Las 3 Reglas en las Familias Disfuncionales

Última actualización: 9 enero, 2022



Si has crecido en una familia con tu padre/madre adicto, con un trastorno mental o abusiva, has crecido en una familia disfuncional. Con el tiempo, la familia comienza a girar en torno al mantenimiento del status quo: la disfunción. Las reglas y roles familiares rígidos se desarrollan en familias disfuncionales que ayudan a mantener el sistema familiar disfuncional y permiten que la adicta siga consumiendo o que el abusador siga abusando. Comprender algunas de las reglas familiares que dominan las familias disfuncionales puede ayudarte a liberarte de estos patrones y a reconstruir tu autoestima y formar relaciones más saludables.

¿Qué es una Familia Disfuncional?

Hay muchos tipos y grados de disfunción en las familias. A los fines de este artículo, la característica que define a una familia disfuncional es que sus miembros experimentan un trauma intergeneracional, que se pasa de padres a hijos si no se trata con terapia.

Los tipos de experiencias infantiles traumáticas a las que me refiero se llaman Experiencias Infantiles Adversas según el estudio ACE (Experiencias Adversas en la Infancia, por sus siglas en inglés) que incluyen alguna o varias de las siguientes experiencias durante la infancia:

  • Abuso físico
  • Abuso sexual
  • Abuso emocional
  • Descuido físico
  • Descuido emocional
  • Testigo de violencia doméstica
  • Un padre/madre/cuidador(a) que es adicto
  • Un padre/madre/cuidador(a) que tiene un trastorno mental (diagnosticado o no por un psiquiatra)
  • Padres que están separados o divorciados
  • Un padre/madre/cuidador(a) que está en la cárcel

Cómo funcionan las Familias Disfuncionales

Para prosperar, física y emocionalmente, los niños necesitan sentirse seguros, y confiar en un cuidador constante y que conecte con ellos para darles esa sensación de seguridad. En familias disfuncionales, los cuidadores no son coherentes ni están conectados con sus hijos.

Impredecibles, Caóticas e Inseguras

Las familias disfuncionales tienden a ser impredecibles, caóticas y, a veces, atemorizantes para las niñas.

Las niñas se sienten seguras cuando pueden contar con que sus cuidadoras satisfacen consistentemente sus necesidades físicas (comida, refugio, protección) y las necesidades emocionales (darse cuenta de sus sentimientos, consolarlas cuando están angustiadas,..).

A menudo, esto no sucede en familias disfuncionales porque los padres no cumplen con sus responsabilidades básicas de proporcionar, proteger y cuidar a sus hijos.

Los niños también necesitan estructura y rutina para sentirse seguros. Necesitan saber a qué atenerse, que pueden esperar. Pero en las familias disfuncionales, las necesidades de los niños a menudo se descuidan o se pasan por alto y no existen reglas claras o expectativas realistas. A veces hay reglas excesivamente duras o arbitrarias y otras veces hay poca supervisión y no hay reglas o pautas para los niños.

Además, las niñas a menudo experimentan el comportamiento de sus madres como errático o impredecible. Sienten que tienen que caminar sobre ascuas en su propio hogar por temor a molestar a sus madres o desatar la ira y el abuso. Por ejemplo, las niñas en familias disfuncionales a menudo describen sentirse ansiosas por llegar a casa de la escuela porque no saben lo que van a encontrar.

En familias disfuncionales, los adultos tienden a estar tan preocupados con sus propios problemas y dolor que no les dan a sus hijas lo que necesitan y anhelan: consistencia, seguridad y amor incondicional. Como resultado, las niñas se sienten muy estresadas, ansiosas y desamparadas.

Te sientes sin importancia e indigno

En pocas palabras, las familias disfuncionales no saben cómo lidiar con los sentimientos de manera saludable. Los padres que están lidiando con sus propios problemas o que están cuidando (a menudo habilitando) a una pareja adicta o disfuncional, no tienen el tiempo, la energía o la inteligencia emocional para prestar atención, valorar y apoyar los sentimientos de sus hijos. El resultado es negligencia emocional infantil. Los niños experimentan esto como:

“Mis sentimientos no importan. Yo no importo”

Esto, por supuesto, daña la autoestima de un niño y hace que se sienta poco importante e indigno de amor y atención.

Las niñas de familias disfuncionales no aprenden cómo percibir, valorar y atender sus propios sentimientos. En cambio, su atención se centra en notar y manejar los sentimientos de otras personas. Su seguridad a menudo depende de ello. Algunas niñas se vuelven muy atentas a cómo se comportan sus padres para poder evitar su ira. Por ejemplo, una niña pequeña puede aprender que si su padre está enfadado es más que probable que busque una excusa para “vomitarle” su ira, con lo que aprenderá a hacerse lo más “invisible” posible, intentando no darle esa excusa. Así, las niñas aprenden a sintonizar con las emociones y sentimientos de otras personas y reprimir los propios.

Además de ignorar las necesidades emocionales de un niño, los padres también pueden dañar su autoestima con nombres despectivos y duras críticas. Los niños pequeños se creen lo que les dicen sus padres, por mucho que esto no sea real. Entonces, si tu padre solía llamarte “estúpido”, es más que probable que hayas crecido pensando que lo eras. A medida que nos hacemos adultos y pasamos más tiempo lejos de nuestros padres, comenzamos a cuestionar algunas de las cosas negativas que nos dijeron cuando éramos niños. Sin embargo, es sorprendente lo mucho que cuesta sacárselo de encima, incluso ya de adultos y entendiendo que no es verdad.

