Qué hace a una persona habilitadora del abuso

En qué consiste la habilitación del abuso

En muchos casos, una persona habilitadora del abuso no se da cuenta de que lo es, ya que habilitar comienza como un esfuerzo por apoyar a un ser querido que está pasando por un momento difícil.

La habilitación puede consistir o bien en apoyar comportamientos no sanos que no tienen un efecto directo sobre el facilitador, por ejemplo, esconder que un ser querido es adicto al alcohol, o bien que sí tienen un efecto directo, por ejemplo, una mujer que permite que su marido sea psicológica y emocionalmente abusivo con ella.

En este artículo nos vamos a centrar más en el segundo que en el primero.

En ese sentido, la habilitación es un patrón de comportamiento, a menudo adoptado por las víctimas de abuso o maltrato, que busca evitar la confrontación y el conflicto aceptando, justificando, minimizando, negando, racionalizando,… el abuso sin cuestionarlo ni establecer límites. Con esta dinámica, el narcisista que realiza el abuso, tiene el “permiso” del habilitador para continuar con este patrón de comportamiento.

En un esfuerzo por tratar de aplacar a la narcisista abusadora, la habilitadora le da lo que quiere para “mantener la paz”. La idea es que los esfuerzos por confrontar o establecer límites frente a un comportamiento inaceptable a menudo resultan en una escalada inmediata del conflicto, por lo tanto, es más fácil aceptar lo que quiere la narcisista abusadora.

Consecuencias de la habilitación del abuso

Si bien la habilitación no elimina por completo los episodios de abuso, sí reduce la frecuencia general y/o la intensidad del conflicto y establece un statu quo donde los roles del abusador y la víctima en la relación están claramente definidos.

Pero esto tiene un precio. Si bien habilitar suprime los conflictos a corto plazo, conlleva reforzar y prolongar una dinámica de control y poder que es disfuncional en una relación donde una de las personaa es libre de ejercer comportamientos abusivos para obtener lo que quiere. Los habilitadores, a menudo sin darse cuenta, se convierten en cómplices de su propia trampa, lo que les dificulta aún más romper con el ciclo de abuso.

Si la persona que facilita el abuso en algún momento decide poner límites, se encuentra con una fuerte resistencia por parte de la persona narcisista abusadora en forma de ataques de rabia, chantaje emocional, gaslighting o luz de gas, amenazas, acusaciones falsas,…

Qué siente una persona habilitadora del abuso

Las personas habilitadoras del abuso a menudo se sienten frustradas y atrapadas, porque tienen que reprimir sus emociones y aguantar comportamientos muy dañinos para evitar todavía más abuso.

Como consecuencia de mantenerse en una situación tan dañina a nivel emocional, las personas facilitadoras del abuso es muy probable que desarrollen ansiedad, depresión, abuso de sustancias, estallidos de ira, enfermedades autoinmunes,… Las personas habilitadoras a veces se convierten en abusadoras secundarias de niños, familiares, conocidos o compañeros de trabajo a quienes pueden considerar como “más débiles”.

¿Qué causa el comportamiento habilitador?

El comportamiento de una persona habilitadora del abuso a menudo no es intencional y surge del deseo de ayudar. De hecho, muchas personas que habilitan a otros ni siquiera se dan cuenta de lo que están haciendo. Los comportamientos habilitadores suelen estar asociados con patrones codependientes.

La codependencia suele estar vinculada con experiencias pasadas y relaciones tempranas. Algunos factores contribuyentes pueden incluir:

  • Historial de negligencia o abuso
  • Uno de tus padres ha sido habilitador del otro
  • Cuidadores sobreprotectores
  • Inversión de los roles en tu familia de origen, de modo que en la infancia has tenido que ejercer de padre o madre de tus padres
  • Tus necesidades han sido ignoradas de forma persistente en tu infancia

Las personas codependientes no se sienten con poder personal, por lo que la habilitación de los comportamientos de otra las hace sentir con un cierto poder. Lo que ocurre es que este sentimiento de poder no es real, sino que se trata de dependencia emocional y a menudo genera resentimiento, ya que la persona codependiente que habilita no siente que su comportamiento esté siendo reconocido o agradecido.

Ejemplos de comportamientos de una persona habilitadora del abuso

  • Una mujer que inventa excusas para los ataques de rabia violentos de su marido.
  • Una empleada que justifica la explotación por parte de su jefe.
  • Aceptar las consecuencias negativas de las malas decisiones de otra persona.
  • Pagar las deudas de otra persona.
  • Esconder las botellas de un ser querido que es adicto al alcohol para que el entorno no descubra la adicción.

Qué no hacer frente al abuso

Si estás habilitando comportamientos de abuso por parte de otra persona, esto es muy dañino para ti a nivel emocional. Esto es lo que puedes empezar a hacer para romper con el patrón de abuso:

  • No guardes silencio. Habla con personas de confianza sobre ello. Una terapeuta que entiende sobre abuso puede ser un buen comienzo si no quieres/puedes contarlo a nadie de tu entorno.
  • No descargues tu rabia hacia niños u otras personas que consideres “más débiles” que tú.
  • No protejas a alguien de las consecuencias de su propio comportamiento.
  • No te engañes pensando que puedes “soportarlo” o que eres lo suficientemente fuerte como para absorber el dolor de otra persona. Quizás sí puedas hacerlo pero no es tu responsabilidad y tiene un coste muy alto para tu salud y tu bienestar emocional.
  • No intentes asumir el rol del salvador o una persona que puede arreglar el comportamiento de una persona narcisista abusadora.
  • No asumas que debido a que tus hijos sólo están siendo testigos de lo que está pasando, eso no les hará daño.
  • No te digas a ti misma que debido a que el abuso es intermitente u ocasional, no es grave.
  • No asumas que debido a que la persona abusadora es amigable y amable la mayor parte del tiempo, no califica su abuso como “real”.

Qué hacer para dejar de ser una persona habilitadora del abuso

  • Obtén ayuda. Habla con alguien que entienda por lo que estás pasando.
  • Infórmate para determinar qué comportamientos son abusivos y cuáles no.
  • Trabaja para establecer límites personales y aprender a decir que no.
  • Trabaja en tu autoestima para sentirte digna y merecedora de un buen trato por parte de todas las personas que te rodean.

Los comportamientos de la persona habilitadora del abuso pueden tener motivaciones muy nobles, como el de ayudar a otra persona, o muy prácticas, como la de evitar que el abuso escale. Sin embargo, a la larga, sólo perpetúan comportamientos que son dañinos para ambas personas que intervienen. Si quieres salir del ciclo de abuso y vivir una vida de bienestar, es necesario nombrarlo y afrontarlo.

Imagen de Rémi Walle en Unsplash

¿Eres dependiente emocional? Aquí está lo que necesitas saber

Origen de la dependencia emocional

La dependencia emocional supone que una persona con baja autoestima busca constantemente su seguridad en otras personas, por lo general, parejas romántica pero no exclusivamente, ya que también lo puede hacer en familiares, amigos, jefes,.. o en factores externos, sin confiar en sus propios criterios y recursos internos, sin validarse a sí misma.

La dependencia emocional comienza en la infancia, cuando un niño no se siente querido por las personas que más le importan, como sus padres, hermanos u otras personas cercanas. Este desamor genera baja autoestima, esto es, el niño se quiere como le han querido y es algo que si no se trata en terapia, se arrastra hasta la edad adulta.

Una persona con dependencia emocional, al sentirse carente, buscará de forma inconsciente estrategias en sus vínculos para conseguir que le den de lo que cree que le falta, como atención, seguridad, validación,…

Algunas de estas estrategias consisten en la sumisión, la manipulación, la seducción, la victimización, la infantilización,… En última instancia hará lo que sea necesario para mantener el vínculo del que se siente dependiente y no experimentar rechazo o abandono por parte de la otra persona, ya que son heridas que tiene por experiencias vividas en la infancia y que son muy dolorosas.  

Entre los padres que generan dependencia emocional, están los padres narcisistas, que tienen una incapacidad para ver a sus hijas tal y como son y dotarlas de la autoestima que necesitan. Son padres auto-referentes, que ven a sus hijas como extensiones de sí mismos y a las que enseñarán que el amor no es algo que se da porque sí sino algo que se ha de ganar con esfuerzo y sufrimiento. Con las madres narcisistas, cualquier movimiento por sus hijas para auto-afirmarse o mostrar su individualidad será reprobado o castigado. De esta manera, las vuelven dependientes crónicas de su aprobación.

