimientos. Aunque pueden expresar opiniones y tomar posiciones, con frecuencia tienen problemas para escuchar y son dogmáticos e inflexibles. Éstos son signos de comunicación disfuncional que evidencian inseguridad y falta de respeto por parte de la otra persona.

Control

Al igual que las codependientes, los narcisistas buscan el control. El control sobre nuestro entorno nos ayuda a sentirnos seguros. Cuanto mayor es nuestra ansiedad e inseguridad, mayor es nuestra necesidad de control.

Cuando dependemos de los demás para nuestra seguridad, felicidad y autoestima, lo que las personas piensan, dicen y hacen se vuelve primordial para nuestra sensación de bienestar e incluso seguridad.

Intentaremos controlarlas directa o indirectamente siendo personas complacientes, mintiendo o manipulando. Si estamos asustados o avergonzados de nuestros sentimientos, como la rabia o el dolor, intentamos controlarlos. La rabia o el dolor de otras personas nos molestarán, por lo que también deben evitarse o controlarse.

Intimidad

Finalmente, la combinación de todos estos patrones hace que la intimidad sea un desafío tanto para las narcisistas como para los codependientes. En las parejas formadas tanto por narcisistas como por codependientes, hay una dependencia mutua, una fusión con el otro, una falta de límites y de autoestima y una necesidad de controlar y de manipular, que hace que suelan ser relaciones conflictivas, con muchos altibajos, donde hay dificultades para expresar la vulnerabilidad, para sentirse seguras y para manifestar las necesidades de una forma clara y asertiva.

Superar la codependencia no es algo fácil ni rápido, pero sí posible. Lo que no tienen en común un codependiente y una narcisista es que el codependiente, si recibe la ayuda adecuada, puede cambiar patrones de conducta, sanar a su niño interior y sanar. Una narcisista puede realizar ciertas modificaciones de comportamiento siempre que sean en beneficio propio pero no cambiar de una forma profunda.

Fuente: https://psychcentral.com

Cómo Saber si estás siendo Emocionalmente Manipulada/Manipulado  o si Eres tú la/el que Manipula (o Ambas)

Cómo Saber si estás siendo Emocionalmente Manipulada/Manipulado o si Eres tú la/el que Manipula (o Ambas)

La manipulación es una forma de influir de manera encubierta en alguien con tácticas indirectas, engañosas o abusivas. La manipulación puede parecer benigna o incluso amistosa o halagadora, como si la persona realmente se preocupase por ti, pero en realidad es para lograr un motivo ulterior. Otras veces, es una hostilidad velada, y cuando se usan métodos abusivos, el objetivo es el poder sobre ti. Puede que no te des cuenta de que estás siendo manipulada.

Si creciste siendo manipulado, a veces es difícil discernir qué está pasando, porque se trata de algo que te resulta familiar. Es posible que tengas una sensación de incomodidad o de enfado, pero en la superficie el manipulador puede usar palabras agradables, congruentes, razonables o que activan tu culpa o simpatía, por lo que ignoras tus instintos o intuición y te dejas arrastrar por sus palabras.  Las personas complacientes, no asertivas o codependientes tienen problemas para ser directas y asertivas y pueden usar la manipulación para salirse con la suya. También son presa fácil de ser manipuladas por narcisistas, piscópatas o sociópatas y por otros codependientes.

Tácticas de Manipulación Emocional

Las tácticas de los manipuladores emocionales son la culpa, quejarse, comparar, mentir, negar (incluyendo excusas y racionalizaciones), fingir ignorancia o inocencia (la defensa de “¡¿Quién?!¡¿Yo?!”), culpar, sobornar, socavar, juegos mentales, suposiciones, el “pie en la puerta”, revocaciones, chantaje emocional, evasivas, olvido, falsa preocupación, simpatía, disculpas, halagos, regalos y favores.

Las manipuladoras utilizan la culpa con frases como: “Después de todo lo que he hecho por ti”, o comportándose crónicamente como una persona necesitada e indefensa. Pueden compararte negativamente con otra persona (triangulación) o reunir aliados imaginarios con su causa, diciendo que “Todos pensamos que tú…” o ” X dice sobre ti que…”.