¿Por qué ocurre esto? Primero, porque es un aguijón emocional que causa mucho daño a un niño, ya que viene de la persona que supone que, de forma natural, tendría que hacer lo contrario (quererlo y cuidarlo) y de la que depende por completo. Y segundo, porque el cerebro de un niño es como una esponja, lo que sea que se le dice, está como grabado a fuego. Las cosas que nos dicen de niños se convierten en voces interiores con las que nos hablamos a nosotros mismos durante toda la vida. Cambiar esto es posible, pero es un camino largo que requiere de esfuerzo, convicción personal y ayuda de un(a) terapeuta.

Las Tres Reglas de las Familias Disfuncionales

Las familias disfuncionales siguen tres reglas de forma tácita, no explícita. Por mucho que se trate de reglas muy rígidas e inamovibles, como en la familia disfuncional rampa la negación, esto jamás será reconocido por sus miembros adultos en el caso de que una niña señale alguna.

  1. No Hables

    No hablamos sobre nuestros problemas familiares, ni entre nosotros ni a los de afuera. Esta regla es la base para que la familia niegue el abuso, la adicción, la enfermedad, etc. El mensaje es: actúa como si todo estuviera bien y asegúrate de que todos los demás piensen que somos una familia perfectamente normal. Esto es extremadamente confuso para los niños que sienten que “algo va mal”, pero nadie reconoce lo que es. Entonces, los niños a menudo concluyen que ellos son el problema. A veces se les culpa directamente y otras veces interiorizan la sensación de que algo debe estar mal con ellos. Como a nadie se le permite hablar sobre la disfunción, la familia está plagada de secretos y vergüenza. Los niños, en particular, se sienten solos, sin esperanza, e imaginan que nadie más está pasando por lo que están experimentando. Se sienten alienados de su propio entorno.La regla de no hablar garantiza que nadie reconozca el problema real de la familia. Y cuando se niega la raíz de los problemas de la familia, no se pueden resolver. La salud y la sanación no son posibles con esta mentalidad.

  2. No Confíes

    Las niñas dependen de sus madres o cuidadoras para mantenerlas seguras, pero cuando creces en una familia disfuncional, no experimentas a tus padres (y al mundo) como seguros y enriquecedores. Y sin una sensación básica de seguridad, las niñas se sienten ansiosas y tienen dificultades para confiar.

    Sus cuidadoras son inconsistentes y poco confiables. Son negligentes, emocionalmente ausentes, rompen promesas y no cumplen con sus responsabilidades. Además, algunas madres disfuncionales exponen a sus hijas a personas y/o situaciones peligrosas y no las protegen del abuso. Como resultado, las niñas aprenden que no pueden confiar en los demás, incluso en sus padres, para satisfacer sus necesidades y mantenerlas a salvo (la forma más fundamental de confianza para una niña).

    La dificultad para confiar en los demás se extiende también fuera de la familia. Además del mandato de no hablar, la regla de no confiar mantiene a la familia aislada y perpetúa el temor de que si pides ayuda, algo malo sucederá (mamá y papá se divorciarán, papá irá a la cárcel, terminarás en un internado). A pesar de lo aterradora y dolorosa que es la vida en una familia así, es el demonio que conocen. Han aprendido cómo sobrevivir allí, y perturbar a la familia hablando con una maestra o consejera podría empeorar las cosas. Entonces, mejor no confiar en nadie.

  3. No Sientas

    Reprimir emociones dolorosas o confusas es una estrategia de afrontamiento utilizada por todos en una familia disfuncional. Las niñas  presencian a sus padres evitar o reprimir sus emociones, que se convierten en algo prohibido. No se les permite expresarlas y tienen que comportarse como si no existieran. Las niñas también pueden ser testigos y/u objetivos de episodios de ira. En muchos casos, la ira es la única emoción que expresan sus padres. Las niñas aprenden rápidamente que tratar de expresar sus sentimientos conducirá, en el mejor de los casos, a que se las ignore y, en el peor, a la agresividad, la culpa y la vergüenza. Las niñas también aprenden a reprimir sus sentimientos y tratan de distraerse del dolor disociando.

La Sanación

La sanación significa ir más allá de las reglas que gobiernan la dinámica familiar disfuncional. Puedes reemplazar no hablar, no confiar y no sentir con un nuevo conjunto de pautas en tus relaciones adultas:

  • Hablar de tus sentimientos y experiencias. Puedes romper la vergüenza, el aislamiento y la soledad, y construir relaciones más conectadas cuando compartas tus pensamientos y sentimientos con personas en las que puedes confiar. Reconocer y hablar sobre tus problemas es lo opuesto a permanecer en la negación. Abre la puerta a soluciones y la sanación. Podría ser más fácil para ti si empiezas a abrirte con un(a) terapeuta que sepa sobre familias disfuncionales.
  • Confiar en otros y establecer límites apropiados. La confianza puede ser algo aterrador, especialmente cuando las personas te han decepcionado en el pasado. Lleva tiempo aprender a confiar en ti misma para discernir en quién puedes confiar y en quién no. La confianza es un componente importante de las relaciones sanas, junto con límites saludables que te protegen y hacen que se te trate con respeto.
  • Sentir todas tus emociones y sentimientos. Tomará práctica volver a estar en contacto con tus sentimientos, no sentirte abrumado por ellos y darte cuenta de su valor. Puedes comenzar preguntándote a ti mismo cómo te sientes, identificando y dando espacio a tus emociones. Ya no tienes que estar limitado a sentir vergüenza, miedo o tristeza. Tampoco necesitas a nadie más para validar tus sentimientos. Dales espacio y verás cómo, poco a poco, las emociones y los sentimientos son valiosas guías que te indican qué te sienta bien, qué debes soltar o de qué es mejor que te alejes.

 

Fuente: https://blogs.psychcentral.com

1 Comentario

  1. Marga

    Muy acertado

    Responder

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