Provocar culpa es una forma de manipular a la niña para que tenga la actitud “correcta”. La actitud de la madre narcisista suele ser de queja de la forma en que sus hijas las decepcionan o las molestan. La conducta del padre narcisista que es autoritario es la de pronunciar frases como: “Cállate y haz lo que te digo” o “En esta casa haces lo que te digo que hagas”.

Dificultades en la construcción de la autoestima

La autoestima de un niño y su capacidad para estar solo se construye a través del espejo o mirroring, de la confianza que sus padres depositan en él. Un niño puede tener dificultades para generar confianza en sí mismo porque sus padres o cuidadores le dan mensajes contradictorios o directamente negativos sobre sí mismo. Esto hace que el niño interiorice esta inseguridad dentro de sí mismo, que se traduce en pensamientos y determinados bloqueos.

Todas las personas tendemos a buscar inconscientemente y reproducir lo que nos es familiar, lo que hemos vivido en nuestra infancia. Adquirimos patrones de conducta que arrastramos hasta la edad adulta.

Esto hace que muchas personas confundan el amor con la dependencia emocional, buscando en las relaciones de pareja lo que no se pueden dar a sí mismas, como seguridad, estima, atención,…incluso si eso significa comprometer su propia dignidad o respeto hacia sí mismas.

Las personas emocionalmente dependientes aceptan conductas abusivas o de maltrato como algo normal. Necesitan estar en contacto constante con la otra persona y les cuesta tomar las riendas de su propia vida y suelen tener fantasías de ser “encontradas” algún día por esa persona especial que les haga felices y acabe con su soledad y angustia existencial.

También suelen confundir la pasión con amor, crean mucho drama aunque no lo deseen y generan relaciones donde hay mucha inestabilidad, en la que una o ambas personas se sienten al límite constantemente, como si la relación pendiese de un hilo. No suele haber una buena comunicación y honestidad y son frecuentes las conductas de abuso, agresiones activas o pasivas, amenazas directas o veladas o comportamientos de poner a prueba frecuentemente la relación.

Señales de dependencia emocional

¿Crees que puedes ser una persona emocionalmente dependiente? Aquí tienes algunas señales que son indicativas:

  • Necesidad constante y obsesiva de estar cerca de tu pareja
  • Inseguridad constante sobre el futuro de la relación
  • Sentimiento de no ser lo suficientemente buena para estar con la otra persona
  • Estar hipervigilante frente a pequeñas señales indicativas de que la otra persona se va a ir de la relación
  • Sentimiento constante de culpa si no prestas total atención a su pareja
  • Aceptación de condiciones que generan mucho sufrimiento por miedo a perder la relación
  • Un sentimiento constante de inestabilidad y de que la relación pende de un hilo

Cómo empezar a sanar

Si crees que puedes ser emocionalmente dependiente, más abajo tienes algunas estrategias para superar la dependencia emocional y tener relaciones más sanas y equilibradas.

  • Trabajar en tu autoestima. Para poder querer de forma sana a otra persona, antes has de aprender a quererte, dándote a ti misma lo que tus padres no pudieron darte en la infancia. Para generar y hacer crecer tu autoestima es importante conocerte, saber qué te interesa y te gusta, cuáles son tus prioridades, aceptarte sin cuestionarte, aprender a respetarte y dignificarte cada día, decirte cosas bonitas, perdonarte, abrazarte.
  • Pedir sólo lo que puedes dar. El ambiente adecuado es aquel que favorece la entrega, la apertura y el respeto por la otra persona. Y tú eres la que ha de co-crear ese ambiente junto con la otra persona. Si quieres que la otra persona esté abierta, se entregue, sea honesta y se comunique, es importante que tú también puedas hacer esto.
  • Construir la relación que necesitas. Una relación de pareja no es algo que se pueda construir con prisas, ansiedad o en unos días sino algo que requiere de coherencia, constancia, intimidad y tiempo.
  • Responsabilizarte de tus emociones. En una relación de pareja sana, cada persona se responsabiliza de sus emociones y necesidades y transmite estas últimas para que puedan ser cubiertas. Esto supone no echar la culpa a tu pareja de lo que sientes y no pretender que adivine lo que necesitas.
  • Hacer conscientes tus detonantes. Una relación de pareja es el contexto donde pueden salir con más frecuencia y claridad los detonantes de tus heridas de infancia, como el rechazo o el abandono. Esto quiere decir que tus emociones pueden volverse muy intensas frente a ciertos comportamientos de tu pareja y que te puedan llegar a abrumar. Para ello, es importante conocer cuáles son tus detonantes y aprender a gestionar tus emociones cuando se activan.
  • Dejar las expectativas a un lado. Tu pareja no va a poder cubrir tus carencias emocionales de la infancia y pretender esto supone condenar la relación al fracaso. Es importante que trabajes en darte a ti misma lo que te faltó y estés abierta a darte cuenta de si el amor que tu pareja te da es suficiente para ti como adulta. Esto es más fácil de hacer si eres tú la que se encarga de atender a tu niña interior.

Conclusiones finales

La dependencia emocional tiene su origen en carencias emocionales vividas en la infancia. Es importante que te des cuenta de que el hecho de que tus padres o cuidadores no hayan podido darte lo que necesitabas a nivel emocional, no tiene nada que ver contigo, no es que no te lo merecieses y no es culpa tuya. De lo que se trata es de que tus padres no han podido darte algo que sus padres tampoco les han podido dar a ellos y esto se convierte en una cadena que se pasa de generación en generación.

Es muy común en nuestra cultura llamarle “amor” a muchos comportamientos que en realidad no lo son. Uno de los principales es la dependencia emocional y en nombre del amor se cometen muchos comportamientos que en realidad son de abuso, control, dominación, chantaje emocional,…

Si crees que puedes ser dependiente emocional, esto es algo que se puede sanar en terapia con ayuda profesional, para tener relaciones sanas, de bienestar emocional y duraderas.

Imagen de Miha Arh en Unsplash

Las fantasías como consecuencia de las heridas emocionales de la infancia (y cómo empezar a repararlas)

¿Por qué generamos las fantasías?

Los niños que han crecido en familias narcisistas o familias disfuncionales no han visto sus necesidades satisfechas, su entorno ha causado heridas emocionales como el rechazo, el abandono, la humillación, la traición o la injusticia. Por ello, es frecuente generar fantasías de que su situación, entorno o relaciones cambiarán y se sentirán mejor. Por ejemplo, un niño que vive en un hogar inseguro puede imaginar que un personaje de un programa de televisión llega a su casa y lo rescata de su situación

Esto es porque una niña necesita desarrollar defensas frente a un entorno que es hostil o poco nutriente. Esencialmente, soñamos despiertos con escapar de nuestra realidad. En muchos casos, esta fantasía se lleva hasta la edad adulta.

Vivir en una fantasía o soñar despierto frecuentemente es uno de los efectos del trauma vivido en la infancia y puede ser perjudicial para nuestra salud emocional y dar lugar a:

  • Relaciones difíciles y poco seguras
  • Desarrollo de adicciones a sustancias como las drogas o a comportamientos como el sexo, el trabajo, el juego,…
  • Dependencia emocional hacia otras personas como jefes, amigos, familiares o parejas.
  • Ansiedad y/o depresión
  • Ideaciones suicidas

Soñar despierto en sí mismo no es problemático. Todas las personas lo hacemos en mayor o menor medida, y puede ayudarnos a ejercitar nuestra imaginación y nuestra creatividad. Sin embargo, como es el caso con cualquier síntoma de trauma, soñar despierto y la fantasía pueden ser contraproducentes cuando se convierten en una compulsión, en la forma más fácil de huir de la realidad e interrumpen nuestro bienestar emocional y funcionamiento diario.

Si sólo sueñas despierta con un futuro diferente pero no realizas las acciones coherentes que te pueden llevar ahí, entonces soñar despierta puede hacerte daño y mantenerte anclada en el pasado.