Algunos manipuladores emocionales niegan promesas, acuerdos o conversaciones, o inician una discusión y te culpan por algo que has hecho o no has hecho para obtener simpatía y poder. Este enfoque se puede utilizar para romper una fecha, promesa o acuerdo.

Las manipuladoras emocionales a menudo expresan suposiciones acerca de tus intenciones o creencias y luego reaccionan a ellas como si fueran verdaderas para justificar sus sentimientos o acciones, negando todo lo que has dicho en una conversación. Pueden actuar como si se hubiera acordado o decidido algo cuando no se ha hecho para ignorar cualquier objeción que puedas tener.

La técnica del “pie en la puerta” es realizar una pequeña petición, que aceptas, que es seguida por la solicitud real, que es más grande. Es más difícil decir que no, porque ya has dicho que sí. La inversión da la vuelta a tus palabras para significar algo que no pretendías. Cuando te opones, los manipuladores le dan la vuelta a tus palabras para parecer ellos los perjudicados. Ahora se trata de ellos y sus quejas, y tú estás a la defensiva. ¿Te suena esta dinámica?

La preocupación a veces se usa para socavar tus decisiones y confianza en forma de advertencias o preocupaciones sobre ti. Por ejemplo, te quieres ir de viaje a otro país durante quince días con una amiga y tu pareja, que en realidad no quiere quedarse solo, consigue convencerte de que te quedes porque viajar a un país extranjero puede ser algo peligroso para ti y él sólo está mirando por tu bienestar.

Chantaje Emocional

El chantaje emocional es una forma de manipulación que supone un abuso emocional. Puede incluir el uso de la ira, la intimidación, las amenazas, la vergüenza o la culpa. El avergonzarte es un método para crear dudas y hacer que te sientas inseguro. Incluso se puede expresar con un cumplido: “¡Me sorprende que de todas las personas, tú opinaras eso!” Una táctica clásica es asustarte con amenazas, enfado, acusaciones o advertencias, como “A tu edad, nunca te encontrarás con nadie más si te vas “ o “Tal y como eres, ¿quién te va a querer? “o jugar a la víctima:“Sin ti, me moriré”.

Los chantajistas emocionales también pueden asustarte con su rabia y después cambian repentinamente a un estado de ánimo más ligero. Estás tan aliviada por este cambio que estás dispuesta a aceptar lo que se te pide. Es posible que mencionen algo de lo que te sientas culpable o avergonzado del pasado como influencia para amenazar o avergonzarte, como por ejemplo, “Les diré a los niños X si no haces lo que quiero”.

Las víctimas de los chantajistas emocionales son propensas a experimentar muchas dudas psicológicas. La víctima tiene miedo de enfadar a la manipuladora emocional, se siente obligada a cumplir con su solicitud y se siente demasiado culpable para no hacerlo. La vergüenza y la culpa se pueden usar directamente con críticas o acusaciones de que eres “egoísta” (lo peor que le puedes decir a muchos codependientes) o que “Sólo piensas en ti mismo”, “No te preocupas por mí” o ” Tú lo tienes tan fácil”.

Codependientes

Los codependientes rara vez son asertivos. Suelen decir lo que piensan que alguien quiere escuchar para llevarse bien, tener “buen rollo” o sentirse queridos, pero luego hacen lo que quieren. Ésta es una forma de manipulación pasiva motivada por el miedo.

En lugar de responder a una pregunta que podría conducir a una confrontación, son evasivas, cambian de tema o utilizan la culpa y la negación (incluidas las excusas y las racionalizaciones) para evitar equivocarse. Debido a que les resulta tan difícil decir que “no”, terminan diciendo que sí, para después no hacer lo prometido, o hacerlo a medias, o quejarse mucho por tener que hacer algo a lo que han dicho voluntariamente que sí.

Las codependientes tienen dificultades para aceptar la responsabilidad debido a que en su infancia no se hablaba de responsabilidad como algo que puede ser ejercido desde el amor hacia una misma y que también proporciona satisfacciones. Sino que de lo que se hablaba siempre era de la culpa, que en la familia disfuncional era como una patata caliente que las personas se pasan las unas a las otras sin distinguir quiénes son adultos y quiénes niñas. Por ello, cuando a una codependiente se le exige algún tipo de responsabilidad, la niega y culpa a otro o pone excusas o se disculpa para mantener la paz.

