
(Empieza en el artículo anterior).
Vamos a continuar viendo las características o rasgos de lxs supervivientes que han crecido en familias codependientes.
Incapacidad para divertirse
Los niños adultos de familias codependientes tienen dificultad para relajarse y divertirse o jugar. Les resulta difícil quedarse quietos y relajarse. Necesitan estar constantemente haciendo algo y mantenerse ocupados.
De niños, se promovió más valorarles por lo que hacían que por quiénes eran, por lo que de adultos tienden a valorarse del mismo modo. Por ello, tienen dificultades con simplemente sentarse y relajarse y decir “Está bien ser yo.”
Se toman a sí mismas demasiado en serio
Las niñas adultas de familias codependientes se toman muy en serio a sí mismas, son impacientes y tienen problemas para ser flexibles. Normalmente, su espontaneidad no fue bien recibida por sus padres por lo que se perdió en la infancia. Suelen tener mucho control en su comportamiento y no saben cómo fluir momento a momento acorde a cómo se están sintiendo. Hay mucha represión de las emociones, que suelen ser percibidas como un signo de debilidad.
Los supervivientes de familias codependientes tienen dificultades con las relaciones íntimas
Los adultos que ahn crecido en familias codependientes suelen tener dificultades con las relaciones íntimas. Desean tener relaciones íntimas pero les falta un marco de referencia de lo que es sano. Muchos han vivido la experiencia de ser manipulados por sus padres o usados emocionalmente para las necesidades emocionales de los padres, sin ser verdaderamente tenidos en cuenta ni respetados.
Esto supone que tengan no sólo miedo a la cercanía con otra persona sino también a que, en el caso de que se dé es cercanía, los acaben abandonando. De fondo, lo que suele haber es la creencia de que no son dignos de amor.
Se sienten bien sólo si alguien más les dice que están bien o les da atención. Esto le da a la otra persona el poder de jugar con sus emociones. Un pequeño desacuerdo se vuelve muy grande muy rápidamente debido a que el problema del abandono tiene prioridad sobre el problema original. El miedo a ser abandonado o rechazado genera comportamientos muy reactivos o explosivos que pueden ser difíciles de gestionar para la otra persona.
Dificultad para adaptarse al cambio
Las adultas que han crecido en familias codependientes reaccionan de forma exagerada a los cambios sobre los que no tienen control. Tener el control es muy importante para ellas porque les da un falso sentido de seguridad. Esto hace que sean rígidas frente a los cambios y que prefieran el statu quo de su zona de confort.
Emociones no procesadas
Los adultos que han crecido en familias codependientes suelen tener temas con la rabia, la tristeza y la frustración, que son emociones que están muy presentes, aunque a veces no haya consciencia de esto. Esto hace que tengan dificultades para auto-regualarse en la gestión de sus emociones y que puedan ser muy reactivos frente a pequeños estímulos, que en realidad son detonantes de una situación muy intensa vivida en la infancia.
Los niños adultos han de poder llorar la infancia perdida. En estas familias codependientes han tenido que crecer demasiado rápido. Eran los niños que se veían y actuaban como “pequeños adultos” incluso cuando eran niños muy pequeños.
Al no permitir a un niño comportarse como tal, esto deriva en que algunos serán adultos muy infantiles, con pocas herramientas para gestionar su vida adulta o bien adultos muy serios, con poca capacidad para conectar con la inocencia, la espontaneidad o la vulnerabilidad del niño que fueron.
Las supervivientes de familias codependientes se sienten diferentes
Las adultas que han crecido en familias codependientes se sienten diferentes de las demás personas y se dicen no encajan. Tienen dificultades para relajarse con los demás y simplemente ser ellas mismas. Asumen que todos los demás se sienten cómodos y son las únicas que se sienten incómodas.
Es difícil para estas adultas creer que pueden ser aceptadas por lo que son y que la aceptación no tiene que ganarse. También que puedan ser aceptadas tal y como son, sin hacer un personaje ni dar mucho a los demás. Con esto, suelen repetir lo que les ocurrió en sus familias de origen. Sentirse diferentes y algo aisladas es algo muy habitual.
Un sentido de la responsabilidad muy desarrollado o muy pobre
Algunos adultos que han crecido en familias codependientes tienden a ser súper responsables en todo lo que dicen y hacen. Hay una tendencia a ser perfeccionistas, compulsivos, obsesivos y tener la necesidad de tener todo en orden. Reaccionan frente a todo lo que no se hace bajo su percepción de la perfección. Tienden a ver a los demás como inútiles o incompetentes y creen que ellos son los únicos que pueden hacer algo “bien”.
Otros adultos que han crecido en familias codependientes son todo lo contrario: súper irresponsables. Cuando se les pide su capacidad para responder para algo, suelen intentar escabullirse y experimentan muchas dificultades para comprometerse con un proyecto, trabajo o relación. Hacen todo lo posible por mantenerse en un estadio infantil por no saber cómo afrontar o lidiar con la vida como adultos. Tienen muy poca fe o confianza en sí mismos y la idea distorsionada de que todo lo hacen “mal”.
Lealtad extrema por las supervivientes de familias codependientes
Las adultas que han crecido en familias codependientes suelen extremadamente leales, incluso ante la evidencia de que esa lealtad a otra persona o proyecto es inmerecida. La falta de un lugar en la familia y la carencia de amor les pueden llevar a permanecer en lugares o vínculos que no son beneficiosos para ellas sino que, todo lo contrario, suele haber abuso, maltrato o explotación. El caso extremo de esto serían las sectas.
Impulsividad o parálisis por análisis
De nuevo en los extremos del espectro, los adultos que han crecido en familias codependientes pueden ser muy reactivos en determinadas situaciones, careciendo de la capacidad para responder de una forma adecuada emocionalmente adecuada al contexto en el que se encuentran. Además, en otras situaciones, pueden ser extremadamente reflexivos, dándole demasiadas vueltas a un asunto, al punto de la obsesión sin tener mucha capacidad para tomar una decisión.
Esto se debe a la falta de regulación emocional en la familia de origen, de un entorno donde se pudieran expresar las emociones y éstas fueran contenidas, con lo que estos adultos, en lugar de encontrar un equilibrio, suelen acabar en los extremos.
Si te ves reflejade en muchas de estas características, es muy probable que hayas crecido en una familia codependiente disfuncional. La recuperación es posible con la terapia adecuada. Es necesario dejar atrás los patrones de infancia aprendidos y sustituirlos por unos más sanos, donde poder vivir una vida plena y satisfactoria como adultos.
Imagen de Mel Elías en Unsplash.
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