A continuación, comentamos algunas fantasías comunes que tienen los adultos supervivientes de familias narcisistas o familias disfuncionales. Es importante poner conciencia a estas fantasías y darte cuenta tanto de para qué te sirven como en qué te perjudican y además, proponemos recursos más sanos por los que podrías empezar a sustituirlas.

Tener fantasías de querer salvar o ser salvado

Los supervivientes de familias narcisistas o familias disfuncionales suelen tener fantasías de rescate, particularmente en relaciones románticas, donde creen que pueden ser un caballero de brillante armadura para su pareja y salvarla de su situación, para ser elogiados y vistos como héroes. Estas personas suelen vivir en el rol del salvador.

En el otro lado, otras personas se dedican a tener la fantasía de que alguien las rescatará: una persona vendrá y las hará felices al cambiar su situación actual. Estas personas suelen vivir en el rol de la víctima.

Ambos tipos de fantasía de rescate a la larga son dañinas y contrarias a las conexiones íntimas, sanas, auténticas y adultas. La fantasía puede parecer hacerse realidad a corto plazo. Aún así, con el tiempo, a medida que las situaciones cambian, mantener las expectativas de heroicidad en la persona se vuelve algo poco realista o imposible de cumplir. Con el tiempo, la necesidad o el deseo de reproducir esa fantasía regresa, y la persona una vez salvadora o salvada, dejará de cumplir con esas expectativas. En tal caso, habrá una decepción y la tendencia es la de cambiar de pareja para perpetuar el ciclo de fantasía.

Un ejemplo de la fantasía de rescate es una pareja que acoge en su casa a la otra porque no tiene trabajo y le permite permanecer ahí sin pagar durante meses o incluso años.

Si te ves reflejada en esta situación, te invito a que te preguntes para qué ejerces el rol, tanto de la víctima como del salvador. En el caso de la víctima, la invitación es a que te des cuenta de cómo puedes convertirte tú la salvadora de ti misma, qué cualidades o recursos necesitas desarrollar para dejar de sentirte una víctima de tu propia vida. En el caso del salvador, darte cuenta de para qué necesitas que tu pareja te vea bajo ese prisma y qué necesidades emocionales estás negando para poder ser el salvador, qué partes tuyas como la vulnerabilidad, la fragilidad o la imperfección, necesitas aceptar e integrar en ti.

Tener fantasías de conseguir que otros cambien

En la infancia somos impotentes frente a lo que ocurre en nuestro entorno. No tenemos una amplia gama de opciones o recursos disponibles para hacer cambios nuestra situación de vida porque dependemos de nuestros padres o cuidadores.

Esta sensación de impotencia es muchas veces la única respuesta posible para una niña frente a lo que está viviendo, pero se convierte en una respuesta dañina si llevamos esta sensación percibida de impotencia a la edad adulta, sintiendo que no podemos hacer nada para cambiar nuestra vida.

Muchas supervivientes de familias narcisistas o familias disfuncionales buscan formas de controlar a otros, hacer que cambien para sentirse mejor consigo mismas y tienden a sentirse desesperanzados o impotentes cuando no consiguen controlar a otras personas o que hagan lo que ellas quieren. Este comportamiento de querer cambiar o controlar a otras personas, en especial a las parejas, es muy habitual en las personas codependientes.

La realidad es que, como adultas, las únicas a las que podemos cambiar es a nosotras mismas. Debemos asumir la responsabilidad de nuestras propias vidas y así, ocuparnos de cubrir nuestras propias necesidades y, en su caso, cambiarnos en lo que consideremos necesario para sentirnos mejor con nosotras mismas.

Tener fantasías de que la validación está en los demás

En la infancia, buscar la aprobación de los demás es un aspecto normal del desarrollo y, a medida que crecemos, nos movemos por muchos entornos en los que la validación externa se normaliza, como de los padres u otros cuidadores, los profesores,…Recibimos feedbacks externos. Estos feedbacks nos ayudan a determinar quiénes somos, qué nos gusta, en qué somos buenos, cuáles son nuestras características.

Cuando esta validación ha sido muy deficitaria en la infancia, la tendencia de la persona adulta es la de seguir poniendo la validación en manos ajenas, como en jefes, amigos, parejas,… es como si nos dijéramos: “Si yo te gusto, yo me gusto”, “Si tú me quieres, yo me quiero”.

Esta búsqueda incesante de la validación es natural si no la hemos recibido en la infancia pero genera dependencia emocional de las personas en las que ponemos la validación y es como un parche porque si ese vínculo se termina, como no podemos gustarnos o querernos por nosotros mismos, volveremos a buscar personas que nos validen.

Como adultos, nuestra tarea sana es interiorizar el sentimiento de validación, que somos lo suficientemente buenos en ausencia de una validación externa. Esto no quiere decir que no nos sintamos bien cuando logramos algo en el mundo exterior, como un ascenso en el trabajo o un cumplido de nuestra pareja, pero cuando ese tipo de validación no está sucediendo, no nos hundimos en una depresión o creemos que no somos dignos de amor.

Cuando ya nos validamos, una validación externa es un extra que agrada, no algo que necesitamos desesperadamente para vivir a gusto con nosotros mismos.

Tener fantasías de que las soluciones rápidas sirven

Las niñas no suelen tener mucha paciencia con respecto al deseo de sentirse bien o mal. No tienen la parte del neocórtex del cerebro aún desarrollada, por lo que viven en el cerebro reptiliano y el límbico, que son los que más tienen que ver con el aquí y ahora, el presente. Por ello, quieren resultados inmediatos. Es por esto que los padres han de ocuparse de las tareas de sus hijas que tienen que ver con la planificación, el futuro y los objetivos a largo plazo, como la alimentación, la higiene o los estudios.

Tener que vivir demasiado en el día a día para poder evitar amenazas o cubrir necesidades emocionales de un modo precario, no permite desarrollar otras habilidades que tienen más que ver con la planificación, las metas a medio o largo plazo o la gratificación aplazada.

Cuando llevamos esto a la edad adulta, continuamos buscando soluciones rápidas que pueden ser dañinas o destructivas para nuestra salud, como relaciones poco saludables que no tienen una base sólida ni están basadas en la seguridad o el uso de sustancias para escapar de nuestros pensamientos y sentimientos.

Como adultas, hemos de aprender a dejar de buscar arreglos aparentemente rápidos y fáciles para no estar presentes con nosotras mismas y también aprender a estar con las sensaciones o emociones desagradables. Éste es el paso previo para aprender a manejarlas y trascenderlas. Si aprendemos a cultivar la gratificación aplazada, podremos tomar decisiones responsables y maduras que nos ayuden a vivir una vida más plena y satisfactoria.

Prestarle demasiada atención o muy poca a nuestro niño interior

Los supervivientes de familias narcisistas o familias disfuncionales han solido vivir situaciones con sus padres o bien de asfixia y control o bien de abandono emocional en la infancia, y en ocasiones, una mezcla de ambas. Esto conduce a que de adultos, o bien le den demasiado espacio a su niño interior, o bien lo ignoren la mayor parte del tiempo.

La primera situación lleva a adultos que son muy impulsivos, tienen poca capacidad de reflexión y tienen tanta indulgencia consigo mismos y sus necesidades emocionales, que tienen dificultades para ver a las otras personas y darse cuenta de que no sólo ellas importan.

La segunda situación, lleva a adultos que están en muy poco contacto con su espontaneidad, creatividad e impulsividad, hay mucho control y represión y tienden a priorizar las necesidades de los demás frente a las propias.

Como adultos, para poder alcanzar el equilibrio, podemos estar en contacto con nuestro niño interior y atender a sus necesidades, al mismo tiempo que podemos aprender a contenerlo, sostenerlo en sus emociones y ponerle límites. De esta manera, podremos conectar con las otras personas de una forma auténtica, sana y equilibrada y esto nos permitirá tener vínculos de calidad con los demás.

La importancia de sanar nuestras heridas emocionales

Es importante hacer conscientes cuáles son nuestras heridas emocionales de la infancia, cuáles son las defensas que utilizamos para lidiar con ellas y, finalmente, aprender recursos más sanos para, poco a poco, sanar las heridas de infancia y poder vivir una vida de adultos más plena y satisfactoria donde el pasado no tenga tanto peso.