Usan el encanto y la adulación y ofrecen favores, ayuda y regalos para ser aceptados y queridos. También utilizan las críticas y la culpa para manipular y obtener lo que quieren: “¿Por qué solo piensas en ti mismo y nunca me preguntas o ayudas con mis problemas? Yo te he ayudado a ti muchas veces”. Actuar como una víctima es una forma de manipular utilizando la culpa.

Fuente: https://www.psychologytoday.com

La Vergüenza Tóxica

La Vergüenza Tóxica

Cuando la vergüenza se vuelve tóxica, puede arruinar nuestras vidas. Todo el mundo experimenta vergüenza en algunos momentos a lo largo de la vida. Es una emoción como cualquier otra que aparece y desaparece, pero cuando se cronifica, puede causar un dolor extremo. Los fuertes sentimientos de vergüenza estimulan el sistema nervioso, causando una reacción de lucha-huida-congelación. Nos sentimos expuestos y queremos escondernos o reaccionar, a la vez que nos sentimos profundamente alejados de los demás. Todas las personas tenemos nuestros propios detonantes o triggers que producen sentimientos de vergüenza. La intensidad de nuestra experiencia también varía, dependiendo de nuestras experiencias de infancia y el evento de activación.

Diferencias entre Vergüenza Sana y Vergüenza Tóxica

Como hemos apuntado, es necesario distinguir entre vergüenza sana y vergüenza tóxica. La vergüenza sana nos avisa sobre nuestros límites, hace que no persigamos metas imposibles y nos evita invertir energía de forma inútil en cosas que no podemos cambiar. Nos indica que necesitamos ayuda y que, como seres humanos que somos, tenemos limitaciones.

La vergüenza tóxica es destructiva. Nos hace sentir de forma permanente que “hay algo que está mal en nosotras”, que “somos defectuosas”. Hace que nos queramos esconder del mundo. A diferencia de la vergüenza ordinaria, es una “vergüenza internalizada”, que altera nuestra auto-imagen. Es una vergüenza que se ha convertido en “tóxica”, un término acuñado por primera vez por Sylvan Tomkins a principios de los años 60 en su examen académico del afecto humano. Para algunas personas, la vergüenza tóxica puede consumir su personalidad, mientras que para otras, se encuentra debajo de su conciencia, pero se puede desencadenar fácilmente.

Hay algo que está mal en mí. Soy defectuosa.

Características de la Vergüenza Tóxica

La vergüenza tóxica difiere de la vergüenza ordinaria, que pasa en un día o unas pocas horas, en las siguientes características:

  1. Puede ocultarse en nuestro inconsciente, de modo que no nos demos cuenta de que tenemos vergüenza tóxica.
  2. Cuando experimentamos vergüenza, dura mucho más tiempo.
  3. Los sentimientos y emociones asociados a la vergüenza son de mayor intensidad.
  4. No se requiere un evento externo para activarlo. Nuestros propios pensamientos pueden provocar sentimientos de vergüenza tóxica.
  5. Conduce a espirales que causan depresión y sentimientos de desesperanza y desesperación.
  6. Causa la “ansiedad vergonzosa” crónica: el miedo a sentir vergüenza.
  7. Está acompañada de determinadas voces, imágenes o creencias que se originan en la infancia y se asocian con una “historia vergonzosa” negativa sobre nosotros mismos.
  8. No necesitamos recordar la fuente original de la vergüenza inmediata, que generalmente se originó en la infancia o en un trauma previo.
  9. Crea sentimientos profundos de insuficiencia e inadecuación.

Creencias basadas en la Vergüenza Tóxica

La creencia fundamental que subyace de la vergüenza es que “No soy digno de ser amado. No soy digno de conexión”. Por lo general, la vergüenza tóxica se manifiesta como una de las siguientes creencias o una variación de la misma:

  • Soy estúpida
  • Soy poco atractiva (especialmente para una pareja romántica)
  • Soy un fracaso
  • Soy una mala persona
  • Soy un fraude o falsa
  • Soy egoísta
  • No soy suficiente (esta creencia puede aplicarse a numerosas áreas)
  • Me odio
  • No importo
  • Soy defectuosa, inadecuada
  • No debería haber nacido
  • No soy digna de amor