Para esto, pueden ayudar técnicas como:

  • La terapia Gestalt, que nos ayuda a reconocer los personajes que hemos desarrollado para sobrevivir y aprender a gestionarlos y manejarlos.
  • La terapia Corporal, para aprender a escuchar nuestras sensaciones y emociones corporales, y con ello aprender a automaternarnos en el presente.
  • La terapia orientada al trauma, para procesar memorias de eventos ocurridos en la infancia que no se pudieron procesar en su momento para dejarlos atrás y vivir un presente más en conexión con nosotros mismos.

La recuperación del trauma vivido en la infancia no es un viaje corto, sino que requiere tiempo y energía, así como atención y apoyo compasivos contigo misma. Sin embargo, las recompensas que proporciona son grandes, ya que te permitirá vivir en más bienestar y en conexión contigo misma y con los que te rodean; tomar las riendas de tu propia vida como adulta y construir lo que quieres para ti, dejando atrás las fantasías por otros recursos más sanos.

Imagen de Almos Bechtold en Unsplash

Roles Codependientes

¿Qué es la Codependencia?

La gente te trata de la manera en la que les enseñas a tratarte. Un codependiente es un dependiente emocional. Si quieres saber cómo dejar de ser un dependiente emocional, sigue leyendo.

Muchas veces la codependencia es difícil de identificar, porque a menudo se disfraza como una voluntad de adaptarse a las necesidades de los demás o como un deseo desinteresado de ayudar. Todos nos vemos ocasionalmente a través de los ojos de los demás, pero los problemas comienzan cuando nos identificamos en exceso con la forma en que somos vistos (“Puedes confiar en mí”) o nos involucramos demasiado en cómo vemos a los demás (“Lo que debes hacer es..”) Nos confundimos acerca de dónde terminamos y dónde empiezan los demás.

Y cuando no hemos desarrollado un fuerte sentido de identidad – nuestro lugar en el mundo, nuestros límites, nuestros valores – y no hemos aprendido las habilidades para comunicar nuestros deseos y necesidades directamente, es más probable que nos dobleguemos a nosotras mismas para acomodarnos a lo que creemos que otras personas quieren. O que manipulemos situaciones y personas para obtener lo que queremos de ellas.

Los roles que asumimos en la infancia se reproducen cuando somos adultos. En un extremo del espectro están las familias donde todos se meten en los asuntos de los demás. En el otro están las familias con desapego total. Muchas codependientes adquieren un conjunto de creencias autolimitantes sobre nuestro lugar en el mundo y tenemos expectativas poco realistas sobre los demás.

Éstos son algunos de los roles codependientes más comunes y algunas sugerencias sobre cómo cambiar el guión de tu vida.

Roles Codependientes: Cómo dejar de Ser Dependiente Emocional

El Mártir

La Situación: “Sufrir es virtuoso, especialmente cuando pones las necesidades de los demás por encima de las tuyas”. Éste es el mensaje que has recibido de tu familia. En el trabajo, siempre eres la primera en prestarte voluntaria para tareas extra y la última en irte de la oficina cada día; decides saltarte el gimnasio cuando un amigo quiere compañía, o te encargas de la cuenta, sin preguntar, incluso cuando no estás bien de dinero.

El Problema: Cuando el sacrificio es una forma de ser, descuidas tu propia necesidad de recibir amor y cuidado. Sin embargo, eso es precisamente lo que intentas obtener de los demás con tu comportamiento. El enfoque generalmente es contraproducente: no sólo comienzas a sentirte resentida con aquellos a quienes has ayudado, sino que tus supuestos beneficiarios dan por sentado tu disponibilidad.

Una Opción más Saludable: el Autocuidado. Comprende la diferencia entre el egoísmo y el cuidado personal. No es egoísta irte del trabajo a tu hora o encontrarte con tu amigo después de tu entrenamiento. No es grosero dividir la cuenta si no puedes pagarla toda. En casi todos los casos, nadie se irá si atiendes tus propias necesidades. Y si lo hacen, quizás quieras preguntarte para qué quieres tener una relación con alguien que no permite que te cuides a ti misma o que seas tu prioridad y no la suya.

La Salvadora

La Situación: “¡El mundo es un lugar peligroso! Afortunadamente, estoy aquí para salvarlo cada día”. Cuando tu hijo tiene un conflicto en la escuela, a la mañana siguiente vas a la oficina del director para demandar una solución. Cuando tu amiga no tiene suficiente dinero para pagar el alquiler, se lo prestas (otra vez) para que pueda llegar a final de mes.

El Problema: Todas necesitamos ayuda a veces, pero cuando te sientes personalmente responsable de la comodidad y el bienestar de otra persona, le quitas la oportunidad de crear su propia comodidad y bienestar. Habilitas un comportamiento autolimitante y le das a esa persona el mensaje de que está indefensa sin ti.

Una Opción más Saludable: el Empoderamiento. Quizás te des cuenta de que lo que realmente quieres es sentirte necesitado y valorado en tus relaciones. Una vez que reconozcas esta motivación subyacente, puedes encontrar un enfoque más directo para sentirte valorado. No tienes que que ser la “red” en la que los demás se apoyan para sentirte querido. Esto aligerará el peso que sientes en las relaciones y te permitirá ser tú también el que de vez en cuando necesita apoyarse en otra persona.

La Consejera

La Situación: Si fueras un personaje en una tira cómica de Snoopy, serías Lucy, sentada detrás de su escritorio improvisado, ofreciendo consejos sobre cualquier cosa por diez céntimos. De hecho, es posible que tengas una cierta habilidad para ver los problemas de otra persona y ofrecer un consejo claro.

El Problema: Éste es un caso en el que realmente se necesitan dos para bailar tango: podemos pensar en la persona que constantemente busca consejo como la que carece de autoestima. Pero las personas que se sienten obligadas a asesorar y controlar perpetuamente a otros son igualmente inseguras. El que se hace cargo o le dice a alguien qué hacer, es igual de necesitada. Necesitan a alguien que les permita estar a cargo para reforzar artificialmente su autoestima. La dependencia es la misma.

Una Opción más Saludable: Escuchar. Si estás demasiado involucrado en las decisiones que toma otra persona, estás violando su campo de fuerza y la otra persona está permitiendo que lo hagas y no se está responsabilizando de su propia vida.

La Persona Complaciente

La Situación: Te gusta ser voluntario en la escuela de tu vecindario. No te importa preparar el café del viernes para tus colegas. Siempre estás dispuesto a tener la mejor de las sonrisas para un amigo, a pesar de que te encuentres triste por algo.

El Problema: te das cuenta de que en realidad no eres tan buena persona cuando usas tus habilidades para controlar a los demás, creyendo que les agradarás por los favores que haces en lugar de por lo que eres. La satisfacción de las personas es una forma muy pasiva de manipulación. A menudo hacemos cosas para que otros nos den lo que queremos o necesitamos de ellos.

Una Opción más Saludable: decir que no. Cuando estés a punto de ser voluntario una vez más, te invito a que te hagas algunas preguntas: ¿Esta opción me alimenta o me agota? ¿Estas personas realmente me rechazarán si no hago lo que creo que quieren que haga? ¿Cómo siento mi cuerpo cuando imagino comprometerme con esto, y cuando imagino decir que no? Cada vez que dices sí a las cosas pequeñas de los demás, dices que no a las tuyas. Una elección más consciente te libera para hacer las cosas que te dan energía para ti.

Una Persona que dice que Sí

La Situación: Le dices sí a un colega cuando quieres decir que no, y luego te enfadas contigo misma. Sonríes en falso acuerdo con tu amigo en lugar de decir lo que sientes. Mantienes la distensión con tu pareja, pero nunca lo admites cuando estás molesta.

El Problema: Una ausencia total de conflicto significa una erosión de la honestidad.

Una Opción más Saludable: di tu verdad. Se necesita coraje para hablar con sinceridad y arriesgarse a contradecir el punto de vista de otra persona, pero ser honesta no tiene que significar ser confrontativa. El conflicto no es igual a una pelea. Hay formas saludables de plantear los temas con asertividad y hablar sobre lo que sientes.

El Final de las Relaciones Codependientes

Si te ves en alguno de estos roles, ¡enhorabuena! La consciencia es un primer paso crítico para el crecimiento.

Si quieres saber cómo dejar de ser dependiente emocional, cuando estableces límites y reconoces tus propios pensamientos y necesidades, las relaciones se vuelven más honestas, exploratorias y, en última instancia, mucho más gratificantes.

Cambiar las relaciones en las que estás enredada con otras personas no es algo que sucederá de la noche a la mañana. Cuando una persona cambia su rol, las otras pueden cambiar las dinámicas o no, a veces no lo harán de muy buena gana.

A medida que comiences a deshacerte de comportamientos codependientes, quizás con la ayuda de una terapeuta que sabe de codependencia, adquirirás más autonomía como persona y empezarás a tener relaciones más satisfactorias en tu vida.

https://experiencelife.com

¿Eres una Persona que Da Demasiado?

¿Das demasiado en tus Relaciones con los Demás?

Dar demasiado por las razones equivocadas puede ser perjudicial tanto para tus relaciones personales como para tu autoestima. Si quieres dejar de ser codependiente emocional, conviene que sepas que ésta es la forma de vida que tienen muchas codependientes sin ser conscientes de ello. Creen que les gusta sólo dar y se dicen a sí mismas que “Yo no necesito nada”, pero en realidad lo que hacen es asfixiar sus propias necesidades para satisfacer por completo las de su pareja/amigas/jefa. Fueron programadas para dar hasta extenuarse en su familia narcisista/disfuncional de origen. Normalmente se trata de personas empáticas a las que sus padres narcisistas, en lugar de enseñarles  sus hijas a gestionar y utilizar su empatía, la utilizaron para satisfacer tus propias necesidades.

Yo no necesito nada.

Dar de forma desinteresada proviene de un lugar de generosidad, lo que implica que te has ocupado de tus propias necesidades y puedes aportar energía hacia los demás. Viene de un corazón lleno. La entrega excesiva, por otro lado, no es la forma última de desinterés. En realidad proviene de una incapacidad para recibir. Esto significa que das, das y das como un pozo sin fondo porque piensas (o esperas) que será apreciado, o porque te hace sentir bien contigo mismo, o porque te sientes moralmente obligado a hacerlo. La verdad es que si no puedes recibir amor, atención o ayuda de otros y aceptarlo por completo, estás dando desde un corazón vacío. Te invito a que pienses en algunas de tus relaciones personales y trates de ser honesto acerca de si tu “dar tanto” proviene de un lugar generoso o de escasez.

Dar de forma generosa hace sentir ligereza y alegría. El exceso de entrega se siente pesado porque es un flujo de energía que va en un solo sentido, no hay retorno.

Te invito a que consideres los siguientes puntos para ayudarte a determinar si estás dando demasiado en tus relaciones con los demás:

  1. Te sientes muy cómoda y es importante para ti ser la que da en casi todas las relaciones.
  2. Te sientes culpable o incómoda cuando alguien te da algo.
  3. Antepones las necesidades de los demás frente a las tuyas siempre o casi siempre.
  4. Te disculpas si no puedes “dar” de la manera que te gustaría, como si se tratase de un deber para ti.
  5. Evitas o te sientes incómoda ante la idea de pedir algo, a quien sea, lo que sea, ayuda a un amigo, un aumento de sueldo a tu jefe, un abrazo a tu pareja.
  6. Has considerado la posibilidad de que dar tanto pueda ser el resultado de tu inseguridad. Inconscientemente, crees que dando “compensas” por eso que crees que “te falta”.
  7. Te das cuenta de que das porque quieres sentirte querida o admirada.

Si te has identificado a ti mismo como una persona que da demasiado o puedes verte reflejado en cualquiera de estos ejemplos de entrega excesiva, probablemente te sientas agotado. Sacrificar tus propias necesidades por las de otras personas es un estado insostenible emocionalmente, te drena, te deja vacío.

Si no estás segura de si das por las razones correctas, es probable que tu entrega se base en algún tipo de negatividad. ¿Conoces ese sentimiento cuando alguien te da un regalo? ¿Te sientes profundamente incómoda en este tipo de situaciones en las que alguien te da e internamente hay una sensación/sentimiento de no merecerlo?

Formas en las que la Entrega Excesiva puede tomar la forma de Auto-Sabotaje 

  • ¿No es curioso cómo parece que atraes a las personas equivocadas? ¿Estás rodeado de personas que buscan explotarte o utilizarte de alguna manera, o aprovecharse de tu “buena naturaleza”?
  • Te estás esforzando demasiado. No hay equilibrio. La mayoría de las personas pueden sentir cuándo estás dando desde un lugar de deseo, presionadas por algo a cambio, en lugar de un corazón abierto y amable.
  • Tu tendencia a dar tiene que ver con generar una deuda emocional: te di esto, por lo que ahora, me debes. Seguramente, nadie te ha pedido que des, pero tú lo haces y no es gratis, quieres algo a cambio.
  • Si estás dando para obtener algo, el resultado será contraproducente. Si estás dando para probar algo, terminarás perdiendo. Si no estás segura de si esto es lo que estás haciendo, mira más de cerca cuál es tu motivación real para dar.
  • Dar de de más aumentará las probabilidades de que te sientas decepcionado, que se han aprovechado de ti y frustrado.

Finalmente, es importante ver cómo la tendencia a dar en exceso puede venir de pensamientos depresivos y, de ser así, podría hacer que te sientas deprimido por más tiempo. El pensamiento distorsionado puede ser algo así como:

Seré una mejor persona y me querrás más si te doy esto.

Esto no es lo mismo que:

Te quiero y me siento amado por ti y, por lo tanto, te lo daré.

¿Ves la diferencia? Aferrarte a la esperanza (secreta) de obtener algo a cambio por lo que das, puede volverse en tu contra y dejarte sintiendo que los demás no te quieren o no te cuidan.

Hay veces en las que hacer de más puede resultar en un intento inútil de sobrecargar al otro con la esperanza de una atención recíproca. Si doy y doy de nuevo, seguramente obtendré algo por esto, algún retorno. Sin embargo, si es contraproducente, es decir, no obtienes lo que en realidad estás buscando, al final te sentirás infravalorado y no apreciado. Si quieres saber cómo dejar de ser un codependiente emocional, aquí tienes unas señales de advertencia para darte cuenta de cuándo dar de más se convierte en un problema.

Señales de Advertencia: Cuando Dar de más se convierte en un Problema

  • Continúas dando en situaciones que te hacen sentir emocionalmente vacía.
  • Te sientes sola en tus relaciones y no eres capaz de atender tus propias necesidades emocionales.
  • Tienes miedo de que si dejas de dar en exceso, tu pareja, amigos, jefe,… pueden considerar que tú por ti misma “no eres suficiente” para ellos.
  • Tienes miedo de que si dejas de dar mucho, los demás se van a ir.
  • Si sólo le estás dando a los demás y apenas comunicas lo que necesitas y cómo te sientes, estás dando demasiado.

Si te sientes identificada con alguna de estas señales de advertencia, tu sobre-entrega no te está ayudando. Supone mantenerte en una relación en la que, lo sepas o no, no te hace sentir bien. Si te interesa trabajar esto, es recomendable que busques la ayuda de una terapeuta, ya que si tienes un automático de “sólo dar y recibir nada o lo mínimo”, se puede cambiar.

Para compensar esta inclinación a dar en exceso, comienza a pensar en términos de lo que realmente estás haciendo. Se requiere un poco de introspección con honestidad. La mayoría de las personas que dan de más son empáticas y les hace sentir bien tener una buena atmósfera en su radio de acción con los demás. Ésa es la parte buena. El problema viene cuando tienes dificultades para establecer límites y sólo o muy principalmente logras obtener satisfacción personal a través de los demás, de que vean lo amable que eres.

Visualiza cómo te sentirías si no dieses tanto a los demás y simplemente fueses tú misma, con un equilibrio entre dar y recibir. Tendrías más energía para ti misma y te estarías valorando más, dándote a ti misma un valor per se (que ya lo tienes sólo que no te das cuenta), no por lo que das. ¿Te sientes mejor tras visualizar esto? ¡Bingo! Si quieres saber cómo dejar de ser codependiente emocional, esta visualización, puede ser un buen primer paso.