La causa de la Vergüenza Tóxica

En la mayoría de los casos, la vergüenza se internaliza o es tóxica debido a las experiencias crónicas o intensas de vergüenza en la infancia. Los padres pueden transferir involuntariamente su vergüenza a sus hijos a través de mensajes verbales o comportamientos no verbales. Por ejemplo, un niño puede sentirse no amado en reacción a la depresión, ausencia, indiferencia o irritabilidad de los padres o sentirse inadecuado debido a la competitividad o comportamiento inadecuado de los padres. Los niños necesitan sentirse amados por sus padres. Cuando se rompe esa conexión, como cuando un niño es regañado con dureza, los niños se sienten solos y avergonzados. Como no entienden el comportamiento de sus padres (que de forma intuitiva, creen inadecuado) se culpan a sí mismos, internalizando todos los mensajes negativos, directos o indirectos, que reciben de sus padres para justificar un comportamiento hacia sus hijos que en realidad es inapropiado.

Si has tenido un padre o madre narcisista y te escogió a ti para desempeñar el rol del chivo expiatorio en tu familia de origen, es más que probable que te haya pasado su vergüenza tóxica proyectando en ti sus sentimientos profundos de inadecuación (aunque negados) que a su vez, el/ella recibió de su padre o madre.

Si no se sana en terapia, la vergüenza tóxica puede llevar a la agresión, la depresión, los trastornos de la alimentación, el Síndrome de Estrés Post-Traumático Complejo y la adicción. Genera baja autoestima, ansiedad, culpa irracional, perfeccionismo y codependencia, y limita nuestra capacidad para disfrutar de relaciones satisfactorias y éxito profesional.

Cómo Superar la Vergüenza Tóxica

La vergüenza tóxica puede ser superada por experiencias positivas posteriores a las de infancia. Una terapeuta te puede proporcionar lo que se denomina una “experiencia emocional correctiva”, es decir, hacerte el mirroring que tus padres no pudieron hacerte y devolverte el espejo de quién eres, que es muy diferente de la vergüenza tóxica con la que te identificas y que está basada en pensamientos  y voces interiores que en realidad son las voces y expresiones de tus padres y que han sido internalizadas. Lo que te dices con esas voces y pensamientos no es real. Se trata de vergüenza tóxica que en tu sistema familiar se ha pasado de generación en generación hasta llegar a ti.

Si te interesa tener más información sobre la vergüenza tóxica, te recomiendo el libro de John Bradshaw: “Sana la Vergüenza que te Ata”, que contiene ejercicios prácticos para sanar la vergüenza tóxica.

Fuente: https://www.whatiscodependency.com

El Defecto Fatal

El Defecto Fatal

  • Andrea, de 23 años, teme en el fondo que si permite que alguien se acerque lo suficiente para ver a la verdadera Andrea, no le gustará lo que ve.
  • Jaime observa a las personas que caminan por la calle riendo y hablando, y se pregunta qué tienen que él no tiene.
  • Cristina, una empresaria consumada, secretamente se siente fuera de lugar dondequiera que vaya.
  • Laia se esfuerza en todo lo que hace, es una perfeccionista que nunca está satisfecha con nada en su vida y no deja que nadie la conozca en profundidad.

Aunque parezca que cada una de estas personas está luchando con un problema diferente, todas estas luchas secretas y dolorosas provienen de la misma raíz común. Andrea, Jaime, Cristina y Laia creen en su fuero interno que “algo está mal en ellos”. A esta creencia algunos terapeutas la llaman el defecto fatal.

 

El defecto fatal, en las personas que lo sienten, hasta que empiezan terapia, puede resultar muy difícil de detectar. Se trata de algo que está de fondo, un sentimiento profundo de inadecuación que causa mucho dolor a la persona y que, inconscientemente, trata de esconder frente a los demás porque cree que, si lo descubren, los alejará. Se trata de una mezcla de vergüenza, culpa y rabia dirigida hacia uno mismo.

El defecto fatal realmente no existe. No es una cosa real, pero sí un sentimiento real. Es un sentimiento cuyo poder proviene de ser insidioso, invisible e innombrable. Es un sentimiento que puede perseguir a una persona a lo largo de su vida, sin revelarse nunca.