Fuente: https://www.psychologytoday.com

17 Dificultades que se encuentran los Niños Adultos Codependientes de Familias Disfuncionales (Y Cómo Solucionarlas)

Las Niñas Adultas que han crecido en Familias Disfuncionales son Codependientes que se encuentran con una serie de dificultades en sus relaciones adultas.

17 Dificultades que se encuentran los Niños Adultos Codependientes de Familias Disfuncionales

  1. Dificultad para identificar y expresar con precisión las emociones y los sentimientos.
  2. Problemas para formar y mantener relaciones cercanas e íntimas.
  3. Propensión a tener relaciones íntimas con personas de otra familia disfuncional que tendrán problemas relacionales parecidos.
  4. Perfeccionismo, tener expectativas poco realistas de una misma y de los demás, y ser demasiado dura con una misma.
  5. Rigidez en el comportamiento y las actitudes, con una creencia arraigada de que es imposible cambiar.
  6. Tener una resistencia a la adaptación al cambio y temer asumir riesgos.
  7. Sensación de exceso de identificación o exceso de carga, sintiéndose culpable/responsable de los sentimientos de los demás.
  8. Tener una necesidad constante de aprobación o atención de los demás para sentirse bien consigo mismos.
  9. Torpeza al tomar decisiones, sentir terror por cometer errores y diferir tanto la toma de decisiones que al final son las demás las que toman las decisiones por ellas.
  10. Sentirse impotente e ineficaz, hagan lo que hagan nunca es lo suficientemente bueno ni está a la altura de sus propias expectativas.
  11. Sentimientos exagerados de vergüenza (lo que se llama vergüenza tóxica), culpa, sensación de inutilidad y baja autoestima.
  12. Evitar el conflicto a cualquier precio, y a menudo reprimir sus sentimientos y opiniones y guardar silencio para mantener la paz en sus relaciones con los demás.
  13. Miedo a ser abandonada por los demás.
  14. Actuar de forma beligerante y agresiva para mantener a los demás a distancia.
  15. Tendencias de ser impaciente y controladora. Los codependientes tienen miedo de las situaciones que no son predecibles para ellos.
  16. Falta de cuidado propio debido a su absorción en las necesidades y preocupaciones de otras personas, y actuación como mártires/víctimas, viviendo para las demás en lugar de para ellas mismas.
  17. Miedo la expresión de su propia rabia. Harán cualquier cosa para evitar el conflicto. Sin embargo, provocarán de forma activa o pasiva a otras personas cuando se sientan atacados u ofendidos, lo cual ocurre con bastante facilidad.

¿Te ves reconocido en estas 17 dificultades? En el siguiente artículo, te contaré sobre técnicas para mejorar esto.

 

Patrones de una Codependiente y las 12 Promesas de Codependientes Anónimos (CoDA)

Simplificándolo mucho, un codependiente es una persona que pone su autoestima y su valía en los demás lugar de en sí misma. A la vez, se muestra como una persona dura, que no necesita de nada ni de nadie. Éstos son los patrones de conducta de un codependiente. ¿Eres tú?

Patrones de Negación de una Codependiente

Tengo dificultades para identificar lo que siento. Minimizo, altero o niego cómo me siento realmente. Me percibo a mí misma como una persona nada egoísta y orientada al bienestar de los que quiero. Etiqueto a los demás con características mías negativas. Puedo cuidar de mí misma sin ayuda de los demás. Enmascaro mi dolor a través de diversas formas, como la rabia, el humor o el aislamiento. Expreso negatividad y/o agresividad de formas pasivas e indirectas. No me doy cuenta de la indisponibilidad emocional de las personas por las que me siento atraída.

Patrones de Baja Autoestima de un Codependiente

Tengo dificultades para tomar decisiones. Juzgo lo que pienso, digo o hago de forma muy dura, como si nunca fuera lo suficientemente bueno. Me da vergüenza recibir regalos, halagos o reconocimiento. Valoro la aprobación de otras personas sobre mis pensamientos, sentimientos y/o comportamiento por encima de la mía propia. No me percibo a mí mismo como una persona que merezca la pena ni que merezca amor. Busco constantemente un reconocimiento exterior que creo que merezco. Tengo dificultades para admitir que he cometido un error. Necesito que parezca que tengo la razón a los ojos de los demás y a veces miento para quedar bien. No soy capaz de pedirles cosas a los demás para satisfacer mis necesidades o mis deseos. Me percibo a mí mismo como superior a los demás. Miro a los demás para proveerme a mí mismo de un sentido de seguridad. Tengo dificultades para empezar tareas, cumplir con plazos establecidos y completar proyectos. Me cuesta mucho establecer prioridades convenientes.

Patrones de Cumplimiento de una Codependiente

Soy muy leal, quedándome en situaciones que me hacen daño durante mucho tiempo. Comprometo mis propias reglas e integridad par evitar el rechazo o el conflicto. Dejo mis intereses a un lado para hacer lo que las otras personas quieren. Soy hipervigilante con respecto a los sentimientos de los demás y asumo esos sentimientos como propios. Tengo miedo de expresar mis creencias, sentimientos y opiniones cuando son distintos a los de los demás. Acepto atención sexual cuando lo que quiero es amor. A veces tomo decisiones sin importarme las consecuencias. No reconozco mi verdad para ganar la atención de otros o para evitar el cambio.

Patrones de Control de un Codependiente

Creo que la mayoría de las personas no son capaces de cuidar de sí mismas. Intento convencer a otras personas de lo que tienen que hacer, pensar o sentir. Ofrezco consejos y orientación a las personas sin que me la hayan pedido. Siento rencor cuando los demás rechazan mis consejos o mi ayuda. Soy pródigo en favores y regalos sobre aquellas personas a las que quiero influenciar. Uso la atención sexual para conseguir aprobación o aceptación. Tengo que sentir que las otras personas me necesitan para tener una relación con ellas. Exijo que mis necesidades las satisfagan otras personas. Utilizo mi encanto y mi carisma para convencer a otras personas de mi capacidad para cuidar y ser compasivo. Utilizo la culpa y la vergüenza para explotar emocionalmente a otras personas. Normalmente me niego a cooperar, negociar o comprometerme. Adopto una actitud de indiferencia, impotencia, autoridad o ira para manipular resultados de mis acciones. Utilizo términos de recuperación terapéutica para controlar el comportamiento de los demás. Finjo que estoy de acuerdo con los demás para obtener de ellos lo que quiero.

Patrones de Evitación de una Codependiente

A veces me comporto de formas que invito a las otras personas a que me rechacen, me avergüencen o expresen rabia contra mí. Juzgo de forma muy dura lo que los demás piensan, hacen o sienten. Evito contacto e intimidad emocional, sexual y/o física con los demás. Permito que mis adicciones a la gente, sitios y cosas me distraigan de alcanzar la intimidad en mis relaciones. Utilizo una comunicación indirecta o evasiva para evitar el conflicto o la confrontación. Disminuyo mi capacidad para tener relaciones sanas mediante el rechazo a utilizar las herramientas que me proporciona la recuperación terapéutica. Reprimo mis sentimientos y mis necesidades para no sentirme vulnerable. Tengo comportamientos para atraer a las personas hacia mí, pero cuando se acercan, las alejo. Me niego a renunciar a mi voluntad propia para entregarme a un poder que es mayor que yo misma. Creo que mostrar emociones es un signo de debilidad. Retengo expresiones de aprecio y cariño.

Las 12 Promesas de Codependientes Anónimos

Siguiéndolas, junto con los Doce Pasos de Codependientes Anónimos, llevan a una vida sana y plena.

  1. Conozco un nuevo sentido de pertenecer. El sentimiento de vacío y soledad desaparecerá.
  2. Mis miedos ya no me controlan. Supero mis miedos y actúo con valentía, integridad y dignidad.
  3. Conozco una nueva libertad.
  4. Me libero a mí mismo de la preocupación, la culpa y el arrepentimiento sobre mi pasado y mi presente. Soy lo suficientemente consciente como para no repetirlo.
  5. Conozco un nuevo amor y aceptación de mí mismo y los demás. Me siento genuinamente digno de amor y capaz de amar y ser amado.
  6. Aprendo a verme a mí mismo como igual a los demás. Mis relaciones nuevas y las renovadas son con personas a las que considero iguales a mí.
  7. Soy capaz de establecer y mantener relaciones sanas y nutrientes. La necesidad de controlar y manipular a los otros irá desapareciendo a medida que aprenda a confiar en aquellas personas que sean de fiar.
  8. Aprendo que es posible mejorar – alcanzar más intimidad, dar más apoyo y ser más amoroso. Tengo la posibilidad de comunicarme con mi familia de un modo que es seguro para mí y respetuoso hacia ellos.
  9. Reconozco que soy una creación única y preciosa del Universo. Irrepetible.
  10. Ya no necesito de los demás para validarme como persona.
  11. Confío en la guía que recibo de un poder superior a mí y creo en mis capacidades.
  12. Experimento serenidad y fuerza y crecimiento espiritual de forma gradual en mi vida diaria.