Miremos más de cerca la infancia de Andrea, Jaime, Cristina y Laia para ilustrar cómo cada uno llegó a tener su propia versión personal del defecto fatal.

Los padres de Andrea eran adictos al trabajo. Personas exitosas y ambiciosas que querían a sus hijos pero que no tuvieron tiempo para conocerlos. Andrea fue criada por niñeras que iban y venían. Andrea, en esencia, creció en un vacío emocional, sintiendo que sus padres no la conocían realmente. Ante su falta de atención e interés, el cerebro de su hija procesó esto como: “No soy digna de que me conozcan”. Como adulta, anticipó el rechazo en todas las relaciones, desarrollando contradependencia y alejando a las personas por miedo a la intimidad.

Jaime era hijo único de dos padres deprimidos. Sus padres lo quisieron e hicieron lo posible por cuidarlo y criarlo. Tenía una bonita casa y mucha comida y ropa. Pero emocionalmente, su infancia se empobreció. Debido a su depresión, los padres de Jaime no tenían mucha energía ni para ellos mismos. Les quedaba muy poca para su hijo.

Cuando Jaime tenía un problema con sus amigos, no se lo contaba a nadie. Cuando obtenía sobresalientes en matemáticas, a nadie parecía importarle demasiado. Jaime creció sin compartir con nadie su dolor o su alegría. Creció careciendo de la conexión emocional con los demás que hace que la vida sea estimulante y significativa. Como adulto, vivió su vida con una escasez de este ingrediente principal: conexión emocional.

Cristina creció en una gran familia de clase trabajadora, caótica pero amorosa. Las personas de su familia eran esencialmente “ciegas a las emociones”. No compartían, expresaban, advertían ni respondían a la emoción. Nadie en el mundo de Cristina cuando era niña sintonizaba con sus sentimientos. Cristina no tuvo ningún referente que le enseñara cómo reconocer, leer, tolerar, expresar o gestionar sus propios sentimientos (o los de los demás). Cristina tuvo éxito en el mundo de los negocios porque es inteligente, enérgica y motivada, pero no tiene inteligencia emocional. En situaciones sociales, se siente fuera de lugar y tiene ansiedad.

Los padres de Laia eran un narcisista y una codependiente. Su padre la escogió, cuando era muy pequeña, como el chivo expiatorio de la familia y le daba constantemente mensajes de que “era un desastre” y “lo hacía mal”. La madre simplemente le seguía la corriente al padre. Éste se enfadaba o burlaba de forma inapropiada cuando Laia mostraba una emoción.

Laia creció pensando que las emociones eran algo que “sobraba” en ella y que, hiciera lo que hiciera, era un desastre que, antes o después, los demás descubrirían.

Los tres primeros ejemplos son los de personas que han sufrido abandono emocional y la cuarta, abuso emocional.

La buena noticia es que el defecto fatal puede solucionarse en la adultez.

Cuatro Pasos para Sanar el Defecto Fatal

  1. Reconoce que lo tienes, y que no es un defecto real. Sólo es un sentimiento.
  2. Encuentra las palabras para expresar tu propia versión única de “algo está mal en mí”.
  3. Identifique la causa específica en tu infancia. ¿De qué manera fuiste descuidado/abusada emocionalmente? ¿Cómo causó tu defecto fatal?
  4. Comienza a trabajar en la aceptación de sus emociones y en reconocer cuándo tienes un sentimiento. Experiencia el sentimiento y ponlo en palabras. Si esto te resulta difícil, busca una terapeuta que sepa de emociones que te ayude.

Convertirte en una persona que gestiona sus emociones, que tiene autoestima y un buen equilibrio en sus relaciones de dar y recibir con los demás, hará que el “defecto fatal” que sientes, desaparezca.

Fuente: https://psychcentral.com

Porqué y Cómo los Narcisistas Juegan al Juego de la Vergüenza

Porqué y Cómo los Narcisistas Juegan al Juego de la Vergüenza

Estando fundamentalmente avergonzadas de sí mismas, las personas con Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP) son expertas en jugar al juego de la vergüenza con quienes les rodean.

La vergüenza es prima hermana de la culpa pero se diferencian en algo. La vergüenza es un sentimiento de angustia acerca de quiénes somos, es una voz que dice “Soy defectuoso. No me lo merezco”. Es un estado permanente.