Fuente: coda.org

Hay centros CoDA por todo el mundo y son gratuitos. Puedes visitar su web para averiguar cuál es el más cercano a donde tú te encuentras.

¿Por qué nos obsesionamos? Técnicas para reducir la Obsesión

Las obsesiones pueden variar en intensidad. Cuando son leves, somos capaces de trabajar y de distraernos, pero cuando son intensas, nuestros pensamientos están absorbidos por nuestra obsesión. Operan fuera de nuestro control consciente y son raramente vencidas por la razón. Los pensamientos obsesivos se pueden apoderar de nuestra mente. Nuestros pensamientos son similares a rayos que pasan velozmente o a bucles que dan vueltas sobre sí mismos, alimentando una preocupación incesante, fantasías o una búsqueda de respuestas.

Pueden apoderarse de nuestra vida, haciéndonos perder horas, sueño, o incluso días enteros de disfrute y de actividades productivas.

La obsesión nos puede paralizar. Otras veces nos puede llevar a un comportamiento obsesivo-compulsivo, como comprobar nuestra bandeja de correo de forma repetida, nuestro peso en la báscula o si la puerta está bien cerrada.

Perdemos el contacto con nosotras mismas, nuestros sentimientos, nuestro cuerpo y nuestra habilidad para razonar y resolver problemas. Lo que lleva a la obsesión, en muchas ocasiones son ansiedad y miedo, de los que no somos conscientes.

La Obsesión y la Adicción

Las personas adictas (lo cual incluye a las codependientes, que son adictas a “ayudar”, “arreglar”, “salvar” a otras) se centran en el exterior. Se obsesionan con el objeto de su adicción – el alcohol, la comida, el sexo, el juego, las drogas, las compras, el otro… Sus pensamientos y su comportamiento giran en torno al objeto de su adicción, mientras que su verdadero yo está escondido bajo una montaña de vergüenza. Es lo que se conoce como vergüenza tóxica.

A causa de la vergüenza, se preocupan sobre cómo serán percibidas por los otros, llevándoles a sentir ansiedad y obsesiones relacionadas con la imagen que tienen los demás de ellas. Esto incluye la obsesión sobre acciones pasadas, presentes o futuras. En particular antes o después de cualquier actividad en la que se exponen a otros (como por ejemplo dar una charla, acudir a un meetup con desconocidos,..), durante una cita o después de una ruptura. La vergüenza tóxica también genera inseguridad, dudas, autocrítica, indecisión y culpa irracional.

¿Qué causa la Obsesión?

La negación es un síntoma de la obsesión – negación de realidades dolorosas, de adicciones, la negación de nuestras necesidades y sentimientos. Muchas personas obsesivas no son capaces de identificar sus sentimientos, o quizás sí que sean capaces de nombrarlos pero no de sentirlos. Esta inhabilidad para tolerar emociones dolorosas es lo que lleva a pensamientos obsesivos. La obsesión protege a estas personas de sentimientos dolorosos, es una defensa inconsciente frente al dolor. Por muy incómoda que sea la obsesión, mantiene a raya emociones subyacentes como la tristeza, la rabia, la soledad, el vacío, la vergüenza y el miedo.

Algunos de esos sentimientos están ligados a la vergüenza porque en la infancia les avergonzaron por sentir. Así, cuando surgen en la etapa de adultos, en lugar de sentir, se obsesionan. Si creemos que no deberíamos sentir rabia o expresarla, es posible que le guardemos resentimiento a algunas personas en lugar de permitirnos enfadarnos. Si nos avergonzaban por sentirnos tristes, es posible que nos obsesionemos con la siguiente potencial pareja para evitar sentir el dolor de la soledad y el abandono.

También es posible que nos obsesionemos sobre un tema pequeña para evitar enfrentarnos a otro mucho mayor. Por ejemplo, la madre de una persona adicta puede obsesionarse con que su hijo no estudie a causa del alcohol pero sin afrontar o siquiera admitir ante sí misma que su hijo podría morir de su adicción. Un perfeccionista puede obsesionarse con un pequeño error en el trabajo o en su atuendo pero ser incapaz de reconocer sentimientos de inferioridad o de inadecuación.

Las Obsesiones y las Relaciones

Los codependientes típicamente se obsesionan sobre la gente a la que quieren, incluidos los problemas de estas personas. Se pueden obsesionar y preocupar por el comportamiento de su pareja, que es alcohólica, sin darse cuenta de que se preocupan tanto por ellos, como la alcohólica por el alcohol.

La obsesiones pueden alimentar intentos compulsivos de controlar a otros, tales como seguir a alguien, leer su diario o su teléfono o correo, vaciar botellas de alcohol, esconder las llaves o buscar drogas. Nada de esto ayuda. Sólo causa más caos y más conflicto. Cuanto más nos obsesionamos con otra persona, más nos perdemos de nosotras mismas. Sin darnos cuenta, cuando nos pregunten cómo estamos, es probable que cambiemos rápidamente de tema para hablar sobre cómo está la persona con la que estamos obsesionadas.

En una relación romántica nueva es normal pensar en la persona amada hasta cierto punto pero los codependientes normalmente lo llevan más allá. Cuando no se preocupan por la relación, es posible que se preocupen con dónde está esa persona o qué hace en todo momento o puede que creen guiones  de celos que sólo están en su cabeza y que dañan la relación. Es posible que las obsesiones sean agradables, sobre romance, sexo o poder. Es posible que imaginemos cómo no gustaría que fuese la relación o cómo queremos que alguien se comporte. Una discrepancia muy grande entre la realidad y nuestra fantasía puede revelar lo que en realidad nos falta en nuestra vida.

Técnicas para reducir la Obsesión

Si nos obsesionamos para evitar sentir, entrar en contacto con nuestros sentimientos y emociones, dejar que fluyan ayudará a que la obsesión se disuelva. Si la obsesión lo que hace es que nos impide pasar a la acción, podemos buscar terapia para afrontar nuestros miedos y actuar. Cuando nuestras obsesiones son irracionales, puede ser muy útil hablar sobre ellas con un amigo o una amiga de confianza o una terapeuta, para racionalizarlas.

  • Pregúntate a ti mismo: ¿Qué estoy sintiendo? Espera pacientemente hasta que puedas dar una respuesta a esa pregunta.
  • Aprende a meditar para bajar las revoluciones de tu mente.
  • Haz movimientos lentos acompañados de música evocadora, y permítete sentir.
  • Escribe sobre tus sentimientos (idealmente, con tu mano no dominante) y léeselo a alguien.
  • Únete a grupo terapéutico: Gestalt, CoDA o de psicodrama.
  • Acude a reuniones espirituales.
  • Pasa tiempo en la naturaleza.
  • Focaliza tu energía en expandir tu red social (en la vida real, no en internet).
  • Haz algo creativo.
  • Desarrolla intereses y pasiones que te alimenten y te inspiren.

Este artículo no se refiere al desorden obsesivo-compulsivo (DOC), que es un trastorno mental que afecta al 1% de los adultos. Si crees que tienes DOC, busca ayuda profesional.

Personas Pasivo-Agresivas. Cómo tratarlas.

Comportamiento pasivo-agresivo

Las personas pasivo-agresivas expresan su agresividad de forma encubierta. Son básicamente obstruccionistas e intentan bloquear lo que sea que quieras. Te transfieren su rabia inconsciente y hacen que generes frustración y rabia. La rabia es de ellxs, mientras que te preguntan con la más absoluta calma “¿Por qué te enfadas?” y después te culpan por la ira que te están provocando.