“Soy defectuoso. No me lo merezco”

La culpa genera angustia sobre algo que hemos hecho a otra persona, creemos que hemos causado algún mal. La voz de la culpa dice “He hecho algo malo”. Es algo temporal.

“He hecho algo malo”

La narcisistas rara vez sienten culpa, pero están profundamente atormentadas por la vergüenza. No sienten culpa por lo que hacen porque no tienen empatía, esto es, carecen de la capacidad de ponerse en el lugar de las personas con las que se relacionan. Entienden de forma cognitiva que lo que hacen está mal, pero son incapaces de sentirlo. Además, como utilizan el mecanismo de defensa de la proyección, no se responsabilizan de lo que hacen, proyectando esa culpa en los demás. Son frecuentes frases como:

“Mira lo que me has hecho hacer”. “Me has obligado a perder la paciencia”. “Tú tienes la culpa de cómo me he puesto”.

Sin embargo, los narcisistas sí que sienten vergüenza, una profunda vergüenza que les lleva a tener relaciones de control y sumisión-dominación con las demás personas. Esa vergüenza hace que se estén comparando continuamente y que se pongan por encima de las demás personas como una respuesta defensiva para compensar por lo carentes que sienten en el fondo. Son personas acomplejadas que esconden su vergüenza a través de un exterior de grandiosidad.

El Juego de la Vergüenza en los Narcisistas: ¿Por qué?

Avergonzar es una forma común y especialmente insidiosa de abuso narcisista. Los narcisistas usan la vergüenza para:

  1. Proyectar sus insuficiencias
  2. Externalizar su autodesprecio
  3. Hacer que los demás se vean y se sientan inferiores
  4. Alimentar su necesidad de sentirse superiores
  5. Controlar las autopercepciones de los demás
  6. Manipular a otros para que hagan cosas que les interesan a ellos o para que asuman responsabilidades inapropiadas.
  7. Manipular a otros para que se culpen a sí mismos por el comportamiento de su abusador.
  8. Socavar y debilitar la autoestima de los demás.
  9. Aislar a otras personas para que dependan de ellos por completo.

El Juego de la Vergüenza en las Narcisistas: Cómo lo Hacen

Al sembrar la vergüenza en otras personas, las narcisistas, en esencia, instalan un botón que pueden presionar en cualquier momento para manipular y castigar a aquellas personas a las que buscan controlar.

Aquellas personas que quieren, se preocupan o de otra manera admiran o confían en narcisistas, como sus hijas, parejas, parientes, amigas, empleadas, estudiantes u otras personas dentro de su esfera de influencia, son vulnerables a los mensajes de vergüenza.

En particular, las hijas de padres/madres narcisistas son más vulnerables a ser avergonzadas porque son personas aún no formadas que quieren de una forma natural a sus padres y los buscan para que las cuiden (ya que hasta una cierta edad son totalmente dependientes), para que las validen y les den un sentido de su propia identidad a través del mirroring. Un padre/madre narcisista es incapaz de hacer estar tarea de forma adecuada. Una niña avergonzada, con frecuencia tiene auto-creencias falsas y profundamente dañinas sobre sí misma, especialmente si ha sido escogida para desarrollar el rol del chivo expiatorio dentro del sistema familiar disfuncional. Esta visión basada en la vergüenza es posible cambiarla con terapia, donde la terapeuta haga el mirroring y la validación sobre el maltrato o abuso sobre el que en la familia narcisista hay negación.

El juego de la vergüenza con los Narcisistas: sus Consecuencias

Para cualquier persona, la vergüenza intensa puede conducir a:

  1. Ansiedad generalizada
  2. Odio hacia uno mismo
  3. Tendencia a retirarse y/o esconderse
  4. Miedo a la intimidad y a la “exposición”
  5. Tendencia a tener una adicción: al sexo, la comida, el deporte, las compras
  6. Autolesiones y/o pensamientos suicidas
  7. Enfado internalizado (volcando la rabia hacia uno mismo) o externalizado (haciendo acting outs)
  8. Disociación de los sentimientos propios
  9. Perfeccionismo
  10. Bajo rendimiento

Fuente: https://narcissistfamilyfiles.com