Las personas pasivo-agresivas por lo general son codependientes y, como todos los codependientes, sufren de vergüenza tóxica y una baja autoestima. Su comportamiento está diseñado para complacer y con ello apaciguar y controlar. Quizás estés experimentando abuso pero no te des cuenta, porque su estrategia de mostrar hostilidad está encubierta y es manipuladora, llevando a situaciones conflictivas y a problemas de intimidad.

Trastorno de la Personalidad Pasivo-Agresivo

Reconocido en el DSM-V entre los trastornos de dependencia. Las personas que lo tienen se caracterizan por tener al menos cuatro de las siguientes pautas de comportamiento que no sean debidas a la depresión:

  • Se resiste pasivamente a realizar tareas del día a día.
  • Se queja de no ser comprendidx y/o no queridx.
  • Es hurañx y argumentativx.
  • Desprecia y critica a la autoridad.
  • Expresa envidia y resentimiento hacia aquéllxs que parecen más afortunadxs que él/ella.
  • Se queja de forma frecuente de su mala suerte.
  • Muestra de forma alternativa un desafío hostil y arrepentimiento.

Después de casi 40 años desde que fue acuñado en 1994, hay un interés renovado en el estudio de la pasivo-agresión. Éste es un estudio de 2009 en el que se determina que se ha encontrado una relación entre la pasivo-agresión y los trastornos borderline y narcisista de la personalidad, experiencias negativas en la infancia y abuso de sustancias.

Características del Comportamiento Pasivo-Agresivo

Como no puedes tener una conversación honesta y directa con una pareja/familiar/amigx pasivo-agresivx, nunca se resuelve nada. Dicen que sí y su comportamiento pasivo grita NO. Intentan sabotear tus necesidades, deseos y planes utilizando una variedad de tácticas. Todos podemos caer en esta clase de comportamientos alguna vez, pero cuando hay un patrón de comportamiento perverso de múltiples síntomas, es muy probable que con quien estés tratando sea una persona pasivo-agresiva.

Negación. Como todxs lxs codependientes, niegan el impacto de su comportamiento. Culpan a otros, sin ser conscientes de los problemas que están causando. Se niegan a hacerse responsables y distorsionan la realidad, racionalizan, culpan, se excusan, minimizan, niegan o mienten de forma patente sobre su comportamiento, sus promesas o los acuerdos a los que han llegado contigo.

Olvidadizxs. En lugar de decir “no” o darle una salida a su rabia, se olvidan de tu cumpleaños o de los planes que habéis hecho, o se olvidan de poner gasolina en el coche, sacar la basura o arreglar el wc (algo que dijeron que harían). Convenientemente, se les “olvida” todo lo que supone hacer un esfuerzo por su parte.

Procrastinación. Son evitativxs y no les gustan los plazos ni los horarios. Es otra forma de rebelión, así que retrasan hacer las cosas con excusas sin fin. No se hacen cargo de sus responsabilidades, promesas o acuerdos. Si están sin trabajo, arrastran los pies para ir a buscar uno.

Obstrucción. Esta es otra forma no verbal de decir NO. Cuando intentas decidir cuándo o dónde ir de vacaciones, escoger un apartamento o hacer planes, pondrán pegas a cada sugerencia sin ofrecer ninguna alternativa.

Ambigüedad: No les gusta tomar parte. No dicen lo que quieren o lo que han querido decir. Sin embargo, su comportamiento habla por ellxs, dice claramente NO. De esta forma retienen el control y te culpan a ti por ser controlador(a). Evitan ser etiquetadxs y manifestar de una forma clara y concisa lo que piensan, cómo se sienten o lo que quieren. Su estrategia consiste en no ser clarxs para poder ocultar el comportamiento perverso que tienen.

Nunca enfadadx: Nunca manifiestan su rabia abiertamente. Muchxs de ellxs en su infancia eran castigadxs o regañadxs por mostrar rabia, o nunca se les permitía objetar. La única salida de desahogo que tienen (porque no han sanado esas heridas de infancia) es un comportamiento oposicional, pasivo-agresivo.

Incompetencia. Cuando finalmente hacen lo que les pides, es probable que tengas que volver a hacerlo tú. Si se trata de tareas de la casa, su ineficiencia puede que te lleve a hacerlo tú mismx. En el trabajo, comenten errores por falta de atención.

Llegan tarde. Llegar tarde de forma crónica es una forma tibia de decir NO. Dicen que sí a una hora determinada, pero llegan tarde. Estás vestidx, esperando para salir y ellxs están “atrapadxs en la oficina”, en internet, o viendo el partido y aún no están listxs. Llegar tarde al trabajo o en la entrega de tareas es una forma de rebelión, de auto-sabotaje que puede hacer que les acaben echando.

Negatividad. Su personalidad hace que tiendan a hacer pucheros o ser testarudxs, hoscxs o argumentativos. Se sienten incomprendidxs e inapreciadxs, y critican y desprecian la autoridad. Se quejan con frecuencia y envidian a lxs que son más afortunadxs.

Se hacen la Víctima. El problema que tengan es siempre culpa de otras personas. Su negación, vergüenza tóxica y falta de responsabilidad les llevan a hacerse la víctima y culpar a otrxs. Tú eres el/la controlador(a) y demandante. Siempre tienen una excusa, pero es su propio comportamiento autodestructivo lo que les causa los problemas que tienen en su vida.

Dependencia. Mientras que le tienen miedo a la dominación, son dependientes, no asertivxs, indecisxs e insegurxs. No son conscientes de su dependencia y luchan contra ella siempre que pueden. Su obstruccionismo es un intento de independencia. No se van y en lugar de eso lo que hacen es resistir la intimidad. Su comportamiento está diseñado para evitar asumir responsabilidades sobre sí mismxs y muchas veces dependen de forma injusta de su pareja para que les dé apoyo psicológico, emocional y/o económico.

La retención como estrategia. Es otra forma de expresar rabia y mantener el poder de forma pasiva. Quizás se vayan, rechazando hablar o haciéndose la víctima y diciendo “Siempre tienes la razón” cerrando así el diálogo. No son capaces de articular lo que quieren, sienten o necesitan. En lugar de eso, retienen el poder, el dinero, el amor o el sexo utilizando diferentes técnicas, como el tratamiento de silencio.

Hay otra serie de acciones que podrían llegar a hacer, como dar portazos y después decir “No sé de qué me hablas”, quitarte algo tuyo y negarlo u ofrecerte un postre al que le tienes alergia o cuando haces una dieta.

Qué puedes hacer frente a una Persona Pasivo-Agresiva

Como una persona pasivo-agresiva es indirecta, es posible que te cueste reconocer qué es lo que pasa realmente, pero es esencial que entiendas con quién estás tratando. Busca un patrón perverso o varios de los síntomas mencionados más arriba y monitorea tus sensaciones y sentimientos. Puede que te sientas enfadadx, confusx o impotente cuando intentas que esa persona coopere. Si es un patrón, es muy probable que la persona con la que estés tratando sea pasivo-agresiva.

Es importante no reaccionar. Cuando te quejas, le regañas o te enfadas, haces que el conflicto aumente y le das a esa persona más excusas y munición para negar su responsabilidad. No sólo eso, adquieres el rol del padre y/o madre (muy probablemente narcisista y abusivx) con respecto al cual esa persona se está rebelando. No sueltes indirectas, culpes o intentes devolverle el daño de alguna manera.

No seas pasivx ni tampoco agresivx. Sé asertivx. Es mejor lidiar con la responsabilidad y los problemas en la relación de forma directa. Ponlo en términos de “Tenemos un problema” no “Tú tienes un problema”, lo cual avergüenza. No culpes a esa persona ni le juzgues, pero describe el comportamiento que no te gusta y cómo te afecta a ti y a la relación, y qué es lo que quieres. Si dejas que sea esa persona la que proponga una solución al problema, hay más posibilidades de que llegue a buen término.

Cuando haces tuyas las tácticas de la persona pasivo-agresiva o te haces cargo de sus responsabilidades, lo que estás haciendo es permitir e incluso apoyar más comportamiento pasivo-agresivo. Esto lleva práctica y requiere ser asertivo. Prepárate para establecer límites con consecuencias.

Este artículo está basado en el original de whatiscodependency.com